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No podía sacar de mi cabeza aquellas palabras pronunciadas por Daniel.  

—Ya no existen tantas... -Contesto mientras continuaba inspeccionando el libro- Gran parte de ellas fueron exterminadas por humanos. Esa es una de las razones por las que mantenemos nuestra existencia en secreto, por lo que preferimos ser simples leyendas o historias contadas frente a una fogata para espantar a los niños... El humano destruye todo aquello que no entiende, incluso a si mismos.   

Intente defender a aquella especie a la que creí pertenecer hace un par de meses pero me fue imposible... Guerras, hambrunas, sequías, deforestación, incendios... Muerte. Tenía razón, no importa que, siempre termina destruido.

Al parecer aquella bruja vivía en las profundidades del bosque del Oeste, no muy lejos de una manada aliada, por lo que podríamos ir cuando quisiéramos ya que Daniel al ser el Alfa de una de las manada mas poderosas, puede moverse a su antojo en aquellos lugares. 

Tendré que aprovechar estas pequeñas ventajas que el universo me esta brindando. Después de todo, no debo olvidar que aquella persona sabe que estoy con vida, aunque puede que no sepa donde me encuentro, esto se convirtió en una carrera de habilidad y estrategia, solo habrá un vencedor y aquel que pierda morirá. 
Me niego a ser derrotada, debemos apresurarnos y partir lo antes posible. Solo me queda esperar a que mi mate posea mas poder que mi objetivo, aunque puede que estén en igualdad de condiciones puesto que intento asesinarme hace 10 años y antiguamente a todo aquel que posea un color de ojos rojizos, o en mi caso magenta, solo para lograr su objetivo, poder sobre todas las manadas. 

Luego de finalizar mi platica con el tatuado me escabullí hasta la habitación donde Erick se recuperaba para informarle sobre el viaje que haría con Daniel el día siguiente, para reunirnos con aquella Bruja que nos diría a que especie perteneció el libro. El verde agua no parecía muy contento con la idea de tener que quedarse completamente solo en la manada, pero francamente no tiene otra opción. 

Decidí dar una rápida visita a la tribu, o al meno a lo que queda de ella, puede que encuentre algo que nos sea útil. Inspeccionaría cada rincón ya que la ultima vez no pude hacerlo debido al impacto de encontrar a mi amigo en aquel estado. Gracias a los Recortes que aun funcionaban y a nuestra rapidez, tanto yo en los arboles como mi amada en el suelo, no demoramos tanto en llegar. Todo estaba como la ultima vez, a excepción del olor. Si bien aun podía percibirse el característico hedor que genera el fuego al quemar hojas, este era menos intenso. Comenzamos con nuestra búsqueda, no teníamos mucho tiempo por lo que debíamos apresurarnos. 

Luego de quizá 40 minutos, en los cuales aproveche para recoger algunas Pedreneas y hojas para armar zapatos, oí como Pelusa ladraba, había encontrado algo. Rápidamente corrí en su dirección, logrando ver gracias a ella un pequeño frasco, no mas grande que mi pulgar, camuflado por el césped. Lo levante del suelo y lo observe, el liquido que contenía era transparente, con sumo cuidado destape aquel pequeño recipiente, en ese instante una esencia purpura comenzó a salir de este. Al recordar lo que ocurrió en la casa del azulado volví a colocar velozmente el corcho, lo que genero que la esencia dejase de escaparse. Que extraño... Generalmente estas pueden verse en todo momento, nunca imagine que un corcho podría evitarlo. 

»»»»»:«««««

—¿No olvidaste nada? -Preguntó Daniel por tercera vez. Simplemente me limite a negar mientras subíamos al auto, en pocos minutos comenzaría nuestro viaje- ¡Pelusa! -La llamo causando que esta deje de sacudirse y se suba al auto, justo a mi lado. Rápidamente le coloque el arnés de seguridad y observe como me miraba de mala gana. No le gusta utilizar esas ropas y mucho menos los moños en sus orejas y no la culpo, yo tengo las mismas ganas de arrancarme mis prendas, para nada cómodas. Bonitas, pero incomodas. 

Ojos rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora