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"El ser humano tiene la creencia errónea de que necesita algo para ser feliz, no se da cuenta de que ¡¡¡tiene toda lo que necesita!!! No se da cuenta de que la felicidad es una forma de ver la vida, una actitud, una costumbre."

El Esclavo, Antonio J. Ángel.

LA POCIÓN ESTABA CASI TERMINADA Y SABÍA QUE esto cambiaría la vida de cientos de personas pero sólo había una persona que me interesaba realmente.

Remus John Lupin, mi querido Lobo.

Cerca de tres semanas después de que Sirius huyera de casa y en el proceso fuera repudiado por su familia, yo me encontraba enlistando los últimos pasos para la poción.

Me había llevado unos cuantos años y sabrá Merlín cuántas veces escribí recetas nuevas pero todo estaba por valer la pena, lo que me había sorprendido es que solo nos tomos dos intentos para saber que estaba haciendo mal, el primer intento había sido puesto en marcha en nuestro último mes en Hogwarts y hace poco concretamos el segundo intento, aunque había tratado de presenciar los efectos en persona, había recibido respuestas negativas ante mi pedido, me enfade, por supuesto que lo hice pero una parte de mi entendía.

"Por último, la poción se debe dejar fermentar..." la puerta de mi habitación fue abierta con un portazo, ni siquiera me moleste en mirar hacia ahí, sabía que se trataba de Sirius pues ahora era un miembro oficial de la familia Theoí. Bastó con que nuestra madre se enterará por parte de Euphemia Potter sobre las verdaderas razones por las cuáles el chico Black no había acudido a nosotros cuando escapó para que ella misma se plantara frente a Sirius y le diera una fuerte reprimenda por pensar tal barbaridad. Pesé a la renuencia de Sirius, mamá logró convencerlo de venir a su verdadera casa. Él tenía una habitación aquí así que no fue ningún problema y de pronto todo pareció ir mejor, la primer mañana con Sirius en casa, mamá había organizado un sorprendente desayuno en honor al nuevo integrante, tal acto casi hizo llorar a Sirius y en el proceso a mamá.

—¿Le dirás a Remus que esta lista?

Poniendo el punto final en la última oración, asentí.—Es su poción, claro que le diré.

Sirius sonrió.—Técnicamente es tu poción, tú la hiciste, pasaste no lo sé ¿cuatro años intentando?

Bufé.—Eso creo. Parece que fue ayer ¿no?

Terminé de escribir y alce mi vista encontrándome con un Sirius merodeando por toda la habitación, sonreí cuando por milésima vez se detenía para ver las fotos mágicas que colgaban en una de las paredes, su atención siempre terminaba en una en especial, era una foto de nosotros junto a Zeus, Pos y nuestros padres. En el centro se encontraba Sirius y el resto de nosotros lo rodeábamos alegremente, recordaba ese día, mamá se mantuvo tratando de que Sirius pareciera presentable y se podía ver con claridad como se dedicaba a acomodar el cuello de su camisa antes de que nos indicará que había que sonreír. Pos carcajeaba por algo anteriormente dicho por Zeus y papá había enredado su brazo sobre la cintura de mamá, atrayéndola hacia él y plantando un suave beso sobre su cabello.

La primer Navidad en la que los Black permitieron a Sirius quedarse con nosotros.

—Siento que nos pondremos sentimentales—me burle.

Sirius carcajeo.—Solo estoy muy feliz.

Sonreí, camine hasta ponerme a su lado y envolví un brazo alrededor de su torso, el solo me apretujo un poco. Ambos nos sobresaltamos cuando la puerta fue abierta, mire en esa dirección para encontrar a Pos con una enorme sonrisa.

INEFABLE.© | remus j. lupinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora