#56

910 87 28
                                    

—¿Disculpa? -Pregunte confundida. No puedo creerlo ¿Quiere que me quede? ¿Esta loco?- ¿Eres tonto o algo así? -Frunció su ceño ante mi respuesta- ¿Que? ¿Acaso creías que diría ''Oh, claro. Por supuesto que me quedare mientras todos ustedes continúan buscando a Felisa, la mujer que me cuidó, educó y dio un techo cuando no tenia donde ir''? -Solté irónica. No podía abandonarla, no quería fallarle otra vez. Continué acariciando la cabeza de Pelusa en un intento por mantener la calma- Estas loco, definitivamente lo estas.  

—Emma, no puedes venir con nosotros esta vez -Agrego con un tono sereno. Quizá intentando que mi enojo no crezca- Tienes que descansar, fuiste secuestrada y golpeada. Aun tienes una pequeña marca en el rostro, sin mencionar tu pierna -Suspiro y se acerco a mi, inclinándose para sujetar mis manos- Si continuas así terminaras por morir del cansancio... Necesito que confíes en mi, en todos los arbóreos. La encontraremos, la traeremos de vuelta -Me sonrió- Pero por favor... Quédate aquí. 

Luego de varios minutos en los cuales continuo con su monologo, termine por ceder. Pero no fue por todas sus palabras rebuscadas y bañadas en tonos de amabilidad y preocupación, la verdadera razón por la que termine por acceder fue una, Daniel... El beige intento matarlo, pero afortunadamente aquel extraño rojo lo salvo, si me voy quizá no tenga esa misma suerte. 

⁓Las cosas no ocurren dos veces de la misma forma... ⁓  

Con 7 años, esta era una de las pocas frases de mama que podía comprender. En varias ocasiones pude confirmar la veracidad de aquellas palabras, teniendo como recompensa la dulce voz de mama pronunciándolas.   

—Vi a Felisa... -Susurre con culpa al recordar lo que ocurrió en la torre. No pude salvarla, la abandone- Gracias a ella logre huir junto a Noah -Cerré mis ojos, negándome a ver a Erick. Todo mi interior había dado un vuelco- Ella... Ella nos salvo, pero no pude hacer lo mismo -Abrace a mi amada con fuerza, la cual se había aferrado aun mas a mi cintura. Intentaba consolarme- Le falle -Mordí mi labio con fuerza- Les falle a todos, lo siento... 

Antes de que pudiese abrir mis ojos para finalmente ver al verde agua, unos brazos me rodearon. Pelu se había alejado un par de pasos para que así mi amigo pudiese abrazarme  mejor. Me aferre a sus prendas, ocultando mi rostro en su pecho. Estaba enojada conmigo misma, había logrado reprimir estos sentimientos hasta ahora.

—No es tu culpa... -Susurro acariciando mis cabellos con una de sus manos. Si lo es- Ella siempre protege a quienes la rodean, jamás se hubiera perdonado el dejarte allí -Pronuncio tranquilo- Así como te salvo a ti, intento salvarnos a todos los de la tribu... Se entrego para protegernos, se entrego para protegerte... Por esa razón vamos a encontrarla ¿Si? -Tomo mi rostro con sus manos y me sonrió. Asentí con una leve sonrisa en mis labios- Oye, creí que estabas llorando, ¡Idiota, me engañaste! -Me dio un suave golpe en la cabeza haciéndome reír por el repentino cambio de atmosfera- ¿Recuerdas donde la viste?

—Por su puesto -Conteste mucho mas tranquila que antes- Dame una hoja, te enseñare. 

 »»»»»:«««««

—¿Cómo estuvo tu baño? -Me pregunto una vez me senté a su lado. Simplemente sonreí en respuesta, sin dejar de frotar la toalla contra mi húmedo cabello- ¿Quieres que te ayude? 

Le entregue la toalla y le di la espalda, para que así fuese mucho mas fácil y cómodo para ambos. Di dos palmadas en la cama para que Pelu subiese y así lo hizo, como era de esperarse apoyo su cabeza en mis muslos por lo que decidí acariciarla. Realmente la había extrañado. Una vez Daniel comenzó a secar mi cabello con la toalla cerré mis ojos, permitiéndome disfrutar del momento, era realmente relajante. 

Ojos rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora