Capitulo 07
"La llamada desde Argentina, Buenos Aires"
NARRA HELLEN
Estaba en la cocina armando un emparedado con mantequilla de maní y jalea de fresa, nunca pensé que esta costumbre norteamericana se me contagiara, hace solo unos años ni siquiera podía pensar en que estas dos cosas podían unirse, pero, ¡Vamos! Una vez que te acostumbras es exquisito.
Supe que Ellie salió a pasear a Ruben pero esta vez decidí no acompañarla, espero una llamada muy importante de mis abuelos por parte de mi padre. Ellos siempre intentan comunicarse conmigo aunque por lo que pude notar, a mamá no le causa mucha gracia que me contacte con ellos.
No entiendo el porqué.
Ellie es más obediente, si mamá le dice: "Ellie, esto no se toca" ella no va a tocarlo, "Ellie, esto no se hace" ella no va a hacerlo, "Ellie, no hables mucho con tus abuelos" ella no va a corresponder mucho diálogo, simplemente el necesario.
Honestamente, soy muy distinta a esa personalidad tan sumisa que a veces demuestra Ellie. Nadie va a prohibirme que mis abuelos me comenten más sobre nuestra cultura y de mi papá, mamá nos ha contado cuando eramos una adolescentes que nuestro padre murió en un accidente de avión y que nunca encontraron su cuerpo.
Y no sé, no sé porqué no puedo creerle y necesito que mis abuelos me hablaran un poco más de él.
Caminé hasta el cuarto trasero, aprovechando que Coco estaba durmiendo sobre el bien cortado césped del patio delantero. Al cuarto donde estaba caminando, se trataba de mi lugar donde entrenaba. Estaba tomando clases de artes marciales y en realidad, por mi edad y mi cinturón negro ya estaba habilitada incluso para dar clases pero prefería ser más adulta para eso.
Entrenaba en las clases pero también me gustaba hacerlo fuera de estas, y aquí es perfecto. Entré a un cuarto de casi cuatro paredes iguales, delante mio se apreciaba una bolsa, sobre el costado derecho varias pesas, discos, barras y mancuernas, todas de distintos kilogramos. Y en el otro costado, otros elementos para coordinación cómo conos, una escalera y una pelota.
Ellie me acompaña normalmente por la tarde y ella también entrena, pero lo suficiente para mantener su cuerpo bien firme y proporcionado, con eso se conformaba. Yo siempre me excedía y buscaba más.
Estuve quince minutos levantando unas pesas y haciendo sentadillas hasta que sentí el teléfono sonar desde la cocina. Corrí a toda velocidad y mire que el reloj marcaba las 11:01AM. Se trataba de ellos, se trataba de mis abuelos. Estoy segura.
Tomé entre mis manos el teléfono y la voz rasposa de mi abuelo se escuchaba al otro lado.
—Hellen, mi hermosa nietecita pequeña —susurró al otro lado del teléfono —¿Cómo estás, princesa?
—Estaba entrenando mientras esperaba tu llamada. En casa está todo normal, mamá trabaja y Ellie se fue a pasear a su gordo perro.
—Me alegro, mi princesa —escuché decir y sonreí instantáneamente —, eso quiere decir que estás sola, ¿no?
—Sí, hasta que Ellie venga pasarán unos minutos —asentí como si él pudiera verme —¿Cómo está la abuela?
—La abuela está en cama, ella continúa enferma pero insistió en querer hablar contigo —sonó como si necesitara de mi aprobación.
—¡Claro! ¡Sí quiero hablar con ella! —exclamé de felicidad porque, para ser sincera, desde que la abuela cayó enferma, no he podido hablar con ella.
Al parecer, mi abuelo no estaba con ella cuando me llamó, así que me quedé en línea esperando a escuchar su dulce voz de anciana adorable. Ellos siempre han sido muy cariñosos conmigo y con Ellie y nos tratan como si fuéramos sus nietas, aunque a mamá eso no le agrade y Ellie obedezca ante la orden de ella, yo si hablo con ellos.
Y quisiera preguntarle más sobre papá.
—Querida, mi nieta hermosa —susurró con una débil voz y no sabia si entristecer por su malestar o estar feliz por escuchar después de tanto tiempo su adorada voz.
—¡Abuela! —exclamé de felicidad para que supiera que me hace feliz escucharla —¿Cómo estás?
—Intento mejorarme, dulce pequeña, pero soy una Betha muy vieja ya. Quería escuchar tu voz antes de volver a descansar —pronunció y un nudo se formó en mi garganta, tal vez no era el momento indicado de preguntarle de papá —¿Cómo estás tú y Ellie?
—Ellie acaba de irse a pasear a su perro, yo estaba entrenando y anhelaba escucharte, abuelita. Me alegra escucharte después de tanto tiempo.
—Perdón por no intentar comunicarme, realmente estaba muy enferma —se disculpó y sentí pena por ella.
—No te preocupes abuela, gracias por llamarme esta tarde. Tus palabras siempre me animan por completo.
—¿Hay algo que quisieras decirme, hija? —escuché y dudé. Estaba en duda si preguntarle o no respecto a mi papá, pero...
—No, abuela. Sólo espero que te mejores y puedas llamarme más seguido.
—Así lo haré, preciosa. Saludos a Ellie y muchos para ti de parte de tus abuelos, te adoramos.
La llamada se cortó y estaba feliz de haber podido escuchar su voz, aunque sea un solo minuto. En estos momentos, quisiera que fueran ellos quien me hablen más de mi papá, de Arthur Morgan.
¡Buenas, lobitos lectores y lobitas lectoras! ¿Cómo están?
Bien, una breve llamada de los abuelos de Morgan, ¿será que ellos en algún momento le dirán absolutamente toda la verdad a Hellen? También, siempre que narran las hermanas se describen mutuamente y es para que pudieran diferenciar sus características.
¡Espero que les haya gustado y disfruten de la lectura!
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El Alpha de las tinieblas: El comienzo de un final
Hombres LoboEsta es la SEGUNDA PARTE de: El Alpha de las tinieblas Esta historia contara los nuevos caminos que deberá tomar mini Ethan. Una nueva generación se aproxima y con ello, nuevos misterios y secretos esperan a ser revelados. Una historia que te envol...