79-Testamento

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Me paro en seco al escucharle y retrocedo despacio mirándole detenidamente las marcas rojas en su cara, por mis golpes.
Cierro los ojos y me muerdo el carrillo arrepentida, al ver la estupidez que acabo de cometer. ¿He agredido sin contemplaciones a la persona que se jugó la vida por mí?
De pronto oigo su voz diciéndome que no pasa nada y lentamente abro los ojos para ver su mano tendida en mi dirección, sin apartar su mirada de la mía. Me acerco poco a poco, hasta que nuestras manos quedan unidas y me siento en el sofá al lado se su silla de ruedas. Le indica al abogado que hasta ahora se ha mantenido en silencio que ya puede empezar.
El hombre carraspea incómodo y les pide a los demás que salgan de la habitación quedando sólo mis hermanos y yo. Sin más, comienza a leer el testamento que según el documento me deja una cifra bastante alta de dinero, aparte de varias propiedades que pasarán a mi nombre nada más firmar los papeles.
Después de esas palabras dejo de prestar atención a lo que dice. En este momento en lo único en lo que pienso es en mi Nana, en poder enterrarla en paz y poder buscar a mi padre, aunque no seamos de la misma sangre.
Un codazo por parte de Kevin me hace salir de mis pensamientos y es cuando veo al abogado como me entrega una carta. ¿Otra carta? Al ver que no reacciono, Kevin la coge por mí.
Prosigue informandome que tengo que firmar para que todo quede legal y aunque me niego rotundamente a firmar nada, el señor no se da por vencido e insiste tanto que al final accedo de mala gana con tal de que se largue.

–Me voy al jardín para que puedas leerla con tranquilidad, si necesitas algo me llamas. —me dice Kevin con dulzura.

Sale de la casa, en cambio Sara se sienta a mi lado y de repente me abraza con fuerza.

–Te quiero mucho. —me susurra con un suspiro lleno de tristeza.

Se levanta para reunirse con Kevin, pero la detengo de la muñeca y con suavidad la siento de nuevo.

–Quiero que te quedes. —murmuró abriendo la carta con las manos temblorosas.

"Querida Britt"

Supongo que te habrás sorprendido al ver otra carta, pero está es sólo para despejarte las dudas que debes de tener con todo lo que te pertenece, aparte de la casita.
El dinero era de mi abuelo y las propiedades también. Jamás toque nada, porque desde el primer momento quise que todo fuera para ti. Antes de darte esta carta, primero tenías que leer la otra y así poder asimilar todo con tranquilidad.
Conociéndote sabía que te negarias a aceptar nada, pero el abogado ya sabe como hacerte cambiar de opinión, así que si estás leyendo estas líneas es porque lo ha logrado sacándote de tus casillas.

                                                                                                                            Te quiere: tu Nana.

¿La insistencia del abogado fue cosa de ella? Vieja bruja, como sabía que sacándome de mis casillas me iba a convencer.

–Lo ha hecho a propósito —le comento a Sara abatida.

–Lo sé Britt, pero ella ha querido dejarte protegida y que nunca te falte de nada. —me responde agarrandome de la mano— Ahora te toca vivir como te mereces, además tendrás los medios para hacerle pagar a la persona que os a destrozado la vida. ¿No crees?

¿Usar el dinero para hacer justicia? Eso no me había pasado por la cabeza, pero mi hermana tiene razón.
Me levanto de golpe como si sus palabras hubiesen encendido un interruptor que estaba apagado.
Supongo que necesitaba un empujón, para sacarme del pozo en el que me había metido yo sola.

–Tienes razón. —le respondo con seguridad— Pero por ahora vamos a despedirla como ella quería.

Al llegar al jardín todos están charlando, pero me llama la atención no ver a Aiden con ellos. Lo busco con la mirada hasta que le veo apartado hablando por teléfono y por sus expresiones parece enfadado.
Me acerco a él a paso rápido y al verme cuelga.

–¿Alguna novedad? —le pregunto directamente.

–Si, según un informante están vivos. —me responde aliviado— He quedado con Jack está noche, para que me lo explique todo con detalles.

Se despide de mí prometiéndome que me mantendrá informada de todo lo que pase, pero antes de que de dos pasos le hablo.

–Voy contigo. —le suelto de golpe— No me voy a quedar de brazos cruzados esperando.

Dedicado a:
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