34-Consecuencias

90 22 4
                                    

Veo como se ríe al no dejarle pasar, levanto la cara y le miro desafiante.
Aunque por dentro estoy temblando de miedo, antes muerta que demostrarle una pizca de lo que siento. Cualquier debilidad lo usaría en mi contra.
Me mira a los ojos fijamente sin apartarlos ni un segundo, la tensión es tan fuerte que ni un cuchillo bien afilado podría cortarla.

–Habla y lárgate —le respondo, aguantando la puerta con fuerza.

–No deberías de tratarme así. —contesta, con un dedo en su barbilla— no querrás que le pase algo a tu hermanita ¿Verdad? —añade amenazando.

–Tócala y te mato. —le respondo con los dientes apretados— Créeme cuando te digo que ganas no me faltan.

–Así me gusta verte —dice aplaudiendo y mirando a sus dos gorilas— ¿veis? esto sí es una mujer...

–No tengo tiempo para tus discursos —le replico interrumpiéndolo— di lo que tengas que decir de una maldita vez.

–Me han dicho por ahí que hay un muchacho rondandote. —comenta tranquilamente— no quisiera enterarme que eso es cierto, nadie se mete con lo mío. —añade intentando tocarme la cara y se la aparto de un manotazo.

–No me vuelvas a tocar en tu puta vida —le grito con ira— Jamás estaría con alguien como tú, me das asco.

Nada más acabar la frase, le escupo en la cara, saca un pañuelo y se limpia.
Me agarra de la muñeca y me atrae hasta él susurrandome en la oreja que jamás vuelva hacer eso, acto seguido me da un bofetón dejándome en el suelo.
Antes de poder levantarme, me sujeta del pelo sintiendo como mi cabeza arde con intensidad, el sabor metálico de la sangre se expande por toda mí boca. Logró deshacerme de su agarre dándole un rodillazo en los huevos y aprovecho para darle varios puñetazos, hasta hacerle caer, uno de los  hombres que le acompañan me hace una llave inmovilizadome, cuanto más intento moverme más lo intensifica, haciendo que un grito desgarrador salga desde el fondo de mi garganta.
Se levanta ensangrentado y empieza a darme bofetones y patadas, gritandome que he sido una niña muy mala.
Llega un momento donde ya no siento nada, ni gritos ni golpes, todo se vuelve negro.
De repente noto como unos brazos me levantan, abro los ojos con dificultad intentando saber donde me están llevando, pero por más que lo intento sólo veo borroso, hasta que mis párpados se cierran de nuevo.

Al despertarme, siento como si un tractor me hubiese pasado por encima.
Miro a mi alrededor desorientada intentando saber donde cojones estoy, la idea de estar en casa de ese cabrón me desespera, jodida por el dolor me levanto para salir de aquí lo antes posible.

–No te levantes, aún estás demasiado débil —oigo a Aiden desde la puerta— traía algo de comer para cuando te despertaras.

Su voz hace que me sobresalte, sin embargo una sensación de alivio recorre por todo mi cuerpo, en mi vida he estado tan agradecida como lo estoy ahora con este niñato, por ser tan cabezota.

–Explicamelo todo —le respondo, ignorando lo que me acaba de decir—¿Cómo me has sacado?

–Me quedé preocupado y te seguí  —comenta haciendo un gesto para que me siente y él hace lo mismo— vi un coche con gente dentro y me quedé vigilando, apareció otro y se bajaron varios hombres en dirección a tu habitación. —añade dejando la bandeja encima de mis piernas.

–Llame a la policía y al escuchar las sirenas huyeron, en ese momento aproveche para sacarte de allí antes que te vieran. —prosigue con las facciones endurecidas— ahora come y descansa.

–Aiden —le digo en tono de advertencia— eso que me has contado parece sacado de una película. —hago una pausa— dime la verdad.

Se queda sorprendido por mi contestación y se queda mirando mi ropa, hago lo mismo y me doy cuenta que solo llevo una camiseta de él. En ese momento, siento como mi mundo se viene abajo, sin poder contenerme, lágrimas empiezan a bajar por mis mejillas, comprendiéndolo todo.

–Cuéntame lo que realmente ha pasado —agrego con un nudo en la garganta— quiero saberlo.

–Ya hablaremos de eso, luego. —añade, dirijiendose a la puerta— duerme un poco.

–¡No! —le grito con rabia— Me lo dices tú o iré a averiguarlo ahora por mi cuenta.

–Está bien —accede resoplando, volviendo a sentarse— ¿Sólo prométeme que no te enfadaras conmigo?



Verdades Ocultas (Capítulos Cortos) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora