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—¡CUANDO LOS ATRAPE, LOS VOY A COLGAR DE LAS OREJAS Y VAN A DESEAR NUNCA HABER PUESTO un pie en este Castillo!

James, Sirius y yo corríamos sin descanso alguno, tratando de perder al gruñón celador del Colegio. Intentamos despistarlo entre toda la multitud de alumnos que se dirigían al Gran Comedor, pero todos nuestros intentos se veían frustrados, sin previo aviso, tome de la manga de su túnica a James, dicha acción lo hizo casi caer, Sirius nos siguió automáticamente y todos subimos las escaleras que nos dirigían hasta el séptimo piso.

—¡Maldición! —se quejó Sirius mientras llevaba una de sus manos hacia su pecho y trataba de recuperar su respiración —, ¿Cómo es que no está cansado de seguirnos?

—No hace nada en todo el día, seguramente guarda toda su energía para momentos así —se encogió de hombros James.

Sirius rodo los ojos antes la respuesta por parte de James, pero eso no impidió que una sonrisa se dibujara en su rostro. Extrañada observe que el corredor en el que estábamos se encontraba inusualmente vacío.

—¿Por qué esta tan solo aquí?

—Son horas de clases.

Sirius se recargo sobre una columna. —Clases en las que deberíamos de estar.

—Solo es Historia de la Magia.

James camino por el pasillo y se alejó unos cuantos pasos, hasta que quedo enfrente de un tapiz. Seguí a James y me puse su lado, observando el tapiz con detenimiento.

—¿Está tratando de enseñarles ballet?

Asentí aun confundida sin entender completamente el contexto de la imagen, Sirius camino de manera lenta hasta nosotros. —¿Qué miran bobos?

Señale el tapiz que de una manera extraña había capturado mi atención, Sirius soltó una suave risa. —Es muy gracioso.

James parpadeo confundido y pregunte. —¿Qué?

—El tapiz.

—¿Qué? —repetí.

—¿No saben la historia de Bárnabas el Chiflado? —hablo Sirius con un rastro de burla en su voz, pero al no obtener una respuesta de nuestra parte continuo contando—, Bárnabas fue un Chiflado, que como se ve aquí, intento enseñarles ballet a ocho Trolls. Obviamente fue un fracaso, los Trolls no pueden hacer tal cosa, se le conoce por su descomunal error.

—¿Y?

Se encogió de hombros restándole importancia. —Eso es todo.

—¡Pero tiene un tapiz! —me queje.

—Si, ¿y?

—Se supone que debes de ser famoso para que alguien se moleste en hacer algo inspirado en ti —argumente.

—Bueno, si —el mayor de los Black contesto y se tomo un segundo para continuar—, pero hay muchos tipos de fama.

—Apesta —fue el asertivo comentario por parte de James—, si esto me llega a pasar, prometan que no dejaran que sea mercancía fea.

Sirius y yo nos burlamos de lo que había dicho James, pero él se veía determinado a no dejar que su rostro y nombres fueran motivo de burla.

—Lo prometemos.

Con una sonrisa en su rostro, James siguió el camino que nos llevaba hacia el Gran Comedor y sin mas remedio, Sirius y yo lo seguimos.

Cuando entramos al Gran Comedor, Remus y Peter ya se encontraban ahí en los lugares que habitualmente solíamos ocupar. El primero se veía un poco cansado, con unas enormes bolsas bajo sus ojos. Peter por su parte trataba de ignorar los constantes gruñidos que Remus dejaba salir cada tanto.

INEFABLE.© | remus j. lupinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora