#42

1.3K 111 6
                                    

Estábamos a tan solo tres Recortes de nuestro objetivo, Noggwa. Tan solo habían pasado tres días, estaba realmente agradecida con Erick, el mapa que confecciono para nosotras fue realmente muy útil, sin mencionar el trepar arboles. Debido a que Pelusa es mucho más rápida a la hora de correr, al saltar de rama en rama nos igualaba en velocidad, aunque al parecer yo tenía más ventaja.

Luego de haber atravesado dos de los Atajos terminamos por sentarnos a descansar, ambas estábamos agotadas tanto física como mentalmente. Nos la pasábamos todo el tiempo en movimiento, y nuestras noches no eran las mejores, estábamos pendientes de nuestro alrededor. Saque de mi mochila lo que sería nuestro almuerzo y cena, ya que en todo nuestro recorrido no logre encontrar ningún manzano ni nada parecido, por lo que no quería arriesgarme a quedarnos sin comida en la mitad de nuestro viaje. Según mis cálculos debían ser las 17:00, procedí a abrir la lata de lo que supongo será atún, la medida era la necesaria para ambas. Sin perder tiempo volqué la mitad en el recipiente de mi amada la cual comenzó a comer luego de que yo diese el primer bocado, claramente yo me serví directo de la lata.

—Que útil hubiera sido tener una cuchara en aquellos años -Pensé en voz alta mientras que, con cada bocado lograba visualizarme a mí misma, hace ocho años, devorando la comida con los dedos.

Al finalizar de alimentarnos agarre nuestra segunda botella de agua. Habíamos logrado recargarlas en el camino pero desgraciadamente estaba acabándose nuevamente, di un pequeño trago y me asegure de colocarle lo que restaba a Pelu. Mientras ella bebía yo saque el mapa del arbóreo para ver que tan lejos estábamos del Recorte que nos dejaría en el pueblo vecino al que necesitábamos ir, volví a guardarlo y luego de que mi amada terminase de hidratarse guarde su recipiente en la mochila. 
A medida que nos acercábamos al Atajo un extraño aroma comenzaba a hacerse cada vez más notable, no tenía dudas de lo que era puesto que ya lo había sentido antes. Algo se había quemado. Comenzamos a apresurarnos ya que quizá estaba sucediendo algún incendio, mi amada caminaba a mi lado pero un extraño sentimiento comenzaba a invadirme... Como si algo estuviera mal, era la misma sensación que sentí antes de que los Rougers atacaran la manada, mismo que recorrió mi cuerpo el día que mis padres murieron.

Sin dudarlo saque dos Pedreneas del pequeño bolsito hecho de hojas que tenía en mi cintura y los lance hacia una pequeña montaña de ramas y hojas, apoye ambas manos frente a estas y cerré mis ojos mientras visualizaba lo que quería que apareciera, al abrirlos mi arma ya estaba lista. Siempre utilizaba este palo con dos puntas ya que, gracias a los entrenamientos de Markus en la manada, es lo que mejor domino.

Continuamos caminando notando como a medida que avanzábamos el hermoso verde del bosque iba apagándose, convirtiéndose en un naranja seco, como si el otoño hubiera llegado antes a este sector. Detuve mis pasos al notar un repentino cambio de escenario, ahora simplemente los troncos eran negros mientras que el suelo se mantenía gris debido a las cenizas, aun había algo de humo en el aire causando que respirar sea una tarea algo complicada. Esto no ocurrió hace mucho, aun podía verse partes anaranjadas en los troncos, demostrando como el fuego continuaba consumiéndolos.

— ¿Qué sucedió? –Susurre en voz alta sin querer creerme lo que mis ojos veían.

—Alguien quemo el bosque -Respondió Keira- Sera mejor que nos alejemos de este sitio –Sugirió y no podría estar más de acuerdo.

Dispuesta a regresar por donde vinimos voltee, pero antes de tan siquiera dar un paso note como Pelu permaneció en su lugar, observando fijamente hacia un punto en específico. Agudice mis oídos logrando escuchar aquello que llamo su atención... Voces. Comenzamos a retroceder lentamente evitando hacer algún tipo de ruido, no lograba verlos por lo cual no sabía quienes ni cuántos eran. Lo más lógico que podríamos hacer era sin dudas volver sobre nuestros pasos ya que el atajo que buscábamos debió estar en medio del incendio, quedando destruido.

Ojos rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora