PREFACIO

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Los finos cabellos rubios de aquellas dos pequeñas niñas danzaban junto a la brisa otoñal mientras correteaban en un campo inmenso repleto de hojas anaranjadas y amarillentas que crujían bajo sus pisadas.


—¿No puedes atraparme, Ellie? —articuló una de las pequeñas.

—¡Claro que puedo! —exclamó sin detenerse al correr persiguiendo a su hermana.


Ellas estaban siendo observadas a la distancia por una mujer corpulenta, su cabello castaño caía entre sus hombros y su abultado pecho. Su mano estaba acompañada de una copa de vino Chacra Chardonnay by Jean Mare Roulot & Piero Incisa que degustaba sintiendo su exquisito sabor humedeciendo sus labios.


 —¿Sabe? —inquirió la mujer sin apartar sus ojos verdes de ambas niñas —Un buen vino se identifica bueno si existe un equilibrio entre sus diferentes características. Aroma, sabor, color.

—Siempre valoré tu arte de estimar los mejores vinos de este país —vocalizó una anciana acercándose a paso lento con sus tacones para estar a su lado.

—Arthur me ha dado la oportunidad de conocer los sabores argentinos —agregó.

—Él estaría muy orgulloso de saber que tuvo unas preciosas hijas —comentó deteniéndose a apreciar a esas pequeñas repletas de energía —. Y sé que hablar de mi nieto te produce nostalgia, soledad, pero antes de que te vayas quisiera darte unas pertenencias.

—¿Y de qué tratan? —preguntó serena analizando el color oscuro de su vino —Han pasado cinco años de su muerte.

—También lo extraño, querida —manifestó ladeando su cabeza —, es por eso que quisiera que te quedaras con unos libros y unas cartas de su propiedad. Hablan de su última voluntad. Sé que sólo tú puedes cumplir sus peticiones.

—¡Lo haré en memoria de mi mate, mi esposo! —tragó el contenido de la copa permitiendo que su sabor se mezcle en su paladar.


NARRA ROSETTA

Mi familia ha arreglado mi Ceremonia de Unión con el hijo de la familia Morgan: Arthur Morgan. Y con el tiempo, me he enamorado de él, pero siempre sentí que él no sentía lo mismo, no con la misma intensidad. Sin embargo, tenia esperanzas que algún día podría llegar a amarme.

Nunca regresó. Sé que no lo hará. Y eso es lo que más me duele.

En estos momentos, lo importante para mí son nuestras hijas, con las cuales quiero formar una nueva vida dándoles una oportunidad de que no se involucren en ningún conflicto de Clanes. No soportaría que ellas también se vayan de mi vida.


—Este es el cuarto de Arthur —susurró Rosetta con temor de entrar.

—En su cama hay una carta que sólo tú puedes leer, querida —asimiló la anciana retrocediendo unos pasos —. Es la última voluntad de mi nieto.

—¿Usted la ha leído? —cuestionó la mujer enfocando su mirada en la abuela de Morgan, la cual negó rápidamente con la cabeza.

—No, la carta lleva tu nombre y comprendí que se trataba de un asunto privado —sostuvo —, pensé que deberías leerla antes de irte. 

—Comprendo, se lo agradezco.


Rosetta tomó el picaporte de aquella puerta de madera barnizada y dudó en entrar por unos segundos. Sólo pudo oír cómo los lentos pasos de la abuela de Arthur se alejaban, y el ruido de sus tacones eran cómo mini segundos que la ponían nerviosa. Desde la muerte de su mate, ella jamás se ha atrevido a entrar a su habitación, la cual han compartido muchas noches.

El Alpha de las tinieblas: El comienzo de un finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora