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"Para el señor Sempere, el mejor amigo que podría desear un libro, por abrirme las puertas del mundo y enseñarme a cruzarlas"

TODO HABÍA VUELTO A LA NORMALIDAD CON LOS CHICOS, DE NUEVO ERAMOS NOSOTROS CINCO CONTRA EL MUNDO. LAS BROMAS NO HABÍAN VUELTO porque justo ese fin de semana se iba a realizar la salida a Hogsmeade y todos estábamos tremendamente orgullosos de que nos habíamos mantenido sin ningún castigo, incluso recibimos lechuzas de nuestras familias donde decían que les parecía extraño no recibir cartas de parte de Minnie. Por otra parte, la profesora McGonagall nos observaba todo el tiempo, insistía en que planeábamos algo mucho peor, lo cual no era cierto —o no del todo—.

Los chicos se enteraron de lo que había pasado con Ben gracias a un par de gemelos pelirrojos y chismosos, se burlaban de mi constantemente, pero al ver cuál era mi reacción cuando Ben aparecía buscándome, le daban algunas excusas —patéticas en mi opinión— mientras yo salía huyendo.

Remus me había prohibido decirles a los chicos sobre la transformación a Animagos, alego que era un proceso peligroso para unos chicos de tercer año y que a pesar de que ellos parecían cómodos con la idea de él siendo un Hombre Lobo, no quería darles motivos para salir lastimados.

Así que ahí nos encontrábamos, la mayoría de los alumnos de tercer año se mantenía haciendo fila para poder entregar el permiso correspondiente y de esta manera ir a Hogsmeade.

—Aquí termina chicos —hablo Sirius—, después de hoy podremos hacer bromas.

Rodé los ojos y bufe. —No se porque no me sorprende que ese sea tu primer comentario.

James levanta una mano para chocar las cinco con Sirius. —Creí que me volvía loco.

—No exageren, no fue mucho tiempo.

—¿Bromeas? —pregunto James—, creo que Minnie vive por nuestras bromas, no nos quita la vista de encima.

Remus contesto. —Es solo porque ella espera algo peor.

—¿Qué sería peor que nuestras bromas? —pregunto Peter mientras comía una pequeña golosina, me quede observándolo por unos segundos y cuando se dio cuenta de mi mirada, derrotado, me ofreció el resto de su pequeño dulce, le sonreí inocentemente y la tome.

—¿Convocar un pantano en alguno de los pasillos? —pregunte comiendo la golosina.

Remus abrió los ojos exaltado. —¡No les des ideas!

—Ay Remus —suspiro Sirius al mismo tiempo que una sonrisa de medio lado aparecía en su rostro—, ella no solo nos da ideas, es la mente maestra.

Fingí hacer una reverencia. —Doy clases todos los jueves.

James entrecerró sus ojos y miro a Remus. —No se de que te quejas, eres como el creador de el cuarenta por ciento de todo.

Remus fingió no haber escuchado el comentario de nuestro amigo con anteojos y se apresuró a entregar su permiso a Filch, que al vernos nos dedico una mirada nada amable, su fea gata se paseaba entre sus pies y juro que casi pude escuchar a Sirius decir "¿Puedo patearla?"

Cuando todos entregamos nuestros permisos, caminamos para tomar un carruaje y al subir nos dimos cuenta de que dos personas ya estaban arriba, una sonrisa se instaló en mi rostro al percatarme de las cabelleras rojas que se escondían tras sus gorros.

—Mira quiénes están aquí.

Gideon continuo. —Pero si son los Merodeadores.

—Hola chicos.

—Su primera visita a Hogsmeade, debe de ser memorable.

—Ese es el plan —contesto James.

—Esperamos que se diviertan —dijo Fabian con una sonrisa—, no rompan las reglas.

INEFABLE.© | remus j. lupinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora