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—¿No lograste encontrar nada? -Pregunté una vez que Daniel se posiciono a mi lado. Había demorado demasiado... Lo cual fue útil, utilice ese tiempo para conversar con Elena y hacer la poción sanadora, la cual ya se encontraba en mi mochila. Un escalofrió recorrió mi cuerpo por, el simple hecho de, recordar el cambiante color de las flamas debajo del pequeño caldero que Elena utilizo para mezclar los distintos ingredientes anteriormente triturados por mi. 

—Voy por algo de agua -Pronuncio algo exhausto, posiblemente estuvo en movimiento todo este tiempo. Mi amada y yo vimos como desapareció al doblar en una esquina. 

—Emma... -Susurro suavemente la de ojos negros captando toda mi atención- ¿En tu familia... absolutamente todos son humanos? 

—Si -Conteste con una sonrisa al recordar a mis padres. Aunque termine por fruncir un poco mi ceño al pensar en el azulado, recordarlo aun me era muy molesto- Soy la única mitad lobo -Agregue, volviendo a aclarar lo que ya le había mencionado cuando nos presentamos. 

—Creo que hay algo que aun no sabes -Se inclino hacia adelante- ¿No existe posibilidad de que alguien en tu árbol genealógico haya pertenecido a otra especie? -Negue intentado recordar sobre, quizá, alguna historia que mis padres me hayan contado sobre sus antepasados, pero nada- No necesariamente deben ser mitad lobo, después de todo tu otra mitad -Guardo silencio al ver como el tatuado se acercaba. 

—¿De que tanto hablan? -Pregunto tranquilo. En sus manos traía dos vasos con agua de los cuales, una vez se sentó a mi lado, me tendió uno. Elena rápidamente cambio de tema, dejándome algo confundida por sus palabras. 

»»»»»:«««««

—Adiós Daniel -Se despidió con la mano mientras se recostaba en el marco de la puerta. Una vez tuve mi mochila en mi espalda camine hacia la salida- Emma... -Pronuncio antes de que cruzara la puerta. La observe esperando a que continuase- Nos vemos luego, emperatriz roja -Fruncí mi ceño completamente confundida. Sin entender muy bien la diferencia de saludo, simplemente me limite a asentir y sonreír para luego correr a un lado de Daniel, el cual estaba esperándome. 

Pelusa caminaba frente a nosotros mientras que, por nuestra parte, platicábamos de diversas cosas. Los minutos pasaban y aun estábamos algo lejos de la casa de Rufus, el alfa de esta manada. Si bien soy muy consiente de que debo mantener mi distancia con Daniel para lograr protegerlo de los males relacionados con mi pasado y también evitar que se vuelva una distracción que pueda influenciar negativamente en mi búsqueda por la verdad, aun sabiendo todo eso...

—Me gusta pasar tiempo contigo -Pensé en voz alta causando que ambos intercambiemos miradas sorprendidos- No... Bueno si -Me corregí al instante- Lo que quiero decir es que... -Aparte mi mirada algo avergonzada. Mi mente estaba completamente en blanco. La había cagado en grande.  

—Idiota -Agrego mi loba, generando que me sienta aun mas estúpida. 

—También disfruto de estos momentos en los que estamos a solas -Contesto con una sonrisa en sus labios, causando que por un segundo mi corazón se detenga- A decir verdad... El simple hecho de sentirte cerca es mas que suficiente para mejorar mis días -Acomodo uno de mis mechones de cabello detrás de mi oreja, acariciando levemente mi mejilla. Al momento en el que nuestras pieles chocaron logre sentir un extraño sonido proveniente de mi interior.

—Keira... ¿Fuiste tu? -Pregunté no muy convencida de lo que acababa de escuchar de mi loba. 

—Cállate -Contesto- ...Aléjate de él -Susurro antes de desaparecer nuevamente.

Continuamos con nuestra caminata, esta vez mas cerca que antes, con mi cabeza apoyada en su brazo mientras mi mano se aferraba a su bíceps. Podía ver como su extraño color brillaba, al igual que el mío, dirigí mi mirada a su cuello, donde aun colgaba aquel collar que arme para él, sonreí ampliamente y cerré mis ojos disfrutando del momento. Pero una inquietante sensación en mi pecho rompió con toda la tranquilidad que nuestro silencio y cercanía me brindaba, con sutiliza comencé a ver a nuestro al rededor, en busca del causante de aquel sentimiento, pero no logre ver nada.
Note como mi amada movía sus orejas y observaba en distintas direcciones, ella también logro sentir algo extraño. A medida que pasaban los segundos, y el sol bajaba creando mas oscuridad, aquella sensación de ser acechados continuaba, por lo que sin dejar de mirar en frente intente agudizar mi audición a la vez que intentaba ver por el rabillo del ojo. Algo oscuro se movió veloz por entre los arboles, ocultándose en las sombras tan rápido que no fui capaz de visualizar su esencia. Mis sospechas eran ciertas.

Ojos rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora