—Mierda... No, no, no -Susurre abriendo la puerta en su totalidad. Parpadee repetidas veces al creer ver una esencia rojiza cubriéndolo, pero esta desapareció al instante por lo que no estaba del todo segura.
Rápidamente me adentre en la habitación, sin importarme el pisar los tantos papeles esparcidos por el suelo. Coloque el florero sobre el escritorio para luego bajar a Rose de mi espalda, con mas cuidado del que realmente se merecía, asegurándome de que quedase sentada con su espalda contra la pared, sin tambalearse.
—Pelusa, cuídala -La nombrada se coloco frente a la loba coqueta, aunque no parecía muy feliz con su tarea. No la culpo, yo tampoco deseo protegerla pero en este momento no tengo mas opción.
Sin perder mas tiempo me coloque frente al cuerpo inmóvil de mi mate, su mirada parecia perdida, aunque a comparación de Rose él estaba mucho mejor, al menos si parpadeaba. Sacudí su cuerpo sin recibir ningún tipo de respuesta de su parte, moví mi mano por delante de su rostro percatándome de como sus pupilas reaccionaban al movimiento.
—¿Daniel? -Hable con suavidad- ¿Lobito estas bien? -Coloque su rostro entre mis manos, levantando su cabeza hacia arriba y en consecuencia uniendo nuestras miradas- Por favor, contesta... -El pánico lentamente comenzaba a invadirme, esto es malo, pero tengo que permanecer calmada para lograr pensar con claridad. Inhalé profundo y continué- ¿Puedes escucharme? Lobito, necesito que reacciones -Uní nuestras frentes y cerré mis ojos- Hablo en serio. Despierta -Susurre sintiendo un ligero ardor en mi pecho, mismo que comenzó a moverse hacia mis manos.
Nuevamente volví a escuchar el inconfundible sonido de la madera crujiente, solté el rostro de mi mate y sostuve el florero, lista para lanzarlo hacia cualquiera que se atreva a entrar por la puerta. Tal y como me temí una silueta se asomo por la entrada y sin siquiera dudarlo lance con todas mis fuerzas aquel objeto en su dirección, el cual no impacto contra su rostro gracias a que fue destrozado en el aire.
—¡¿Pero que -Gruño la persona parada en la puerta, bajando el martillo que sostenía en sus manos- ¿Emma? -Pregunto confundido.
—¡Lo siento mucho! -Me apresure a decir- ¿¡Demian, estas bien!? -Exclame completamente preocupada puesto que si bien el florero no se estrello contra su rostro, los vidrios que se formaron al ser destrozado termino por generarle varios cortes en su cara.
—... No sabia que estabas aquí, pensé que vino solo -Hablo luego de unos segundos- Me asustaste.
—Lo siento creí que eras alguien mas -Respondí apenada, puede que sea un licántropo con una fuerza y resistencia mayor a la de un humano, pero aun así el golpe pudo haber dolido demasiado. Dirigí mi mirada a sus manos y fruncí levemente mi ceño- ¿Por que tienes un martillo? -Cuestione confundida al observarlo con detenimiento.
—¿Que? Oh... Esto -Levanto el objeto que tenia en su mano derecha- Al llegar encontré a Daniel completamente inmóvil siendo rodeado por algo extraño, como no pude sacarlo de allí, ni tocarlo, pensé en romperlo para ponerlo a salvo -Dirigió su mirada hacia Pelusa. Al parecer lo que vi al entrar no fue una alucinación y efectivamente estaba siendo rodeado por una cúpula roja, como ya ocurrió en otra ocasión- ¿Cómo llego Rose hasta aquí?
—No podía dejarla sola en ese estado -Asegure. Antes de que pudiese decir algo mas un movimiento detrás mío llamo mi atención- ¿Daniel? -Pregunte al voltear, este había movido su mano. Rápidamente la sostuve y volví a unir nuestras miradas, sus pupilas reaccionaban a mis movimientos- Bebe, no me obligues a golpearte -Deposite un suave beso en sus nudillos.
El tatuado comenzó a parpadear rápidamente, hasta que finalmente me observo de pies a cabeza. Frunció su ceño algo confundido pero termino por sonreírme ampliamente. Coloco sus manos en mi cintura y me acerco a él, colocando su barbilla en mi pecho sin romper el contacto visual.
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Ojos rojos
WerewolfEra inevitable, las llamas fueron participes de un intento desesperado por cambiar el destino que le amparaba. Finalmente pudo estar en paz... Pero olvido un pequeño detalle, una vez su destino fue pronunciado, ya no existía forma de cambiarlo. Deb...