CAPÍTULO 22

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Abro mis ojos con cuidado y me separo del pecho de Javier, por suerte, soy rápida y ya tengo entre mis manos la botella de alcohol.

Llevo el pico de la botella a mis labios y nuevamente me la quita con brusquedad en su accionar, toda su vida seguramente hará eso con todos. Con razón Laby no lo tolera.

—Hey, ya basta quiero seguir bebiendo y aunque tú no lo quieras, sé que puedo hacer lo que yo quiera —digo con mi voz resbaladiza y una sonrisa torcida sobre mis labios—. ¿Qué es lo que sucede? —Pregunto.

Me alejo un poco de él, necesito aire y él lo está consumiendo completamente. Me siento en el suelo sin importar nada, en ese momento, me doy cuenta de que no soy tan diferente como las ebrias que están igual que yo en ese momento. Me estoy criticando a mí misma.

—No importa lo que sucede o sucedió. Tienes que pensar en el presente, ya es tiempo de seguir con tu... —Javier no termina su oración. No comprendo que pasa por su mente en ese momento.

Niego con la cabeza tan solo una vez. Abrazo mis piernas sin poder dejar de pensar en lo que he visto hace tan solo un par de segundos atrás. Siento el calor del cuerpo de Javier a mi lado y apoyo mi cabeza sobre su hombro, lágrimas caen de mis ojos creando un nuevo camino de sal sobre mis mejillas. No puedo comprender cómo Javier está ahí sin estar afectado, al menos, eso es justamente lo que parece a la distancia en la que nos encontramos.

Javier parece no estar tan mal ante lo que pasó, pero dentro de mí, estoy segura de que eso también le tuvo que haber dolido. Su novia de toda la vida lo está engañando con su mejor amigo, eso es... horrible.

Cierro mis ojos y murmuro—: Jamás...

No tengo palabras para describir lo que ambos sentimos. Yo sé lo que siento y es un dolor infinito, pero no puedo hablar por Javier. Quizás sé cómo puede sentirse, pero son solo pequeñas conjeturas creadas por lo que yo siento.

—Katy, la vida te da felicidad y muchas veces más dolor del que te puedes imaginar —dice con seguridad—. Pero al final, verás que vas a poder ser feliz.

Hago una mueca con mis labios cuando escucho sus palabras. Eso no es lo que me imaginaba en mi último año de universidad. Supongo que lo podría haber imaginado en mis comienzos, pero nunca en el final.

Siempre pensé que al terminar la carrera las cosas iban a ser mejores. Me imaginaba casada con Paul, quizás esperando mi primer hijo y esperando que salga un préstamo para un departamento.

—Nunca imaginé que mi vida fuera así.

—Nadie imaginaba algo como esto —dice, y lo tomo de la mano para ver sus dedos—. ¡Qué lindos dedos tienes!

Él suelta una carcajada sonora y se mira sus dedos para luego verme a mí. Su ceño se frunce y rueda los ojos por un instante.

—Solo son dedos —advierte con diversión.

—Pero me gustan porque son largos y finos —acaricio su piel con mis propios dedos.

Él suelta una risita divertida ante mi accionar y detiene mis caricias.

—Deja de hacer eso —ordena.

Lo miro con cara de perrito degollado.

—¿Por qué? Solo te estoy acariciando con delicadeza, Javier —cuestiono haciendo puchero—. Déjame hacerlo.

—Todo lo que sale de tus labios son palabras con doble sentido —comenta mirándome a los ojos.

Le dedico una pequeña sonrisa y luego niego apoyando mi cabeza sobre su hombro.

—Todos me dicen que soy una santa y que tú me digas que digo cosas con doble sentido es divertido —murmuro sobre su chaqueta.

Cuando siento que voy a vomitar, me alejo de él. Pero no pasa nada, solo es un poco de asco y náuseas.

—¿Por qué santa? —Me pregunta un poco preocupado y toma mi rostro entre sus manos—. No te veo una santa.

Hago que me suelte, pero me gusta ver sus ojos así. Me quedo viéndolo fijo hasta que él me suelta y alza una ceja esperando que le responda.

—No importa la razón, pero así me dicen.

—¿Quién te dice así? —cuestiona bebiendo un poco de bebida.

Me encojo de hombros y luego niego. No quiero contarle que antes de estar con Paul, todos me llamaban la santa.

—No importa —respondo con sinceridad.

—Debe haber una razón. —Trata de sacarme información—. Que tú no me la quieras contar no significa que no exista.

Lo empujo con una de mis manos y ruedo los ojos por un instante.

—No me gusta hablar de eso. ¿Podemos hablar de otra cosa? —le pregunto.

Él asiente con la cabeza tan solo una vez.

—Por supuesto. Siempre hay cosas para hablar, ¿de qué te gustaría hablar?

Me encojo de hombros.

—No quiero hablar del dolor ni de los apodos horribles —le respondo con sinceridad.

—¿De las fiestas? —Alza ambas cejas.

Asiento con la cabeza.

—No soy de salir mucho. Hoy me quería quedar a estudiar más tiempo, pero James me dijo que íbamos a volver temprano para estudiar... —Hago una mueca con mis labios—. Pero nunca me imaginé venir y ver que mi prometido se había acostado con su amiga. Eso no estaba en mis planes de la noche.

Javier me observa por un instante y luego asiente. Se ve que no está nada feliz por la situación y que no deseaba hablar mucho sobre la situación. Después de todo, no solo yo fui la cornuda de la noche.

—Entiendo, pero... Todavía estás a tiempo para regresar a estudiar, ¿no crees?

—Tengo que esperar a James. El campus de la universidad está lejos de este lugar, así que... —le informo—. Tengo que esperar que él se designe a llevarme.

—No es necesario. Yo puedo llevarte al campus —responde con sinceridad—. No tienes que quedarte con este dolor en el pecho, Katy.

Miro mis pies y luego a él.

—Está bien, llévame a casa —acepto.

¿Estoy haciendo las cosas bien? Estoy tan ebria que no sé lo que estoy haciendo.

No tengo idea de las razones por las que estoy actuando como lo hago, pero quiero desaparecer de aquí. Me quiero ir lejos y olvidar todo lo que me está pasando. No entiendo nada de lo que ocurre, quizás es porque estoy ebria, aunque el dolor es tan punzante que no me deja pensar en nada más.

No quiero pensar en nada y solo vivir mi vida como una persona de mi edad. Hace mucho tiempo pensaba que estos problemas no me iban a ocurrir a mí, pero creo que estaba muy equivocada sobre eso y muchas otras cosas más.

Quiero ser fuerte y olvidar todo, pero sé que eso es imposible. Jamás voy a poder olvidarme de lo que me hicieron estos hombres, ¿por qué no puedo estar con un chico como James? Él parece ser lo único que está bien en mi vida.

Hay momentos de la vida en las que entiendes que todo lo que habías soñado queda en el pasado y que solo era un sueño del que solo quedan pequeñas porciones.

Me duele el alma por haber caído tan fácil en las mentiras de alguien, pero creo que todo esto me hará ser más fuerte. Al menos, eso es lo que espero; espero ser una persona más fuerte ahora que toqué el fondo.

Necesito que alguien me saqué de este dolor, ya no quiero sufrir tanto, aunque lo entiendo. Ahora no me voy a poder mover como en dentro de seis meses. Después de esto, ya no voy a querer nada, solo dormir y quedarme en lo oscuro de mi cuarto.

Maldita sea... El cuarto del campus es compartido con Paul, lo voy a ver todos los días hasta que se cambie o me vaya de ahí. No había pensado en eso hasta ahora y no me lo voy a poder quitar de la cabeza.

Javier se acerca a mi oído y me pregunta:

—¿En qué piensas, Katy? 

1. Jamás: El comienzo (Completo) ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora