37-Confundida

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Acabo de confirmar que a Aiden se le ha fundido la última neurona que le quedaba viva.
¿Es mi imaginación o lo está haciendo adrede? Si a él le gusta ir de macho ibérico marcando territorio, conmigo lo lleva claro.

–La verdad, es que si interrumpes —le replico desafiante— ¿No te han enseñado a tocar la puerta, antes de entrar?

–Discúlpame por favor —replica de vuelta, haciendo una reverencia— No volverá a suceder, señorita. —agrega marchándose, dejando la puerta abierta.

–Este tío es muy raro. —comenta Daniel, con las cejas levantadas— Bueno, como te iba diciendo, yo te apoyare en las decisiones que tomes y si necesitas espacio para pensar lo entenderé. —agrega con una sonriendo, mientras juega con el piercing de su labio.

Después de este tiempo, vuelvo a ver al chico que conocí seguro de si mismo del que me enamore perdidamente, pero entre mi situación y su reputación de mujeriego, nunca le di ninguna oportunidad.
Cuándo empiezo a tener las cosas un poco más claras, aparece otra vez con esa mirada tierna y esa manera de sonreír... ¿Cómo puedo tener sentimientos hacia dos personas tan distintas?

–Por lo visto mi hermana te ha metido caña —le respondo con los ojos entrecerrados— Sabes perfectamente lo que pienso, no hace falta que te lo diga ¿Verdad?

–Lo sé, pero no voy a darme por vencido tan fácilmente —agrega optimista— y más después de lo que pasado entre nosotros.

–No quiero hablar de eso —le respondo tajante— es mejor que te vayas.

–Está bien, ya has tenido bastantes emociones por hoy. —dice, mientras se levanta— Te he traído las llaves del piso, cuando te sientas bien, te acompaño.

Las saca del bolsillo y las deposita encima de la mesita. Afirmo con la cabeza y se queda unos instantes mirándome, pensativo.
Antes de irse se despide con un beso en la comisura de mis labios, pillándome desprevenida.
A los pocos minutos de haberse ido, busco una pastilla para el dolor sin encontrar nada dentro de los cajones.
Mareada, salgo de la habitación y golpeo la puerta de Aiden sin obtener respuesta, miro hacia los dos lados y empiezo a caminar hasta llegar a unas escaleras, despacio consigo llegar abajo.
Escucho música y sigo el sonido llegando a un gimnasio con todo tipo de máquinas para hacer ejercicio.
¿Se gasta el dinero teniendo uno en casa? Yo con este tío alucino...
De repente, le veo subido en las barras, ejercitando los brazos.
Ya bastante confusión tengo en mi mente, como para estar viendo lo jodidamente sexy que se ve con el pelo alborotado y su músculos contraerse con cada movimiento.
Meneo la cabeza, maldiciendo  por no poder controlar mis pensamientos y me dirijo a la salida intentando no hacer ruido.

–¿Por qué no me has avisado que estabas aquí? —oigo la voz de Aiden detrás de mí— No deberías moverte de la cama.

–¡Joder! —le contesto sobresaltada— ponte un puto cascabel.

–Yo no tengo la culpa —comenta burlón— Si te has asustado es por estar perdida en tus pensamientos.

–Me largo —le respondo resoplando— sigue con lo tuyo.

Me corta el paso, parándose enfrente de mí, quitándose las vendas de las manos.

–Ya que estas aquí, dime que buscabas —comenta con curiosidad.

–Quítate del en medio —le advierto.

–¿No me lo quieres decir? —pregunta con una sonrisa ladeada— Pues no me  pienso apartar.

¿Siempre lo tiene que hacer todo tan difícil? Si no fuese porque me duele hasta las pestañas, ya le hubiese dado su merecido.
Doy un paso a la derecha y él también, hago lo mismo hacia la izquierda y hace lo mismo, después de varias veces, parece que estemos bailando un vals.

–¡Basta ya! —le grito con enojo—No tengo porque darte explicaciones, así que déjame en paz de una puta vez o nada más salga de aquí, me largaré de tu casa.

Automáticamente me abre la puerta gesticulando con la mano dejándome pasar.
Cuando llego a mi cuarto él intenta entrar y le cierro la puerta en las narices.
Me acuesto en la cama y al no poder dormir, reviso el móvil encontrándome con varias perdidas de Ángel.
Antes de poder devolverle la llamada, un grito me alerta y salgo deprisa para ver que pasa, entro en la habitación de Aiden sin tocar y le veo sentado en la cama con la cabeza agachada y el teléfono en la mano.

–Britt —murmura con dificultad— Sara ha desaparecido.

Verdades Ocultas (Capítulos Cortos) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora