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—¿Qué haces aquí pequeña? -Pregunte arrodillándome en el suelo para quedar a la altura de la triste niña- ¿Estas perdida? -Pregunte con el tono mas suave y amable que mi voz permitiese. Asintió repetidamente sin dejar de llorar- Vamos a buscar a tu madre 

Luego de lograr tranquilizarla comenzamos a caminar de regreso al pueblo. Debíamos apresurarnos si no queríamos que nos atrapase la noche en medio del bosque. Me agradecí internamente por decidir volver a dar un ultimo vistazo por los alrededores, si no fuese por eso, esta niña hubiera sido devorada.

—¿Por que entraste al bosque tu sola? -Pregunte curiosa. Era sumamente extraño como, precisamente, una de las hijas de una familia humana tan protectora deambulara sola. 

—Quería jugar con el niño del bosque... -Pronuncio causando que la mirase extrañada- Pero se fue sin mi.

Al terminar de oír sus palabras gire mi cabeza en todas direcciones, siendo capaz de ver una silueta detrás de un árbol. Luego me encargaría de ello. 
Una vez madre e hija se reencontraron decidí dirigirme a la casa de la joven invidente que cuidaba de mi pequeño. Luego de agradecerle lo tome en brazos y comencé a caminar hacia nuestra casa, donde nuestra pequeña familia debió haber crecido. Al entrar camine hacia el patio trasero, para meterme dentro de un árbol y terminar así dentro de una cueva, mis dos queridas serpientes me recibieron con sus siseos mientras el escarlata y amarillo que emanaban sus cuerpos nos envolvían. Camine hacia la salida y una vez fuera alce mi mano iluminando mi palma, rápidamente me encontraba rodeada. 

—Los he reunido esta noche para recordarles nuestro acuerdo -Pronuncie en alto, para que todos pudiesen oír mis palabras- Nada de bromas a los humanos -Observe a todos y cada uno. Dirigí mi mirada a mi pequeño en brazos y sonreí por pocos segundos. No podía distraerme- Esto es una advertencia, desearía que cumplan con su parte del trato.

—Lo sentimos mucho, no volverá a ocurrir -Pronuncio el líder de aquellos pequeños seres- Tiene nuestra palabra -Se arrodillo causando que todos sus compañeros hiciesen lo mismo. 

—Sin mas que discutir, doy por finalizada esta reunión -Sentencie dando media vuelta, dispuesta a caminar de regreso a mi hogar- Que tengan una buena noche- Pronuncie antes de que se fuesen. Observe a mi pequeño y sonreí, estaba segura que seria igual a su padre. Me hubiera encantado que pudiesen conocerse...        

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Mire a mi alrededor intentando descifrar donde me encontraba. Cemento húmedo contra mi rostro, manos y piernas se encontraban atadas. Todo sumido en la oscuridad de la noche, siéndome posible ver únicamente la esencia de otra persona del otro lado de la habitación. ¿Dónde estoy? ¿El beige finalmente me encontró?
Las nubes se movieron dejando de cubrir el brillo de la Luna, la cual elimino sutilmente la oscuridad absoluta, dejando ahora que mi vista pueda distinguir la silueta del dueño de aquel color turquesa, el cual estaba aclarado.    

—¿Tienes idea de donde estamos? -Pregunte mientras intentaba sentarme pero, el dolor que se expandía desde mi herida, dificultaba mi tarea. No obtuve respuesta alguna- ¿Estas bien? -El silencio volvió a reinar la habitación- ¿Estas dormid- -Un fuerte grito provoco que cerrase mi boca. Este se había originado no muy lejos de nosotros. 

—Shhh -Logre distinguir entre aquel escalofriante sonido de agonía- Nos oirán... Soy el próximo, no tienen que venir, no tienen que notarme -Susurraba para si mismo. Su silueta se tambaleaba y su esencia titilaba fuertemente, estaba aterrado y sinceramente yo también lo estaba. 

Tras varias suplicas apenas audibles por culpa de la lejanía, aquellos gritos cesaron de un momento a otro. Eso no me tranquilizo en lo absoluto. Una puerta fue azotada y sonoras carcajadas comenzaron a oírse cada vez mas fuertes, estaban acercándose. 

Ojos rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora