CAPÍTULO 18

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Alzo ambas cejas perfectas al oír lo que sale de sus labios. Me percato de que el vehículo que se encuentra detrás nos pasa y no es el único. Tres autos con adolescentes ebrios se encuentran delante del vehículo de Javier.

No me gusta para nada la situación, debo confesar que toda esa locura me ha hecho olvidar por completo lo que salió de los labios de Javier con respecto a su país.

—¿A dónde vamos? —Pregunto con el ceño completamente fruncido.

No me gusta mucho lo que está sucediendo y siento que estoy haciendo todo realmente mal.

El vehículo de Javier y los otros tres se detienen en lo que parece ser una gran cabaña. Mi ceño se encuentra completamente fruncido, ya que no logro entender lo que está sucediendo.

El lugar tiene su estilo, eso no lo voy a negar. Es más, nunca fui a una fiesta que no sea en el campus de la universidad, así que me da un poco de miedo aceptar venir aquí con Javier y no haber ido a una fiesta con Paul.

No comprendo la razón por la que me resulta más sencillo aceptar a Javier que a Paul. Supongo que sé cómo se pone Paul en las fiestas, pero no tengo idea de cómo es realmente Javier. Creo que tengo un poco de miedo a hacer el ridículo con un conocido que un desconocido.

Dentro de la cabaña hay muchas luces de colores neón que iluminan todo a su paso como rayos láser, me llama mucho la atención la música que inunda cada pared de ese lugar. Evidentemente, es una gran fiesta y al ver a mujeres ebrias en el suelo junto con botellas que contenían alcohol me deja bien claro que mis pensamientos sobre las tonterías de las fiestas son ciertas.

Javier tiene razón con respecto a la música, pero el ambiente en el que nos encontramos es horrible; por suerte todavía no ha bajado del vehículo y no sé si me atrevo a bajar luego de ver toda esa verdadera locura, llena de caos y desesperación de aquel crudo ambiente fiestero.

Yo no me considero parte de ese mundo, soy muy diferente a esas mujeres tiradas en el suelo casi muertas, pero aun así siguen viviendo.

«¿Cómo es posible?», me pregunto.

—A nadie le importa. Este es nuestro mundo y no lo disfrutas como deberías, eres tan... —Dice Javier señalándome con la cabeza como si hubiera algo malo en mí—. Tú.

Alzo ambas cejas mirándolo y luego bajo la mirada a mí misma.

«¿Qué hay de malo conmigo?», pienso en mis adentros.

—¿Tan yo? —Levanto la mirada y lo miro a los ojos—. ¿Tú y Paul hacían estás cosas?

—Por supuesto —responde sin ganas y luego agrega—: Siempre, es más... Seguramente debe estar aquí con Laby.

Al oír que Laby estaría junto a mi prometido, niego con la cabeza tan solo una vez, siento como mechones de mi cabello me obstaculizan la mirada.

Me acomodo en el asiento del vehículo y llevo mis manos hacia mi cabello, siempre vengo preparada para lo que fuera, por ese motivo, saco de mi muñeca una colita para el cabello y me logro hacer un rodete elevado.

La colita tiene pequeñas piedras que parecen ser unos pequeños diamantes, evidentemente no lo son.

Me observo en el espejo y luego lo miro a los ojos por unos pocos segundos.

—Vamos, no tengo toda la noche —murmuro con seguridad en mi tono de voz—. ¿Qué es lo que esperas?

Javier se lleva la mano a la boca, noto que está riendo de mis palabras. Ruedo los ojos sin darle importancia y abro la puerta del vehículo para salir, sé que él no me va abrir la puerta, aunque fuera el fin del mundo.

Él no tarda mucho en bajar, me acerco a él y lo miro a los ojos con una pequeña sonrisa sobre mis labios. Acomodo mi atuendo, lo bajo un poco.

—¿Hasta dónde pretendes bajar eso? —Pregunta con la mirada sobre mi cadera.

Me encojo de hombros y suelto mi atuendo para tomar el rostro de Javier entre mis manos, simplemente para que mire mis ojos. Lo suelto con cuidado y niego.

—No lo sé, no estoy cómoda con esto —le respondo con sinceridad.

Él asiente acercándose a mí con su mirada penetrante. Lleva sus manos hacia mi atuendo y con estas simplemente rompe las mangas largas con brutalidad, las une con un simple nudo y lo coloca detrás de mi cuello.

Regresa al vehículo con el ceño completamente fruncido y se recorta buscando algo en el asiento trasero, cuando lo encuentra, levanta su mano. Parece que está sosteniendo un labial rojo neón.

Se baja del vehículo y camina hacia mí, con una gran sonrisa sobre sus labios comienza a pintar parte de la tela de mi atuendo y al terminar con la tela, pinta mis labios con sumo cuidado. Debo confesar que no esperaba eso de Javier.

—¿Qué fue todo eso? —Pregunto completamente estupefacta.

Él simplemente niega con la cabeza.

—Magia.

Asiento una vez.

—¿Y ahora? —Cuestiono mirándolo a los ojos, ya que no tengo idea de lo que se hace ahora.

—A divertirse como una persona de tu edad, no tienes ochenta años, London.

Lo miro a los ojos con el ceño completamente fruncido al oír que me llama por mi apellido, eso no me gusta en lo absoluto.

—Katy —lo corrijo con una pequeña sonrisa sobre mis labios.

No quiero que nadie me llame London. Odio mi apellido y que me conozcan por eso. Quiero que los amigos de Paul me conozcan como Katy, por eso, le pido a Javier que no me llame London.

¿Los amigos de Paul me podrán aceptar? Sé que soy diferente a ellos, pero quiero agradarles. ¿Estoy haciendo las cosas mal? ¿Acaso esta gente podrá aceptar a una persona como yo?

La mirada de Javier me deja en claro que le agrada por completo mi nombre.

—Me gusta —dice, y le sonrío.

—Gracias, Javier —le respondo.

1. Jamás: El comienzo (Completo) ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora