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"Las personas somos carne y huesos. Recuerdos y complejos. Amor y dudas. Pero sobre todo las personas somos instantes"

—¡HADES, TIENES CORREO! —EL ENSORDECEDOR GRITO POR PARTE DE MI HERMANO MAYOR, resonó por toda la casa y lo más rápido que pude, me encamine escaleras abajo para poder recibir mis cartas.

Visualice a mi rubio hermano de pie en la entrada de nuestra cocina, en una de sus manos sostenía toda la correspondencia que había llegado, mientras que en su mano libre tenia un vaso y bebía —lo que yo creía— zumo de calabaza.

—¿Es de los chicos? —pregunté.

Zeus soltó un jadeo ofendido. —¿Qué clase de persona crees que soy? ¡Yo no leo correspondencia que no es mía!

—¿Seguro? —me burle, recordando una vez que por "accidente" lo había hecho.

—¡Fue solo una vez! —contesto—, estaba dirigida a la familia Theoí.

Una pequeña risa escapo de mis labios y sin mas demora tome las cartas. Encontré una de Zac, mi amigo tejón, otra de Sirius y la carta de Hogwarts. Al ver esta ultima dirigí mi mirada a Zeus quien ya se encontraba leyendo su carta.

—¿Esta la carta de Hogwarts para Poseidón?

Zeus dejo de leer y se dedico a buscar el nombre de nuestro hermano en alguno de los sobres restantes.

—Me temo que no.

Deje caer mis brazos decepcionada, una pequeña parte de mi mantenía la esperanza de que su carta llegaría hoy, junto con la de Zeus y la mía.

Escuchamos unos pasos por las escaleras y temiendo que se tratara de Pos, ambos nos apresuramos a esconder nuestras cartas, miramos nerviosamente hacia la entrada de la cocina y un suspiro de alivio salió de entre nuestros labios cuando nos dimos cuenta del dueño de los pasos o este caso, dueña.

Abbey Theoí, se dirigía hacia nosotros con su habitual cálida y encantadora sonrisa que lentamente fue reemplazada por una mueca de tristeza.

—¿Llegaron sus cartas, cierto? —pregunto y sin decir una sola palabra, asentimos—, y por sus caras deduzco que a Pos no.

Volvimos a guardar silencio y repetimos el movimiento de cabeza, afirmando lo que nuestra madre ya suponía.

—Bien, hay que decirle —suspiro—, es fuerte. El ya estaba consciente de que esto podría suceder.

Un nudo se instalo en la boca de mi estómago.

—¿Y donde esta? —pregunto Zeus con un tono muy bajo.

Mamá suspiro antes de responder. —Salió con su padre a alimentar a los Hipogrifos, no deben de tardar en regresar.

Y como si nuestra madre tuviera el don de las visiones, las puertas que daban directo a nuestro patio se abrieron de par en par, dejando que se escucharan las risas de papá y Pos.

Mire nerviosamente a mi hermano, preguntándome si estaría buscando una salida para no tener que presenciar la siguiente escena, como me encontraba yo. Pero en cambio, Zeus se encamino a lado de nuestra madre y tomo su mano para darle un apretón.

Cerré mis ojos y por un momento desee desaparecer, Zeus lo entendía y yo había sido tremendamente ciega al no ver porque él tomaba esa postura, solo intentaba hacerlo más fácil para Pos.

—En serio papá —hablaba Pos sin darse cuenta de nuestra presencia—, el pequeño Hipogrifo que trajiste hace un mes, se va a convertir en el más grande del grupo.

INEFABLE.© | remus j. lupinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora