INEFABLE.© | remus j. lupin

o77

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"El universo es algo que nos fascina tanto como nos atemoriza. Lo desconocido nos da miedo y nos cautiva a partes iguales. Sin embargo, no podemos olvidar que este es el lugar del que procedemos. Somos la consecuencia del propio cosmos. Para que nosotros pudiésemos estar aquí era necesario que primero hubiese un Big Bang..."

—Hacia las estrellas, Álex Riveiro.

LA PRIMERA VEZ QUE MAMÁ DEJÓ QUE POSEIDÓN NOS ACOMPAÑASE AL CALLEJÓN DIAGON fue durante nuestro tercer año y el primero para él, ella habia dicho que Pos era mi responsabilidad, con el paso de los años entendí cuan cierta era esa frase, Zeus era un hermano maravilloso en todos los sentidos, pero era más del tipo aprende de tus errores y la siguiente ocasión lo pensaras dos veces, era lo que había aplicado conmigo y estaba bien con ello pero el pequeño pececito era mi responsabilidad.

Mío.

Por lo que mi manera de cuidarlo era hacer pagar diez veces a todo aquel que se atreviera a hacerle daño, mi actitud sobreprotectora lo agobiaba, pero era algo que el sabia manejar así que la mayor parte del tiempo el aceptaba que yo cuidase de él.

No tenía idea de que haría cuando mi último año en Hogwarts concluyera, claro que durante todo el tiempo en el que ambos caminamos por los mismos pasillos año tras año, él no había necesitado de mí, era alguien independiente y sabia resolver sus problemas pero con la inminente amenaza rondando fuera de los muros del Castillo era inevitable no preocuparme por mi pequeño hermano, su cabellera negra azabache se mecía con la ligera brisa que anunciaba la entrada de la noche, el reía en compañía de sus amigos más cercanos y Prási se mantenía colgando de su hombro, por un momento pensé lo fácil que sería poder mantenerlo así por siempre, feliz y seguro.

—Estará bien.

No me fue complicado adivinar el nombre de la persona que había dicho eso porque en el proceso había enredado sus brazos en mi cintura, creando un abrazo reconfortante, me recargue sobre Remus en busca de calor.

—En ocasiones detesto que puedas leerme con tanta facilidad—recrimine.

Una suave risa escapo de sus labios, dejo un beso sobre el cabello que cubría mi oreja. —Yo amo poder leerte como un libro abierto.

Gire sobre mi propio eje sin romper el abrazo en el que estaba envuelta para poder observar sus lindos ojos cuando finalmente me encontré cara a cara con él, me miraba con una sonrisa radiante, suspire y le plante un fugaz beso en los labios. —Pensándolo bien, después de seis años de amistad o tal vez más, me sentiría ofendida si no conocieras algunos gestos míos.

Remus alzo sus cejas. —¿Algunos? —preguntó en voz baja, con facilidad podía decir que me sacaba una cabeza de altura por lo que el solía inclinar su cabeza en mi dirección, cuando quería decir algo y que solo yo fuera capaz de escuchar, justo como ahora—, conozco cada gesto tuyo, cuando sonríes pequeñas arrugas llenan los bordes de tus ojos, muerdes tu labio cuando estas inquieta e incluso chasqueas los dedos aunque no toleras el ruido, frunces tu entrecejo cuando estas confundida o demasiado concentrada, arrugas la nariz cuando algo te disgusta—al escuchar sus palabras me fue imposible contener la sonrisa, negué lentamente—, pero mi favorito es este—añadió y beso mi mejilla—, un pequeño hoyuelo se forma cuando estas feliz y sonríes.

—¿Por qué nos tomó tanto tiempo? —pregunte y aunque había sido una pregunta totalmente fuera de contexto el pareció entenderme a la perfección.

—Puedo atribuirlo a mi ceguera y un poco a tu despiste.

—¡No soy tan despistada! —refute—, esa es Alice.