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Luego de pensarlo por pocos segundos termine por arrancar una de las flores y con calma comencé a acariciar uno de sus pétalos, con suma delicadeza. El punzante dolor en mi cabeza volvió a aparecer por lo que, al igual que antes, cerré mis ojos con esperanzas de que este desaparezca. Sostuve la flor con ambas manos y la acerque a mi nariz, quizá el perfume natural de esta pueda distraerme un poco. Al abrir mis ojos el dolor se había esfumado en su totalidad. 

—Estúpidos mosquitos -Susurre luego de estampar a uno contra mi brazo- ¡Ouch! ¿¡Eso fue una abeja!? -Pregunte tras sentir un pinchazo en mi nuca. Observe en todas direcciones, percatándome de que a diferencia de antes había un sinfín de flores rodeándome, con el césped en perfectas condiciones- Mierda, va a alcanzarme -Susurre observando hacia atrás. Con una sonrisa en mi rostro volví a colocar la bella flor en su lugar. 

Decidida a dejar de perder mas tiempo me puse de pie y continúe corriendo, de alguna manera el lugar se sentía diferente. Todo a mi alrededor era extraño, pero también normal, simplemente algo difícil de explicar. Sin detener mi huida, me dispuse a esquivar todos los obstáculos de mi camino atravesando el diferente pero a la vez familiar bosque a mi alrededor. Tenia que apresurarme o de lo contrario perdería, además no me quedare mas tiempo en un lugar en el cual están picándome sin piedad alguna. 

Al sentir rápidas pisadas detrás de mi supe lo que ocurriría y aunque intente apresurarme termino por derribarme, rodamos por varios segundos sobre las hermosas flores rojas. Entre risas nos incorporamos y sin decir ni una palabra apoye mi espalda sobre su pecho mientras él entrelazaba sus manos por encima de mi estomago. 

Permanecimos en silencio por varios minutos, simplemente disfrutando de la presencia del otro. Su maravillosa esencia brillaba con intensidad y lentamente comenzó a expandirse. Sus dedos comenzaron a trazar circulos por encima de mi ropa, para luego meter sus manos por debajo de mis prendas, acción que simplemente me estremeció de pies a cabeza. 

Sin cambiar de posición, ni observarlo, moví mi mano derecha hasta su nuca para proporcionarle suaves caricias. El recorrido de sus dedos se expandió, moviéndose con delicadeza por lo largo de mi abdomen y cintura, subiendo sutilmente hacia mi pecho en un intento por pedir permiso de continuar con su camino. Asentí. 

Intentando ignorar la rapidez con la que nuestros corazones latían cerré mis ojos, centrándome en como su mano se deslizaba hasta mis pechos, una vez los sostuvo procedió a presionarlos suavemente. Incline mi cabeza hacia atrás sintiendo con mas claridad su cálida respiración chocar contra mi oído, todo a nuestro alrededor estaba sumido en su hermoso color mismo que se volvía cada vez mas irresistible a medida que sus caricias continuaban. 

De forma tortuosa una de su otra mano se deslizo lentamente hacia mis muslos, comenzando a rozar la yema de sus dedos sobre los sectores mas sensibles de mis piernas, era como si supiera exactamente los lugares donde se sentía bien. Con un gran calor recorriéndome todo el cuerpo me apegue mas a su torso. Debido a las sensaciones que invadían mi cuerpo un suspiro escapo de mis labios generando que mi amado soltase un gruñido, mismo que me hizo temblar, su nariz comenzó a moverse por mi cuello y sin dejar de masajear mi seno dirigió sus largos dedos hacia mi pelvis. 

Al instante mi mano libre presiono con fuerza las flores del suelo, arrancando algunas en consecuencia, en un intento por contener mi voz moví esta misma mano, ahora temblorosa, hacia mi rostro siendo capaz de percibir el agradable aroma que aquella flor rojiza. 

—ma... -Logre oír a la distancia con dificultad. Aun sintiendo las placenteras caricias agudice mi audición- Emma... -Se volvió a escuchar ¿Emma?. Mi cuerpo comenzó a temblar con mayor intensidad por las caricias proporcionadas por el contrario- ¡Emma! -Repitió en un tono mucho mas alto que los anteriores. Un fuerte pinchazo en mi cien apareció. 

Ojos rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora