#01

6.6K 304 43
                                    


—¡Por favor no la lastimen! -Grité desesperada mientras veía como aquellas personas agarraban con fuerza al único recuerdo que me quedaba de mis padres.- ¡Ella no hizo nada malo! ¡Te lo suplico, diles la verdad!

El niño solo se escondió detrás de su madre, como si él fuera la víctima. Ella lo abrazo y comenzó a decirle que no era su culpa, que debía hacerse justicia. Un chillido de dolor causó que deje de mirar al niño, toda mí atención se dirigió a la persona que, según pude suponer, la había pateado. Su amarillo era oscuro y titilante. Intenté safar mis brazos de las manos de aquellos que algún día creí eran mis amigos.

—Por haber lastimado a aquella alma inocente -Apuntó a aquel niño odioso que seguía en los brazos de su madre- En nombre del pueblo acabaremos con todo el dolor que causaste.

Las campanas de la iglesia comenzaron a sonar, ya era 30 de Marzo, oficialmente mí décimo octavo cumpleaños. Observe como otro hombre se acercaba con una gran piedra en manos.

—¡No! -Me removí con más fuerza mientras observaba como levantaban la piedra. Una rabia que nunca antes había sentido se expandió por mí cuerpo- ¡Déjenla! -Grité con la voz algo deformada. El grito salio desde lo mas profundo de mi ser. 

Fuertes sonidos comenzaron a escucharse, todo mí cuerpo empezó a doler. De un momento a otro me encontraba encima de mí única familia, defendiéndola, protegiéndola de aquellos que querían acabar con su vida. Las personas me miraban aterradas, se habían alejado de nosotras. Al mirar hacía mis brazos me di cuenta que estaban cubiertos de pelo. Las personas a mí alrededor gritaban aterradas. Lo poco que entendí fue; "Un monstruo", "Mantenla".
Por primera vez en mi vida deje de ver esos colores, era extraño ¿Así es como se ve el mundo? 

Escuché un leve crujido, se estaban acercando. Un fuerte gruñido salió de mí garganta. Estaba realmente enojada, no permitiría que nadie volviera a lastimarla, no mientras yo siguiera con vida.

Encantada de conocerte -Habló una voz en mí mente

Mí cuerpo se movió por sí solo hacia la derecha, esquive un golpe sin darme cuenta. Me abalance sobre aquella persona y le arranque su "arma" de las manos. Me acerque a su rostro e, inconscientemente, mostré mis dientes a la vez que gruñía.
Era más que claro que casi se caga del miedo. Yo por mí parte me quite de encima aunque aquella voz exigía que lo matara, gruñí a todo aquel que se moviera y me acerque al niño que causo todo esto. Él comenzó a temblar del miedo, su madre se había desmayado por el susto, por lo que él se encontraba indefenso.

—¿Hueles eso? Es su miedo... -Y si que olía bien 

—¡Lo lamento, por favor no me mates! -Comenzó a decir entre lágrimas, volví a gruñir pero este fue distinto a los demás, podía sentirse el odio que le tenía- Mentí, no me hizo nada. Solo quería que me dejara jugar en su hamaca... Y como no quiso me lastime y les dije que fue ella. ¡Nadie puede prohibirme na-

Su madre que para ese entonces ya había recobrado la conciencia lo abofeteó, todas las demás personas lo miraban decepcionados. Mientras estaba distraída algo duro choco contra mis costillas, lance un sonoro aullido de dolor, todos los presentes cubrieron sus oídos. Rápidamente corrí hacia mí fiel compañera, la coloque sobre mí espalda y me dirigí a toda velocidad hacía el bosque. Debido a todo lo que sucedía no pude procesar bien lo que me estaba ocurriendo. Hasta ahora. Mis brazos son patas, tengo pelo por todo el cuerpo, estoy andando en cuatro patas...

Luego de varios minutos corriendo nos metí dentro de una cueva. Apoye a mi compañera en el suelo, alado de la pared, y me acurruque a su lado para brindarle calor. No entiendo como, pero de alguna manera sabe que soy yo...

—Es porque seguís teniendo el mismo olor -Contestó la mujer en mi cabeza

Comenzaron a oírse sonidos fuera de la cueva, me levante sigilosamente y me asome, Unos 10 lobos estaban corriendo en dirección al pueblo. Un fuerte gruñido causo que todos frenasen, el lobo mas grande miro en mi dirección y lentamente comenzó a acercarse. Era algo aterrador como solo podían distinguirse sus ojos celestes. No permitiría que entrasen, no con ella dentro, nadie va a lastimarla. El líder de esa manada era apenas mas grande que yo. Salí de mi escondite y les gruñí, todos se detuvieron. Comencé a caminar firme hacia el grupo, tenia que alejarlos de la cueva. 
9 lobos se fueron, quede solo frente al líder, al parecer era color blanco. Comenzó a acercarse lentamente, parecía no querer asustarme. Un ruido dentro de la cueva causo que me diese vuelta rápidamente. Corrí hacia dentro con temor de que algo le hubiese pasado.

—Nos vemos luego -Susurro aquella voz.

Mis piernas se hicieron mas largas, el dolor se expandía por mi cuerpo, pero lo ignore. Corrí como siempre lo había hecho y me tire a un lado de ella, la protegería cueste lo que cueste, pero ahora que volví a la normalidad seria mucho mas difícil. Nadie entro. Comencé a acariciar su cabeza con delicadeza, no quería que sintiera dolor.

—No te preocupes, ya nada malo va a pasarnos... -Lentamente comencé a ver su hermoso amarillo. 

Un gran dolor en mi cuerpo causo que un grito escapara de mis labios, termine tendida en el suelo retorciéndome. Los colores volvieron a desaparecer. Comencé a oír pisadas rápidas acercarse a nosotras, me arrastre con dificultad y la cubrí con mi cuerpo. Gire mi cabeza y pude ver al gran lobo blanco acercarse. Todo comenzó a ponerse negro.

—No la lastimes, por favor... -Susurre antes de que la oscuridad me consumiera por completo

»»»»»:«««««

Abrí mis ojos lentamente, mire a mi alrededor. Varios cables conectados a mi cuerpo, una maquina haciendo un pitido insoportable, habitación completamente blanca. Al parecer estoy en un hospital. Los recuerdos llegan a mi mente rápidamente. Arranque todos los cables y me levanté de la cama, mis piernas me fallan y caí al suelo. Maldición. 

Un lila comienza a entrar en la habitación, pocos segundos después un medico entra y observa horrorizado como intento levantarme del suelo. Comienza a gritar que ya desperté y se acerca rápidamente a mi.

—Señorita no haga eso -Apoyo sus papeles en la cama- Déjeme ayudarla

Acto seguido me levantó del suelo y me sentó en la cama. Al parecer este doctor es fuerte ya que no peso 20 kilos y me movió como si fuese un peluche. Comienzan a escucharse pasos rápidos por el pasillo, un color anaranjado entra seguido de su dueño. Miró de mala manera al doctor que aun tenia sus manos bajo mis axilas. Este las quito rápidamente y se alejó.

Me caí y me ayudo -Dije causando que ambos me mirasen.

No entendía el problema, pero supuse que él no debía tocarme. El recién llegado volvió a mirar al de bata blanca y le asintió. El otro rápidamente hizo una reverencia y se fue, dejándonos solos.

—¿Donde está? -Le pregunté

—¿Donde esta quien? -Me miro confundido, tratando de entender mi pregunta

—Donde esta ella -Me levante a duras penas de la cama

—¿El perro? -Sonó mas confundido que antes

—Si, ¡¿Donde esta?! -Quedamos frente a frente.

Parecía sorprendido pero rápidamente me miro enojado y me obligo a retroceder hasta la cama.

—Tenes que descansar...Cuando estés mejor y respondas unas preguntas vas a poder salir -Dijo firme, como dando por cerrada la discusión.

—No necesito descansar ¡Necesito estar con ella! -Grité antes de que saliera por completo de la habitación y cerrara la puerta tras él.

Espere unos segundo y me acerque para abrirla, pero estaba cerrada. Maldición, me había encerrado. Observe por toda la habitación, era imposible que no hubiera otra forma de salir. Mi vista freno en una ventana. Genial. Me acerque y la abrí, no estaba tan lejos del suelo pero aun así podría lastimarme.

—Que pase lo que tenga que pasar -Subí a la ventana y salté. 

Ojos rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora