Capítulo 33

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Llegué a casa de mamá y justo Alelí estaba llegando con Lucía, me acerqué a ellas y las saludé.

_Tizi, ¿Cómo estas?-Lu me abrazó.-No te veo desde que saliste de la clínica. 

_Bien, por suerte. Mañana tengo que ir a hacerme un chequeo para ver que onda la bactería que tenía o tengo, aún no lo sé.-Sonreí. 

_Ah bien, ¿Vas sola?

_No, me lleva mi hermano. 

_Ah buenísimo, si necesitas algo no dudes en llamarme eh. Sabes que siempre podes contar conmigo. 

_Si, Lu. Muchas gracias. 

_Bueno, vayan con su madre. Avisame cuando quieras vovler asi te vengo a buscar.-Le dijo a Alelí. 

_Si, yo te aviso. 

_Bueno, yo tengo que volver al laburo así que las dejo. Se cuidan.-Se despidió de nosotras y se fue. 

_¿Estas viviendo con ella?-Le pregunté a mi hermana. 

_En lo que mi papá esta de gira, si. 

_¿Y qué onda?

_Re bien, toda la onda. Es un amor de persona y me trata como si fuera su hija. Estoy muy feliz que papá tenga una mujer así en su vida. 

_Si, ambos se hacen bien porque tienen un gran corazón. 

_Si.

Subimos las escaleras de la entrada y tocamos timbre. Al instante, Eliana nos abrió. Nos hizo las típicas preguntas de cómo andábamos y luego fuimos hasta donde estaba Mariana. 

_Veo que ya estas de mejor humor.-Le dije a mi gemela observándola.-Pero te pasa algo, estas preocupada. ¿Es por lo de papá?-Ella negó.

_¿Qué le pasó a tu papá?-Me preguntó Alelí.

_Nada, le apareció una supuesta hija. Es una nena de 13 años, llegó de Córdoba y se nos presentó hoy en casa. 

_¿Posta? ¿Pero están seguros de que no miente?

_Hay una foto de la madre de esa nena con mi papá hace unos años atrás, pero no sé.-Suspiré y me llevé las manos a la cara. 

_Tu padre no deja títere con cabeza.-Comentó Eliana.-Desde la muerte de su primera esposa, él no supo como continuar con su vida y buscaba amor en muchas mujeres. Eso no lo hace mala persona igual. Nada más que a veces con tal de sanar el dolor que llevamos dentro, hacemos cualquier cosa. 

_Si, puede ser.-Miré a Mariana.-No me respondiste, ¿Qué te pasa?

_Yo les dije que vengan porque necesito contarles algo que me vengo guardando y que si nunca conté fue por miedo a como puedan reaccionar. Quiero que solamente me escuchen, que no me interrumpan porque para mi es...-Suspiró.-Es muy dificil todo esto. 

_Me estas asustando, ¿Qué pasa?-Preguntó Alelí. 

_Bueno, como ustedes ya saben yo fui criada los primeros años de mi vida con Marta, la señora que me robó y con Mauro. Pero al morir ella, Ricardo apareció y nos llevó con él. Todo iba dentro de todo bien, hasta que cumplí los 8 años.-Bajó la mirada, tomó aire y siguió hablando.-Fue ahí donde comenzó mi calvario. Un día como cualquiera nos llevó a una casa que era enorme, allí estaba su hermana Mabel y otras chicas más. Nosotros pensamos que era para que podamos vivir mejor, pero no fue así. Una tarde como cualquiera, Mabel comenzó a prepararme porque según ella llegaban visitas a las cuales había que tratarlas muy bien y obedecerlas en todo si quería ganarme la comida. Yo era muy chiquita, no entendía nada y tampoco me imaginaba lo que se me venía así que acepté. Ella me maquilló, me puso un vestido y unos zapatos bastantes altos. Al terminar, me llevó al living donde estaban las otras chicas ya preparadas. Al rato, llegaron unos hombres bastante grandes, vestidos como gente bien. Según Ricardo, todo era un juego, no había de que preocuparse. Cada hombre podía elegir con quien o quienes quería jugar y se iban a uno de los cuartos de la casa. Y un señor, me eligió a mi y me llevó hasta una pieza. Primero, me pidió que me siente en la cama mientras él se sacaba el saco, la corbata y los zapatos y por supuesto no dejaba de remarcar que yo era una nena muy hermosa, que no tenga miedo porque no me iba a hacer nada malo, que era un juego. Pero ya era tarde, yo ya tenía miedo. Y no sé como fue que de un momento a otro ya lo tenía encima mio, tocándome y susurrandome cosas horribles al oído. Intenté ser fuerte y de poder salir de ahí, pero por más que lo intenté no pude porque él tenía más fuerza que yo.-Sus lágrimas no cesaban y Eliana le pasó pañuelos descartables.-No sé cuanto tiempo habré estado así, "jugando" con aquél señor, sólo sé que para mi fue una real tortura. Y así fue como pasé todos los días de todos los años que estuve con él, rogando que no llegara la tarde para no tener que soportar los toqueteos, los piropos ni nada de aquellos hombres. Pero lamentablemente no podía zafar de las tardes ni de aquellos monstruos porque era la única manera que tenía para poder ganarme un plato de comida. Les juro que yo no quería hacerlo, pero no me quedaba otra opción, yo era apenas una nena.-Ella no paraba de llorar y Eliana la abrazó.

Lejos del sol 2: RenacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora