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"Un libro debe de ser el hacha que quiebre el mar helado dentro de nosotros"

—Franz Kafka

—¡NO OLVIDEN TODAS SUS COSAS PARA SU PRIMERA CLASE! —gritaba la prefecta de nuestra casa, cuando todos nos apresurábamos hacia el Gran Comedor. Bufe y puse mis ojos en blanco, ¿qué cabeza de Troll podría olvidar sus cosas?

Pero al parecer hable demasiado rápido, porque Sirius quien venía bajando las escaleras en compañía del resto de nuestros amigos grito. —¡James, deje mi pergamino y tinta sobre mi cama! —y tan pronto como lo hizo, volvió a hacer su camino hacia arriba.

Reí e hice un gesto de clara desesperación. —¡Llegaremos tarde por tu culpa, Black!

—¿Tarde al desayuno? —cuestiono Remus.

Asentí. —Yo en realidad quería un poco de pudin de chocolate.

Peter que era el único que entendía mi amor por la comida y compartía tal amor, estuvo de acuerdo. —Tienes razón, los mejores postres se acabaran.

—Uy si —dijo James—, que tragedia.

Fingí llorar e hice un puchero, Remus quien miraba todo con su ya habitual sonrisa de lado, metió su mano a uno de sus bolsillos, saco una barra de chocolate y la extendió en mi dirección.

—¿Para mí?

—Solo en caso de que no alcances postre.

—¡Eso no es justo, Lupin! —grito James.

Le dedique una sonrisa burlona. —Deja de llorar —hable mientras guardaba la pequeña golosina y trataba de ocultar una sonrisa.

—Lo hace solo porque eres una niña.

Y mi sonrisa desapareció, lo mire fijamente y pregunte. —¿Me estas diciendo que solo porque soy niña, él tiene más consideración?

—Uh- sí.

Remus quien podía ver que se avecinaba una pelea intervino rápidamente. —No es así, yo ya no quería el chocolate, Hades quería postre y todos felices.

Pero James siendo tan él, no quería dar su brazo a torcer fácilmente y murmuro. —Peter también quería.

—¡Iba a compartirlo, Potter! —grite—, con Pete, Sirius, Rem e incluso contigo.

Unos pasos apresurados se escucharon desde lo alto de la escalera y unos segundos después Sirius hizo su aparición.

—¿Por qué tan callados? —pregunto—, hay que movernos o Hades no alcanzara postre.

Decidida a no continuar con esa absurda conversación acepte la petición, di media vuelta, me encamine hacia el agujero que nos llevaba a la salida y empuje el retrato.

Una vez todos juntos nos abrimos camino hacia el Gran Comedor, que ya estaba lleno y solo un par de lugares en la esquina de la mesa estaban disponibles, tan pronto como todos nos sentamos y llenamos nuestros platos, James deslizo un pudin de chocolate en mi dirección. Dirigí mi vista a hacia él, quien me veía con sus ojos de cachorro atropellado.

Le lance un poco de mi jugo de calabaza, que fue a dar directo hacia sus anteojos y me reí, Remus y Peter nos observaban con mucha atención y Sirius mantenía una expresión confundida en su rostro.

James también soltó una pequeña risa y nuestros amigos dejaron salir el aire que habían estado reteniendo.

—Sigo sin entender —comenzó Sirius—, ¡no entiendo!

James le lanzo una pequeña miga de pan y sin esperar mucho tiempo le lance un panecillo a Peter, quien tomo lo primero que vio y se lo lanzo a Remus.

INEFABLE.© | remus j. lupinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora