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—Mama, no quiero ir -Repetí por decima vez en el día, hoy almorzaríamos en la casa del hermano de papa e iría su nuevo amigo, el Beige. Debido al incidente del primer encuentro mi amada no podría acompañarnos.

—Lo siento cariño... Pero ya dijimos que iríamos, no podemos retractarnos -Me regalo una pequeña sonrisa mientras cerraba mi abrigo.

Muy a mi pesar salimos de casa, dejando a mi amada dentro mirándonos desde la ventana, con su amarillo algo aclarado debido a su tristeza por separarnos. Comenzamos a caminar hasta nuestro destino y, una vez en este, todos comenzaron a platicar de manera animada, mientras yo simplemente preferí sentarme a dibujar con los pocos colores que guarde.

— ¿Qué es eso? -Preguntó una voz detrás de mi causando que regrese a la realidad. Fije mi mirada en la hoja.

—No lo sé... ¿Lluvia naranja? -Dije sin voltear a verlo mientras volvía a guardar mis lápices en mi mochila.

— ¿Y lo rojo en el centro... Es una persona? -Preguntó tomando mi hoja en sus manos causando que mi ceño se frunza.

—Es el sol -Dije mientras arrebataba mi dibujo de sus manos para guardarlo junto a mis lápices- El almuerzo está listo -Dije al notar como mama ayudaba a papa a colocar los platos en la mesa. Con mi mochila en la espalda camine por un lado del Beige, dejándolo solo en el living.

Mi estomago gruñía con fuerza, realmente estaba hambrienta. Con todos en sus asientos la comida fue servida, una vez mi tío coloco un plato frente mío espere pacientemente a que cada uno esté listo para comer. Agarre mi cuchara con una gran sonrisa en mis labios, el día era ideal para esta sopa. Antes de llevar la cucharada a mi boca eche un vistazo a papa y le sonreí, pero mi mirada se fijo en su plato. Qué extraño. De manera discreta observe el de todos y finalmente devolví mi vista a mi cuchara, observe detenidamente al liquido de esta, más específicamente a su esencia... ¿Purpura? ¿Por qué el mío se ve así?

— ¿Emma, no vas a comer? -Pregunto el azulado frente mío causando que todos los presentes me mirasen. Negué suavemente -¿Que sucede? Creí que era tu favorito.

—Lo es... -Contestó mama- ¿Qué pasa cariño?

—Su olor es extraño -Mentí pues en realidad su olor no era el verdadero problema.

— ¿Olor? -Preguntó papa a mi lado mientras acercaba su rostro e inhalaba. Luego de varias insistencias de parte de casi todos en la mesa finalmente, intercambie platos con papa. Aunque esto no pareció agradarle a su hermano.

El resto del día transcurrió con normalidad pero tuvimos que volver antes de lo esperado ya que repentinamente papa comenzó a quejarse de fuertes dolores de estomago. Siéndole imposible concentrarse en otra cosa que no sea su malestar. Al volver corrí hacia mi amada, papa corrió hacia el baño y mama terminar por correr tras él.

—Me alegra haber sido yo quien lo comiese –Logre oír desde mi habitación la conversación que mis padres tenían en el baño. Continúe cambiando mis prendas intentando no oírlos ya que me regañarían si lo descubriesen.

—Emma tenía razón, su comida no estaba buena... -Dijo mama mientras se oía como papa vomitaba.

«:»

Abrí mis ojos lentamente, a mi lado permanecía Daniel con sus ojos cerrados, el collar seguía en su cuello... El largo del hilo era el adecuado ya que incluso después de transformarse este continuaba en su cuello. Acaricie suavemente la piedra del collar, la cual brillaba gracias a la luz que entraba por la puerta de cristal, espero que esto lo proteja. Aunque nunca tome enserio este tipo de creencias recuerdo perfectamente cuando Felisa me enseño a armar estas cosas, Tuve que aprenderme el significado de cada color para lograr responder y complacer a las clientas que buscaban algo en especifico. Y precisamente el blanco, el que encontré en el rio y ahora adorna esta artesanía, simboliza la pureza y es utilizado para proteger. Lo único que deseo es que él no resulte herido, eso era lo que tenía en mente mientras lo armaba, no lograba pensar en otra cosa.

Ojos rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora