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"No confío en la gente que cree tener muchos amigos. Es señal de que no conocen a los demás"

—El juego del Ángel, Carlos Zafón.

AJUSTE MI CORBATA Y ME ASEGURE DE QUE TODO MI UNIFORME ESTUVIERA EN ORDEN para poder salir y encontrarme con los chicos, sin mucho cuidado abrí la puerta del dormitorio y antes de salir me asegure de que mis compañeras se encontraran dormidas, no era necesario ya que aún faltaban dos horas para el desayuno pero era mejor prevenir, cuando vi sus cuerpos arropados entre todas sus frazadas, deje salir un suspiro y cerré la puerta con cuidado.

Baje las escaleras y cuando estaba por considerar la posibilidad de bajarlas de dos en dos, resbale, intente aferrarme a una de las paredes, hasta que comprendí que lo que antes eran unas escaleras ahora era un tobogán. Sin otra opción, me resigne a caer hasta llegar a la Sala Común.

Donde me esperaban tres merodeadores, Peter se tambaleaba de un lado a otro en una evidente señal de que aun tenia sueño, mientras que James y Sirius estaban en los lados de la escalera, ambos sentados y con una sonrisa en sus rostros.

—¿Era eso realmente necesario? —mi pregunta pareció despertar a Pete, camino hacia mi y me ofreció su mano, sonreí en su dirección.

James se puso de pie y sacudió sus pantalones. —En realidad no.

—Pero es más divertido—agrego Sirius.

Rodé los ojos y golpe sus hombros juguetonamente. —¿Trajeron todo?

—Por supuesto que sí.

—Somos profesionales.

Peter alzó su mochila y la sacudió de un lado a otro, comprendí que todo estaba ahí, asentí satisfecha y camine hasta el agujero en la pared, rogando a Merlín que la Dama Gorda ya estuviera despierta y que no causara un alboroto.

Empuje ligeramente y salí sin mucha demora, con los chicos siguiéndome muy de cerca, para nuestra buena fortuna el retrato de la Dama Gorda se encontraba vacío. James cerro el retrato y cuando todos estuvimos fuera, suspiramos.

—¿Pasaremos antes a las Cocinas? —pregunto Pete.

James asintió y guió el camino hacia nuestro primer destino, cuidando que nadie nos interrumpiera, los pasillos del Castillo solían estar inundados de alumnos y todas las voces se mezclaban entre sí, sin embargo al ser muy temprano lo único que se podía escuchar era el sonido de nuestros pies al chocar contra el suelo.

El aire era fresco y corría un ligera brisa, pese a que habíamos despedido el invierno y casi la primavera a esa hora era usual que los alumnos mas pequeños cargaran un ligero suéter, James corrió hacia la pintura que dejaba ver un frutero y le hizo cosquillas a la pera, hasta que las puertas de las Cocinas se hicieron presentes.

Los elfos que atendían las Cocinas se arremolinaron a nuestro alrededor lanzando efusivos saludos, sonreí mientras trataba de extender mi mano y corresponder a todos sus saludos, causando que sus ojos se abrieran mas de lo normal y soltaran ruidosos gritos de emoción. A pesar de que era la reacción que siempre obteníamos de su parte, nunca dejaba de sorprenderme, Sirius era el único al que no sorprendían tales acciones ya que el estaba mas que acostumbrado a convivir con Elfos Domésticos, su familia tenía uno, Kreacher.

Cuando la emoción de nuestros queridos amigos fue menguando y la mayoría regreso a sus actividades antes del desayuno, fuimos capaces de sentarnos para no molestar o causar algún accidente, esperamos pacientemente a que alguno de ellos se desocupara pero fue James el que dio un par de vueltas sobre su propio eje buscando algo, fruncí mis cejas en confusión que fue disipada cuando cuatro ojos Potter alzo una de sus manos y la agito de un lado a otro.

INEFABLE.© | remus j. lupinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora