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No tuve tiempo de explicar nada de lo que había sucedido durante su ausencia, ya que nos informaron que debíamos sentarnos en nuestras respectivas mesas porque dentro de poco servirían la cena. Al parecer estaba ubicada en la mesa mas lejana a la que realmente debíamos ir, por lo que tuve que despedirme y agarrar el tarro que Daniel le había regalado a Pelusa, para finalmente encaminarnos a nuestro sitio. 

—¿Y? -Dijo mientras caminábamos. Lo mire confundida- ¿No vas a contarme que paso? -Sonreí divertida y devolví mi vista al frente.

—Oh... -Exclame sorprendida- ¿De casualidad esa es nuestra mesa?... Donde solo hay dos lugares libre -Asintió- Entonces no creo que tardes en enterarte lo que sucedió -Dije sonriendo de lado mientras nos acercábamos a nuestros asientos. Esto sera divertido.

Afortunadamente nadie dijo nada, en total eramos 8 personas en la mesa, entre estos la mujer a la que llame perra. El solo pensarlo me divierte, ella se lo busco. A su lado esta el que supongo era su pareja, su alfa, como sea que se diga, realmente no estudie eso. Al parecer ella ya le había contado lo que ocurrió entre nosotras, ya que ambos me miraban de mala manera y hablaban de cosas que no terminaba de comprender, intentaban molestarme con ''ventajas'' que al parecer yo no poseía por ser humana. Acerque la copa con agua a mis labios, ¿Que podrían tener ellos que a mi me interese? 

—Padres vivos -Habló de la nada.

Debido a su repentino comentario deje escapar el aire de mis pulmones en un intento de no soltar una risa. Comencé a toser por lo bajo debido a las gotas de agua que habían logrado llegar a mis pulmones. Intente actuar normal pero ya había llamado la atención del tatuado que se encontraba a mi lado observándome. Apoye la copa en su lugar y le sonreí nerviosa, continuo mirándome, acercó una servilleta a mi rostro y comenzó a moverla suavemente por mi nariz.

—Agua -Fue lo único que dijo antes de volver a la platica con las demás personas de la mesa.

El segundo plato por fin llego. No es por nada pero esa pequeña ensalada lo único que causo fue volver a despertar mi hambre, y yo que pensaba que esos cuadraditos de queso fueron suficientes. Todos hablaban animadamente yo solo me limite a comer la mitad de lo que me habían servido ya que la otra parte se la di a mi amada. Saque el segundo tarro de mi mochila, el que tiene desde siempre, le puse un poco de agua y se lo di. 

—¿Donde puedo conseguir una igual? -Daniel apoyo sus cubiertos en la mesa causando un sonido un poco fuerte, lo suficiente para llamar mi atención pero no como para alarmar al resto. Volví mi vista a la mesa, el que hablaba era el acompañante de la mujer de antes- ¿Me prestarías tu juguete un rato? -Me observo- Oh, lo siento, podríamos intercambiar -Agarro el brazo de la que yo creía era su pareja. Que equivocada estaba- Una esclava por otra. 

El silencio invadió la mesa, nadie decía nada, simplemente nos mirábamos, ¿Que se supone que quiso decir? Daniel no aceptaría este trato ¿Verdad?, el que no conteste está causando que mis nervios aumenten. Como siquiera este considerándolo voy a matarlo. 

—No gracias -Contesté rompiendo el silencio de golpe. Todos me miraron sorprendidos- Agradecería que no bromee así -Sonreí intentando sonar amable. Después de todo, tengo que mostrar algo de respeto...

—Oh, disculpa -Contestó- Estoy hablando con tu dueño, no te met- 

—No estoy esperando tu autorización para hablar-Lo interrumpí, a la mierda con el respeto- Ya recibió su respuesta, así que por favor no insista -Finalice sin darle posibilidad de protestar.

—Ya oíste -Dijo Daniel una vez que sus miradas se cruzaron. Luego hablaremos de esto.

»»»»»:«««««

Me senté cansada, hace mas de una hora que habían apagado las luces y aumentado el volumen de la música, por alguna razón esto se convirtió en una verdadera fiesta en menos de un segundo, ahora tenia sentido que tenga un vestido y todas esas clases de baile. Me había separado de Daniel y no pude encontrarlo, era extraño no podía ver rastro de su color por ningún lado. A Pelusa le molestaba la música y para ser sinceras a mi también. Camine rodeando la multitud de personas que bailaban en el centro del lugar y rápidamente nos caminamos hasta una puerta de cristal, una vez estuvimos del otro lado, la cerré y suspire. Al fin algo de aire fresco, mi amada comenzó a caminar por todo el césped, yo me limite a seguirla por el camino que madera, por culpa de los zapatos. No repito mis errores dos veces, cuando aun estaba acostumbrándome a estas cosas cometí la idiotez de hacer como si tuviera puesto mis zapatillas, gran error, al caminar sobre la tierra los tacones se hundieron causando que caiga hacia atrás. Desde entonces tengo mas cuidado donde piso... 

Al final del camino se encontraba una cúpula con un asiento en el centro, ambas apresuramos el paso hasta este, la música aun podía escucharse, pero en menor medida, lo que era un alivio para nosotras. Levante la cabeza contemplando las estrellas, eran hermosas, a la derecha de la luna podían verse dos estrellas que brillaban mas que el resto. Me gustaba pensar que eran mis padres, sonreí y comencé a recordar aquellos años en los que dormimos en el bosque, podría decirse que extraño dormir en la naturaleza, por mas extraño que suene, cada noche que contemplaba las estrellas, me sentía libre y aunque en varias ocasiones nos quedábamos sin comida, al observar el cielo todo malestar desaparecía de mi mente, permitiéndome descansar tranquila. 

Un brillo a la distancia que se acercaba velozmente por el aire causo captar mi atención y rápidamente salte sobre mi amada, tirándonos al suelo, para cubrirla por completo con mi cuerpo. Lentamente levante la cabeza y clavada en una de las cuatro columnas de la cúpula se encontraba una flecha. Me acerque gateando y rápidamente me levante para agarrarla y volver alado de Pelusa, mire con atención el objeto en mi mano, había una nota. Tire de la hoja que ataba el pedazo de papel y finalmente comencé a leerla. 

''Estas en peligro.

¿Recuerdas lo que sucedió aquel día que tus padres murieron? No fue un accidente, nada es lo que crees. Su asesino esta en paz, pero cuando sepa que sigues con vida terminará lo que empezó. Ten cuidado.

Larga vida a la Emperatriz Roja.''                      

Leí la nota una y otra vez ¿Que esta pasando? ¿Accidente? Nunca creí eso pero... ¿Alguien sabe que paso?
Mi amada solo me observaba confundida. Mire hacia el bosque, de donde vino la flecha y a lo lejos, detrás de un árbol, en medio de toda esa oscuridad pude notar algo extraño. Me coloque la mochila en mi espalda y agarre con fuerza la flecha y la nota.  Comencé a correr, no estaba loca, ese color... No es la primera vez que lo veo, estaba completamente segura de ello y estoy dispuesta a confirmarlo en este mismo momento, necesito respuestas, en menos de pocos segundos y con tan pocas palabras comenzaron a surgir miles de interrogantes que nunca se me habían ocurrido. Este sujeto había abierto algo que no sabia que existía dentro de mi.    

Ojos rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora