Abrí mis ojos lentamente, lleve una mano a mi rostro para eliminar las lagrimas que se habían vuelto a formar en mis ojos. Mi cerebro comenzaba a procesar donde me encontraba, estaba completamente acurrucada en el pecho de Daniel mientras él me abrazaba, exactamente igual que antes ¿Cuándo me dormí?.
Que lamentable, ni siquiera sé cuanto tiempo el pobre imbécil debió quedarse en esta posición con tal de no despertarme. Levante mi cabeza y observe su rostro, esperaba que estuviera enojado o algo por el estilo, pero nada, sus ojos estaban cerrados. También se durmió.
Me moví ligeramente, dispuesta a levantarme, pero un escalofrió evitó que continuase con ese plan. Volví a acercarme al tatuado, su calor corporal era simplemente perfecto. Comencé a dar pequeños golpecitos en su pecho para que despertase pero nada, estoy teniendo un Déjà vu... No podemos quedarnos en el suelo, aunque me encuentro recostada sobre él a la vez que estoy siendo arropada por sus brazos y el calor que emana de su cuerpo, simplemente no puedo dejar que continúe durmiendo en el suelo, sin mencionar el frío, mi cuerpo no es tan cálido como el suyo.
—Daniel... -Acerque mi mano a su rostro y di pequeños golpes en su mejilla- Subamos a la cama, vas a enfermarte -Suspire al notar que no reaccionaba- ¿Cómo se supone que voy a movernos?... ¿Liam puede ayudarme en estas situaciones?
—No funciona así... -Contestó respondiendo a mi pregunta- El idiota numero uno debe estar despierto para que el idiota numero dos pueda hacer algo. Sin ustedes conscientes... Simplemente estamos atrapados.
—Eso es triste... -Suspire y continué sacudiendo a Daniel para que despertara.
—Solo golpéalo y aléjate de él -Propuso tranquilamente.
—¿Por qué tanta violencia? -Pregunte confundida- Es verdad, ahora que lo recuerdo... ¿Por que no te agradan?
—Es algo que no podrías entender y si te soy sincera... Tampoco lo sé -Guardo silencio por unos segundos- Solo siento que no debemos confiar en ellos.
Sin pronunciar ninguna palabra continué moviendo al tatuado, ya pensaré mas tarde en lo que dijo Keira, ahora debo movernos para no congelarnos. De pronto recordé la escena de una película que vi cuando era pequeña... Me acerque lo mas que pude a su rostro, mis movimientos eran muy limitados debido a su agarre. No estaba segura si funcionaria pero no pierdo nada intentándolo. Acerque mis labios a su oído y suavemente susurre su nombre, mientras mis dedos se deslizaban entre sus cabellos.
De pronto sus manos se posaron con firmeza en mi cintura y un grave gruñido salió de su garganta. Su extraño color comenzó a brillar mientras se expandía por toda la habitación, rápidamente observe su rostro, finalmente tenia sus ojos abiertos pero estos estaban, de alguna manera, teñidos por su esencia.—No vuelvas a hacer eso... -Suspiró mientras me abrazaba, pegándome nuevamente a su cuerpo- O podría perder el control -Susurro acariciando mi espalda.
—¿Perder el control? -Pregunté confundida ante su ultimo comentario- No importa, luego me explicas -Continué antes de que contestase- Podríamos acostarnos en la cama ¿Por favor?
Al terminar de prenunciar esas palabras Daniel se puso de pie conmigo en brazos, sorprendiéndome completamente, me aferre a su cuello con fuerza debido a su repentino movimiento. Parecía un Koala bebe asustado. Es hasta inquietante como puede moverse de forma tan ágil mientras carga con el peso de alguien mas.
Me recostó suavemente en el centro de la cama, justo alado de mi amada, al verla comencé a sentir como la tristeza me consumía junto a aquel sentimiento de culpa. El frío volvió a invadirme y antes de que el tatuado se encaminara hacia la salida, tome su brazo con fuerza. Volteo a verme, asintió y se acercó nuevamente, al parecer había comprendido, se recostó a mi lado y nos cubrí con las mantas mientras él me regalaba una tierna sonrisa, la cual devolví algo apenada por mi comportamiento tan infantil.

ESTÁS LEYENDO
Ojos rojos
Kurt AdamEra inevitable, las llamas fueron participes de un intento desesperado por cambiar el destino que le amparaba. Finalmente pudo estar en paz... Pero olvido un pequeño detalle, una vez su destino fue pronunciado, ya no existía forma de cambiarlo. Deb...