CAPÍTULO 80

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Me pone nerviosa. Me tiemblan las manos y estoy pulsando la pantalla de mi celular sin motivo aparente. Acomodo mi cabello con el ceño completamente fruncido y salgo en la búsqueda de Alex, está allí mirándome fijamente con una gran sonrisa sobre sus labios y los nervios se evaporan.

—Quiero irme; necesito irme rápido —susurro mirándolo a los ojos.

Me acerco con rapidez y lo abrazo; del mismo modo él no tarda en responder con tranquilidad mi muestra de afecto y con delicadeza se va separando, cuando oye que estoy llorando y lo que le estoy pidiendo con toda tranquilidad.

—Por supuesto —responde con una mirada llena de dolor.

Toma mi rostro entre sus manos y limpia con delicadeza mis lágrimas que caen con detenimiento de mis ojos sin poder detenerse. Estoy perdida y con el corazón herido. Ya no puedo seguir con estos juegos sin sentido, necesito encontrar el modo de salir de esta.

No entiendo la razón para perder el tiempo limpiando algo que se ensuciara de nuevo en unos segundos.

Él no tiene idea del dolor que siento y está perdiendo el tiempo al tenerme aquí parada limpiando mis lágrimas.

—Katuchi, ¿qué pasó, cariño? —Pregunta mirando fijamente mis ojos.

Una pequeña sonrisa se dibuja sobre mis labios.

—Aprobé... —Susurro casi inaudible.

Me siento feliz de haber aprobado el examen, sin embargo, el dolor que nace en mi interior es más fuerte y me hace olvidar la felicidad de haber aprobado.

Ya no vale la pena admitir que duele, solo debo dejarlo ir.

—¿Por qué estás así? —Dice limpiando mis mejillas con la yema de sus dedos.

Me quedo pensando un instante, pero luego hago una mueca con mis labios. Me siento tan mal que no puedo abrir la boca y contarle la verdad que hay en mi bolsillo trasero y la mierda que me lanzó Elena a la cara.

Todo es demasiado para pensar en eso, no tengo palabras suficientes para expresar el dolor que se abre camino en mí.

—Creo que antes de ver una maratón de Supernatural tengo que ver un pendrive, ¿me acompañas? —Le pregunto con la esperanza de que acepte mi petición.

Necesito a mi amigo a mi lado. Este es uno de los momentos en que más he de necesitar a Alex. No me importa si tiene que salir con James o si debe hablar con alguien, este día lo necesito para mí.

Siento que soy un poco egoísta, pero no puedo hacer nada.

Él simplemente asiente con la cabeza.

—Por supuesto, también tenemos que ir a celebrar que te gradúas.

Él tiene razón quizás eso me haga sentir mejor.

—Mañana tengo que venir a que firmen mi libreta y después darle a la profesora el pendrive.

—Okay —responde seco.

Alex entra al auto y luego giro para poder entrar en el asiento del copiloto. Cuando ya estoy allí sentada, me pongo el cinturón y niego con la cabeza tan solo dos veces al notar que Javier viene corriendo por el pasillo; miro a Alex en la espera de que comience a mover el vehículo.

Javier ya está por llegar a la ventanilla del vehículo, pero gracias a Dios, el auto comienza su camino. Suelto un suspiro de alivio ante la situación. Por lo menos, el auto está de mi lado y sé que mi amigo, Alex, también.

—¡Katherine! —Oigo la voz de Javier.

Lo observo por el espejo retrovisor, tiene lágrimas cayendo de sus ojos, lo cual me parece completamente estúpido. No entiendo la razón por la que él está llorando, no merece llorar.

Alzo ambas cejas cuando veo que él cae al suelo de rodillas, sus manos parecen limpiar su rostro. No me puedo imaginar aquella situación o lo que él tiene para decirme.

No me importa y no quiero que me importe.

—Kattuchi, ¿quieres qué regresemos? —Pregunta Alex con suma tranquilidad.

Quiero regresar y ver lo que le pasa, pero después de toda la porquería que me causó, lo único que deseo es que me pierda. Quiero que llore y se muera, así como el dolor que tengo yo. Aunque sé que Javier nunca podrá sentir lo que yo.

Niego con la cabeza tan solo una vez.

Subo mis piernas al asiento y me abrazo a mí misma para darme el apoyo que no tengo. Necesito volver a casa y pedir el amor de mis padres, eso es lo único que necesito ahora.

—No. Hay cosas que hacer, no me importa lo que Javier tenga que decir... —Digo sin poder pensar en mis palabras, simplemente salen de mi boca.

Trato de limpiarme los ojos, pero nuevas lágrimas caen.

—Está bien, hoy haré lo que quieras —dice él doblando a la derecha—. Sin embargo, tenemos que ver una maratón y festejar.

Suelto una gran carcajada sonora de mis labios y abro la puerta para bajar del auto. Al llegar a la puerta, puedo notar el auto de Paul saliendo de la casa.

¿Qué estaría haciendo aquí?

Este sujeto me llena de dudas y no entiendo nada de lo que pueda haber estado haciendo en mi casa a estas horas.

—¡Llegué! —Exclamo con una felicidad algo falsa.

Mis padres vienen corriendo y los observo fijamente, oigo el sonido de la puerta que se cierra y sé que es Alex el que la cerró.

—Dinos...

—Aprobé.

Cuando termino mi oración, ellos se acercan y me abrazan con fuerza.

No tengo ganas de nada, solo espero que este abrazo dure para siempre.

Ellos no saben nada de mi vida, pero me dan el amor incondicional y con eso me es más que suficiente. No quiero más nada, no me quiero separar, ya que me siento completamente feliz y no pienso en esos dolores que me causan Javier y Paul.

¿Por qué me pasa todo esto a mí?

Siento que la vida es un poco injusta conmigo,pero tengo que aprender a manejar lo que me da. Por ahora, todo me está yendomal, pero quién dice, quizás en unos meses todo mejore y me convierta en unapsicóloga estupenda. 

1. Jamás: El comienzo (Completo) ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora