CAPÍTULO 37

20 6 0
                                    

—Deja de hacer la que sabes todo. No tienes idea de nada de lo que está pasando. ¿No crees que si estuviera con Javier, él estaría aquí? —me atrevo a preguntar mirando fijamente sus ojos—. Ambos estaríamos aquí dando la cara por completo. No es así, no tienes idea de lo que está pasando.

La chica me mira a los ojos y niega con la cabeza tan solo una vez. Su sonrisa se dibuja sobre sus labios y me demuestra que todo es circunstancial.

—No mientas. No hace falta que él esté presente como para saber que aquí hubo sexo. Huele a eso, tú desprendes esa fragancia —me explica.

Mis ojos se abren como nunca antes. No entiendo a lo que se está refiriendo. ¿Será verdad? ¿El sexo tiene un olor especial?

—No huelo a nada. Deja de mentir y molestar a los demás —le digo—. No hay olor a nada aquí, solo a uvas.

—Y a sexo —vuelve a abrir la boca—. Solo que tú no te das cuenta.

Me encojo de hombros.

—No he tenido sexo...

—¡La santa! —Gritan algunos—. Obvio que no tuvo sexo. Es la más virgen de todas.

Oigo un caballo al galope acercarse por el otro lado del viñedo, no comprendo lo que está sucediendo simplemente oigo los murmullos de las personas contra mí; los pasos rápidos y ruidosos del caballo me dejan en claro que evidentemente será mi final.

Lo único que deseo es salir corriendo de ese lugar, como cuando era pequeña y lo único que deseaba era callar a los que me criticaban. Ya no soy una niña, pero lo que quiero es lograr no oír más las palabras de esas personas que no reconozco.

Personas que nunca he visto en mi vida, me siento sin esperanza y sola contra todas las personas. Siento como unas manos fuertes me toman de la cadera, no me doy cuenta de que ya me encuentro sobre el caballo negro, hasta que a lo lejos veo a esas personas que están pendientes de mis actos.

—Todo está bien. —Oigo la voz de Javier, sé que es él—. ¿Todo está bien, Katy?

Niego con la cabeza tan solo una vez. Si no estuviera sobre el caballo, ya estaría muy lejos de él, él se había ido y me dejó a enfrentar toda la situación horrenda que había sucedido en ese momento.

No comprendo la razón, tengo muchas preguntas para hacerle, pero mi alma está destrozada en el suelo y este caballo la está pisando con cada paso que da.

Giro para ver los ojos amielados de Javier y frunzo el ceño sintiendo que soy incapaz de decir o preguntar lo que está sucediendo. Simplemente lo estoy observando como una completa boba y sé bien que eso es lo que soy: una completa boba. Quiero que se detenga, pero el caballo cada vez galopea mucho más rápido.

—Me dejaste sola, detén el caballo. ¡Javier! —Exclamo pagándole en el pecho para lograr liberarme de él.

—Katy, estaba buscando a Lluvia.

—Vete con tu Lluvia, déjame de una vez por todas, Javier.

Mi ceño se frunce al oír lo que sale de los labios rosados del joven que aún me sostiene para no caer de aquel gran caballo.

No sé quién es Lluvia y tampoco tengo ganas de seguir con la conversación mantenida con ese hombre, lo único que quiero era salir de esto en perfectas condiciones. Aunque toda la noche fue un verdadero desastre, me gritaron, me emborraché, casi me muero y casi engañé a Paul con su mejor amigo... Aunque siento que realmente lo engañé.

Llevo mis manos hacia las suyas para hacer que me suelte, cuando por fin lo hace observo atentamente la distancia entre el caballo y el piso, trago saliva sonoramente.

Miro los ojos amielados de ese hombre y me lanzo sin dudarlo ni un segundo más. Necesito estar lejos, necesito despertar de este horrendo sueño.

—¡Katy! —Oigo su voz.

Me encuentro recostada en el césped, observo el cielo azul con una pequeña sonrisa sobre mis labios. La noche es perfecta, aunque los eventos sugeridos en ella son horrendos.

Me quedo quieta sin decir ni una sola palabra, hasta que oigo los pasos rápidos de Javier corriendo hacia mí.

Mi ceño se frunce inmediatamente al sentir sus manos tomar mi rostro, noto la preocupación en el rabillo de su mirada. Su mirada me demuestra demasiado, pero no me dice nada. Sé bien en el fondo de mí que, él espera que yo comience a contar o hacer algo, pero no tengo ganas ni el valor para hacerlo.

—Katy... —Susurra. Aunque lo susurrara de esa manera puedo notar que se encuentra enojado conmigo—. ¿Qué demonios, Katherine? —Niega con la cabeza al preguntar aquello.

Simplemente me encojo de hombros. No quiero decir nada, no tengo una razón... ¿O sí?

—Habla, dime.

—No lo sé, simplemente lo hice... fue tu culpa, yo quería bajar y tú no me dejaste. Así que lo hice por mi cuenta, sabía que no me dejarías hacerlo, sabía que no ibas a detener a ese caballo... simplemente quiero irme, quiero salir del infierno —Es la verdad, ya no puedo contener eso dentro de mí.

—Katy...

No lo dejo terminar su oración y agrego a la conversación—: ¡Cállate!

No quiero oír más nada, ya no soporto las voces y que me digan qué hacer y cómo hacerlo bien. Ya estoy cansada, harta. La próxima vez que oiga una voz terminaré peor.

Sé que parezco exagerada, pero ya no soporto ni a mi conciencia. Ya no entiendo, ya no sé nada y no quiero saber más.

Me siento en un infierno y esas voces no son más que demonios que están encargados de mi tortura, quiero salir, ser libre... Ir al cielo.

La mirada de Javier sigue sobre la mía, no quiero verlo, no quiero a nadie aquí. Quiero regresar a mi habitación... O algún lugar para quedarme sola. Necesito estar sola por un tiempo, tengo que asimilar todo lo que me ocurrió y me sigue ocurriendo.


1. Jamás: El comienzo (Completo) ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora