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—Somos un mismo ser, cuando nuestra hora llegue, desapareceremos juntas para luego volver a encontrarnos... -Susurre mientras acariciaba la cabeza de mi querida amiga a la vez que escuchaba su relajante siseo- No lograrías entenderlo aunque te lo explicara. Apresurémonos, es hora de volver, pequeña -Ambas nos pusimos de pie y luego de colocar a Sery en mis hombros caminamos hasta donde la menor vivía.  

—No me digas así -Protesto rápidamente al tener mi atención- Solo soy 50 años menor -Ambas comenzamos a reír y continuamos con nuestra caminata. Era verdad, nuestra diferencia de edad era muy corta, pero el ser mas baja que yo no le ayuda, sin mencionar su rostro de niña. Es gracioso lo pequeña que queda a mi lado, pero por favor solo mido 1,75... Ella es la enana. 

—¿Lograste adaptarte a tu nuevo hogar? -Pregunté con curiosidad puesto que desde su mudanza nunca hablaba sobre aquel sitio y aunque conozco a aquellas personas realmente no tengo idea de como la tratan en mi ausencia.

—Si... -Contesto suavemente, causando que la mire preocupada- Es solo que extraño a mis padres -Susurro en un hilo de voz. Me detuve y la abrace, afrontar la perdida de sus padres a tan temprana edad no debe ser fácil, si hubiesen sido por causas naturales seria completamente diferente...    

Cruzamos el pueblo intercambiando saludos con todo aquel que se nos cruzara. Como era de esperarse varias personas acariciaban a Sery,  la cual parecía encantada con la atención... 

—¿Dónde esta Math? -Pregunto una de las niñas que gustaba de jugar con mis mascotas. Su madre simplemente sonreía- Me gusta su color rojo -Pronuncio felizmente.  

—Esta en casa, la traeré la próxima vez ¿Si? -Acaricie su cabeza y continuamos con nuestro camino.

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—Lo sentimos, pero por ordenes del alfa queda prohibido que cualquier persona ingrese a la habitación sin su autorización -Dijo uno de los guardias tras colocarse frente a la puerta, bloqueándome el paso. Luego de desayunar junto a Daniel y esperar pacientemente a que fuese a su oficina, junto a mi amada vinimos lo mas rápido que nuestras piernas nos permitieron, para encontrarnos con estos guardias que al parecer no están dispuestos a negociar.   

—Oh, vamos -Suspire colocando una mano en mi rostro con frustración. Tenia que encontrar una forma de entrar lo mas pronto posible, necesitaba hablar con Erick- Por favor, yo fui quien lo trajo, no tardare mucho -No estuve cargándolo por todo el bosque para que ahora no me dejen si quiera verlo.  

—Lo sentimos, no podemos permitir que ingrese -Repitió. En completo silencio intercambiamos miradas, tenia que apresurarme. 

—Realmente será rápido, estoy muy preocupada -Me acerque al que bloqueaba el paso y tome su brazo con ambas manos a la vez que le suplicaba con la mirada- Podríamos entrar juntos, no tardaremos... Por favor -Pronuncie en el tono mas amable que podía hacer en ese momento, sinceramente estaba algo enojada pero no serviría de nada hacer una escena. Continué suplicando internamente que esto funcionase mientras lo miraba a los ojos, finalmente luego de pensarlo por varios segundos accedió- Gracias. 

Ambos nos introducimos a la habitación del hospital, mientras que su compañero permanecía en la puerta negando suavemente con la cabeza por lo que estaba ocurriendo. Tendido en la cama, conectado a una maquina que marcaba con un repetitivo pitido los latidos de su corazón, se encontraba Erick, con la mayor parte de su cuerpo cubierto por vendas, sus ojos cerrados y una respiración pausada. Rápidamente me acerque a él, con el guardia observando cada uno de mis movimientos, coloque suavemente mi mano en la cabeza del Arbóreo, su temperatura era la normal y su verde agua era mas intenso que la ultima vez que lo vi, estaba recuperándose rápidamente. 

Ojos rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora