—¡Aléjate! —Exclamo al notar la cercanía de aquel hombre alto y fuerte enfrente de mí—. Ya te he dicho que te alejes de mí, Paul —comento retrocediendo lentamente, aunque con cada paso que doy hacia atrás, él se acerca más a mí.
Los nervios me carcomen como la primera vez que lo vi. Quizás, la diferencia de hoy es el dolor que me produce verlo frente a mí. Él no se da cuenta de lo que siento, de lo que me produce tenerlo cerca. Me explota el corazón de tan solo verlo aquí.
Me hubiera gustado que se fuera y dejará las cosas como estaban, pero no, él tiene que regresar para destrozar mi corazón en millones de pedazos. ¿Por qué tiene que ser tan malo conmigo? Lo que me hizo no tiene nombre y me sorprende que tenga la cara de aparecerse.
—¿Por qué? —Pregunta mirándome fijamente a los ojos. Sus fuertes manos sujetan las mías. No me gusta absolutamente nada el contexto y todo lo que está aconteciendo me deja mucho más que estupefacta—. Antes no me querías lejos, ¿qué fue lo que cambió, Katherine?
Mis ojos se cristalizan inmediatamente al oír su voz. Ya no deseo oír su acento inglés: no quiero oírlo a él. Todo lo que está sucediendo me parece una auténtica locura, no hay manera de que todo esto sea real. Estoy segura de que esto no es más que un sueño o que ya me estoy volviendo loca por todo lo sucedido en mi vida. Sí, eso es lo que me está ocurriendo. Ya estoy, efectivamente, loca.
Antes pensaba que estaba loca por él y sus locuras, pero ahora... ahora ya no sé qué pensar. Nunca me gustó ser parte de un mundo al que no tengo una explicación.
—¿Por qué ya no me quieres? Íbamos a tener una vida, ¿qué fue lo cambió? —Pregunta él esperando una respuesta concreta salir de mis labios.
Sus movimientos me dejan en claro su mal humor, pero eso siempre está en él. Paul Evans es una persona muy malhumorada y sin ganas de vivir, siempre encuentra la manera para asustar a los demás.
No tengo una respuesta específica para él, solo niego con la cabeza. La contestación que le puedo brindar es mucho más complicada que la existencia del mismísimo Dios. Ni siquiera yo sé lo que sucede. Tengo mucho que asimilar y más que descubrir. Una persona me dijo que yo debía manifestar lo que desee yo sola y eso haré.
Sé que puedo descubrir lo que ocurre y no me detendré hasta saberlo. Tengo que hacerlo por mi propio bien.
Lo observo fijamente a los ojos: su mirada sigue igual, esta jamás cambió. Pero el interior de Paul está cambiado. Estoy segura de que ya no es el mismo hombre del cual me había enamorado. Ahora, es frío y oculta muchas cosas que debería sacar a la luz.
—Debo irme, no puedo llegar tarde, Paul —comento tratando de deshacerme de aquel joven frente a mí.
Me duele alejarme de nuevo, pero tengo que hacerlo.
Trato de apartarme para que me suelte, pero simplemente se acerca aún más. No me agrada, no lo quiero cerca. Él no quiere que me separe, pero tengo que hacerlo para seguir adelante con mi vida.
—Katy... —Susurra; siento que muy pronto lo podré oír llorar—. No me dejes ir.
Niego con la cabeza y llevo mi mano hacia mi corazón. No sé cómo decirle que es imposible dejarlo ir, sé que me costara mucho olvidarlo.
—Siempre estarás ahí: yo siempre te amaré.
Él niega con la cabeza soltando con fuerza mis manos.
—Adiós...
Mi mirada oscura se posa en sus ojos, esos hermosos ojos que él posee. Celeste, azulado con un bello tono verdoso, que se esconde detrás de su memoria; yo lo describo de ese modo para no sonar demasiado cliché y aceptar que, en realidad, son de un maravilloso color esmeralda. Cierro mis ojos para no verlo esfumarse, aquello siempre me duele.
—Katherine London. —Oigo la voz de la secretaria diciendo mi nombre.
Abro mis ojos con rapidez.
Levanto mi mano con una pequeña sonrisa sobre mis labios. Hay pocas personas junto a mí, supongo que hoy no es un muy buen día para ninguno de nosotros.
Camino con detenimiento hacia la oficina de la psicóloga; al llegar, estiro mi mano hacia el picaporte para luego girar y abrir la puerta. Me adentro en el gran consultorio que conozco de memoria, tomo asiento observándola a los ojos, para lograr incomodarla. Debo confesar que sé cómo hacer que las personas se incomoden en mi presencia. Tengo muchos problemas que contarle, sé que estará dispuesta a oírlos. Se supone que de eso se trata todo esto. Por lo menos, encontraré un modo de continuar y eso es lo que he venido a buscar aquí. Vine por una oportunidad, por una nueva vida.
—Katy, ¿qué sucedió? Hace un año estabas como nueva y te dimos de alta —dice la doctora Beatriz acomodando su bello cabello negro, este le llega hasta sus hombros. Posee una bella sonrisa blanca y delicada que adorna sus labios—. ¿Qué te trae aquí de nuevo, Katy? —Pregunta con su ceño fruncido.
Volver de nueva cuenta aquí por lo mismo.
Esta doctora debe estar harta de mis tonterías, nadie en su sano juicio haría todo lo que hice yo, nadie lo haría. No puedo creer las tonterías que hice a lo largo de mi vida, ya nada podrá sorprenderme.
—Paul... —Susurro.
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1. Jamás: El comienzo (Completo) ✅
RomanceKatherine London, una joven estudiante de la UBA (Universidad de Buenos Aires), donde se encuentra cursando su último año de psicología. Con apenas 21 años de edad, excelentes notas y una vida completa junto a su prometido, al menos eso es lo que el...