CAPÍTULO 27

23 7 0
                                    


No tardamos mucho en llegar al restaurante, nos sentamos en una de las mesas desocupadas. Mi ceño se frunce cuando escucho la voz de Paul y de sus amigos llegar al local. Mi madre gira sorprendida por la falta de respeto que todos tienen hacia nosotros. Ni siquiera vinieron a saludar, es más, nos han ignorado por completo.

—¿Qué es lo que está pasando, hija? —Me pregunta mi padre mirando la escena con seriedad—. ¿No vas a decirnos nada?

La mirada de mi madre me demuestra desaprobación y sonrío amplia para guardar el dolor muy en el fondo, pero sé que en algún momento se van a dar cuenta de todo lo que está pasando con Paul y yo.

—Dinos lo que está pasando, hija —ordena mi madre.

—Nada, solo está comiendo con sus amigos. —Niego con la cabeza.

Las miradas de mis padres me dejan en claro que no me creen ni una sola palabra. Observo hacia la mesa de Paul y noto como se ríe feliz con sus amigos, y por supuesto, también está Laby abrazándolo por los hombros.

Mi padre se ve furioso. Siempre que ve a Paul se pone así, pero no tengo idea de la razón. Me duele que todo esto esté funcionando así, pero me gustaría salir de este local para ir a otro en donde sea, la verdad es que no me importa.

El mesero se acerca con nuestros pedidos, pero no tengo apetito y menos ahora. No entiendo cómo Paul puede comer y ser feliz sin mí. Ni siquiera me vio desde que ingresó al local con su grupo.

—Si quieren podemos ir a otro local, no hay problema —murmuro tomando mi labio inferior entre mis dientes—. Sé que no les agrada Paul y supongo que sus amigos menos.

—No. Descuida, por cierto, ¿cómo es eso de las pasantías que vas a realizar? —Cuestiona mi padre mientras le da un bocado a su comida—. ¿Cómo funciona, hija?

Observo mi plato con el ceño fruncido, pero levanto la mirada para ver a mis padres, les dedico una linda sonrisa y comienzo a comer lo que he pedido.

—Bueno, la verdad es que todavía no estoy muy segura. Quizás vaya con la profesora Beatriz. —Cuento con seriedad en mi tono de voz. Las imágenes del profesor Reid están en mi cabeza frescas—. Estoy pensándolo.

—Yo que tú, no lo ando pensando tanto —comenta mi padre bebiendo su vino.

Mi madre lo secunda mordiendo su carne con cuidado y cuando la traga, asiente y dice:

—No hay que pensar nada. Tú acepta y tendrás una idea de lo que se va a tratar tu vida de ahora en más.

Al escuchar lo que ella dice me quedo pensando seriamente en eso.

¿Esto es lo que voy a hacer hasta que me muera? No lo sé, quizás en algún momento cambié de idea y decida hacer algo diferente.

La gente va cambiando cada segundo, al igual que el mundo.

—Quiero pensar las cosas mejor —repito bebiendo un poco de gaseosa.

Siento un brazo que me acorrala y giro un poco para ver que se trata de Paul. no entiendo nada de lo que está pasando.

—Hola, suegros —anuncia con su tono de ebriedad.

Mi padre lo fulmina con la mirada y trata de empujarlo de mi lado. Así que Paul cae en la silla que está a mi lado y me toma el rostro para dejar un beso casto sobre mis labios, y yo le quiero dar una piña, pero me alejo rápido. Laby se une a la fiesta tomando una de las illas para acercase a la mesa, sonríe amplia y bebe un poco del vino de mi padre, le hace un escaneo a mi madre y luego suelta una carcajada.

—Ya sé de donde viene lo santa —hace puchero.

Mis padres se quedan sin poder creer la situación. Bueno, ni yo me la creo, todo esto es una verdadera locura. Quiero despertar de esta pesadilla ahora mismo.

—Fuera de aquí —dictamino mirando los ojos de Paul y luego a Laby—. ¡Fuera de aquí!

Laby se pone de pie y camina hacia Paul, se sienta sobre su regazo y luego hace puchero nuevamente. Se estira un poco y palma mi mejilla derecha con delicadeza en su accionar.

—Ay, cariño, me destrozas el corazón... —Susurra con diversión—. Todos estos años te perdiste de muchas cosas, no supiste aprovechar al h... —No la dejo continuar y me pongo de pie para tomarla del brazo y guiarla fuera del local—. ¿Tienes miedo de que tus papis se enteren, linda?

Siento la lluvia cayendo sobre mí y sonrío amplia. Me da igual que llueva o truene, esta tipa me las va a pagar todas.

—Ya cállate —digo con seguridad.

—Date cuenta, Paul se hartó de ti cuando supo que eres una estúpida virgen. —Me empuja contra la puerta—. Cualquiera se hartaría al ver una santa como tú.

La miro a los ojos con lágrimas a punto de caer, pero me hago la fuerte y sigo sonriendo.

—No sabes las razones... no me mientas —susurro mirándola a los ojos.

Ella suelta una carcajada sonora cerca de mi rostro y niega más de una vez.

—No miento. A los chicos como Paul, nunca les van a interesar chicas santas como tú. —Alza ambas cejas y luego asiente—. Pero otra cosa son los chicos como el profesor Reid, ellos se tirarían al barro por alguien como tú.

Me pongo a pensar seriamente en lo que sale de los labios de Laby. Abro los ojos como nunca antes y la empujo con brusquedad. Ella sonríe amplia y me palmea la mejilla.

—¿Qué? —cuestiono uniendo cuentas y niego—. Eso es mentira. Solo estás tratando de destruirme como sea, no estás siendo coherente.

Ella se encoge de hombros y luego juega con uno de sus mechones violetas.

—No te estoy mintiendo y veo que tú sabes de lo que habló. No te hagas la ingenua, tienes un cerebro... Úsalo —me responde con tranquilidad—. Solo a esos hombres les importan las vírgenes aburridas como tú.

No dice más nada y me empuja con su hombro para hacerme a un lado. Se adentra de nuevo en el local y le comenta a Paul que estoy completamente loca.

Mis padres salen y me miran sin poder creer lo que está ocurriendo.

—No se preocupen. Ella está loca —les explico y me digno a subir al auto.

Cuando mi madre se sube junto a mi padre, ambos me observan por un instante y mi madre rompe el contacto visual para comenzar a manejar de regreso a la residencia.

Al cabo de unos minutos, llegamos y sonrío lista para despedirlos en la puerta de la universidad.

—¿Segura de que estás bien? —Cuestiona mi padre cuando están listos para dejarme.

Asiento más de una vez.

—Claro que sí... solo fue una tontería —miento.

Ambos me saludan, se suben al vehículo y cuando se están marchando me tocan el claxon.

Me quedo en la puerta de la universidad y niegocon la cabeza más de una vez. Mis lágrimas se juntan con el agua de la lluvia yparece que no hay dolor. 

1. Jamás: El comienzo (Completo) ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora