CAPÍTULO 44

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—¡Ferrari! —Exclamo al ver a lo lejos dos luces rojas acercándose con lentitud a nosotros dos—. ¡Ferrari y tu madre!

Presto atención y noto que simplemente son dos linternas, pero Javier no tiene por qué saberlo. Decido experimentar con su cerebro para lograr sacarle más información sobre estos dos seres humanos.

—¡Ferrari!

Javier gira con preocupación por mi mirar, simplemente para ver si lo que dije fue cierto o una broma de mal gusto y, por no creer en mi palabra, cae de la piedra en la que nos encontramos sentados, simplemente para visualizar lo que había salido de mis labios, por lo menos, logro que el momento de aburrimiento pase, pero sé que ahora me he ganado una gran pelea; lo conozco o al menos eso quiero creer, por ese motivo, sé lo que vendrá. Aunque no puedo negar que eso fue divertido, ver cómo él se cayó solo para comprobar si le estoy hablando de verdad o solo fue un chiste.

Comienzo a reír a carcajadas, ya no puedo soportar la risa dentro de mí, pero me quedo completamente callada cuando Javier estira su brazo y toma mi cintura con fuerza para acercarme a él como una pequeña costumbre que había adquirido en este tiempo, llevo mis manos hacia su pecho y lo empujo con cuidado para sentarme nuevamente en la roca y tenderle la mano con delicadeza en mi accionar.

Quiero preguntarte tantas cosas y sé que él me oculta muchas otras, tantas cosas que quizás jamás me respondería. Me duele que sea así conmigo, yo no merezco eso de su parte. Ambos hemos sufrido por amor, ¿por qué tiene que ser así?

No quiero usarlo para mí último proyecto de psicología en la universidad, pero si Javier no me da las respuestas que yo deseo, no me quedará otra. Quiero meterme en su cerebro y descubrir sus secretos más oscuros y desolados.

—Qué divertida. No caeré en tus juegos la próxima vez, no de nuevo —responde con el ceño fruncido aún en el césped.

Al notar que no tomaría mi mano, la guardo dentro del bolsillo de mi chaqueta, aquello me resulta completamente incómodo.

—Aquí todo se ve mucho más real.

Al oír lo que sale de los labios de él, alzo ambas cejas extrañada por sus palabras, pero debo confesar que la simple idea de pensar en la realidad de algo me deja estupefacta.

No creo que haya una realidad, lo real como la verdad o la mentira son cosas subjetivas. Todo depende del cerebro y lo que este quiera creer.

—¿Mucho más real? —Pregunto recostándome a su lado con una pequeña sonrisa sobre mis labios—. ¿Qué es lo que quieres decir?

Javier gira para dejar de ver las estrellas y observar mis ojos. Observa mi sonrisa y luego vuelve a ver el maravilloso cielo azul con detenimiento. Nuevamente evita mis preguntas, no comprendo la razón de aquello.

Lo que pregunto es sencillo, pero no sé lo que él puede pensar con respecto a las preguntas. Lo único de lo que estoy segura es que él no me responderá jamás.

—Vamos, Javier. Mis preguntas no se van a responder solas.

Él al oír lo que sale de mis labios me vuelve a observar con el ceño fruncido y niega con la cabeza tan solo dos veces ni una ni tres, fueron dos veces. Aquello tendrá una razón, todo en la vida tiene una razón.

—Sí, tus preguntas se van a responder solas —responde poniéndose de pie. Limpia su pantalón y luego me tiende la mano—. Vamos, te llevaré a casa.

Mi ceño se frunce y niego.

—No, yo no pienso ir a mi casa... No puedo ir sabiendo que estás completamente ebrio y que yo he bebido alcohol también —comento con seriedad en mi tono de voz—. Eso no está bien.

1. Jamás: El comienzo (Completo) ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora