CAPÍTULO 21

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Entramos a la mansión y comenzamos a caminar rumbo a los chicos de la otra noche. No tuve la oportunidad de ponerme en contacto con las chicas, así que está va a ser mi oportunidad de ponerme al corriente con mujeres de mi edad.

—¡Oh, Dios mío! —Grita Ellie—. Miren quién regresó de las sombras y trajo una amiga.

Nos acercamos y la miro con una pequeña sonrisa sobre mis labios.

—Ellie, ¿cómo están? —pregunto.

—Todo bien. Mira que Paul está arriba —me informa su novio, Leonardo.

Elena se sienta con fuerza sobre su novio, parece que lo hace a propósito para que él no pueda hablar de Paul.

Mi ceño se encuentra fruncido al ver la acción de Elena, no me gusta mucho, ya que parece estar callando a su propio novio, el cual me ha dado una respuesta concreta de la situación.

Al parecer todos la llaman Ellie a Elena, supongo que debo ir a descubrir por mí misma lo que está sucediendo allá arriba y no pensar en lo peor como una novia completamente celosa. No entiendo por qué siempre debo pensar de esa manera horrible y no de una bonita.

Sé que Paul y Laby son amigos y por lo que me ha comentado mi prometido, el novio de Laby es Javier. Supongo que arriba están planificando algo interesante para la boda o algo así, tengo que pensar de esa manera.

Me pongo de pie como un resorte y comienzo a caminar hacia la escalera que daba hacia arriba. Comienzo a subir los escalones con cuidado en mi pisar, ya que hay muchas personas ebrias tiradas por ahí. Mis zapatos se pegan con algo pegajoso... mejor no mirar.

—¡Eres un jodido idiota! —La voz de Laby se hace presente con cada escalón que subo. Su tono de voz me deja en claro que evidentemente está completamente enojada con lo que está sucediendo allí—. ¿No puedes dejarme en paz? ¡Déjame vivir!

—¿Yo? —responde Javier—. ¡Vive! —Sube el tono de voz—. ¿A mí qué mierda me importa lo que tú hagas?

—Sí, tú.

Un bufido sale de los labios de Javier, lo logro oír como si estuviera a su lado en ese momento.

—Laby... ¿Cómo puedes?, ¿quieres vivir? Hazlo, vive, pero no cagues a otros en la búsqueda de tu felicidad. —Escucho lo que dice Javier y asiento.

—Será mejor que cierres la boca, no tienes nada que hacer aquí. ¡Tú y tus amigos deberían estar peleando por conquistar a esa santa! —Exclama la reconocida voz de Paul completamente ebrio.

Niego con la cabeza.

No comprendo absolutamente nada de lo que está sucediendo. Cuando por fin llego y estiro mi mano para abrir la puerta, ya es demasiado tarde.

Javier la abre de par en par dejándome ver una imagen que nunca había pensado ver. Javier baja la mirada y simplemente sale del lugar disparado como hubiera hecho yo, pero lamentablemente mis pies se han pegado al suelo.

Laby se encuentra acomodando su vestido, mientras que Paul acomoda sus pantalones de un salto.

Mis ojos se cristalizan inmediatamente y niego con la cabeza.

Paul ni siquiera se ha enterado de mi presencia.

Mis mejillas se encuentran bañadas en lágrimas, azoto la puerta y bajo las escaleras como si no hubiera un mañana. Camino decidida a la tina de la cocina y agarro una botella de cualquier cosa ni siquiera me detengo para ver la fecha de vencimiento.

Comienzo a tomar, siento como el calor baja por mi garganta. Me recuerda a tomar con rapidez un mate. Unas manos toman la botella y me hacen mojar completamente.

—¡Hey! —Giro para ver y es él.

—Esta no es la solución, Katy —comenta Javier.

Asiento con la cabeza. Sé que él tiene razón, pero ya es demasiado tarde para pensar. Ya estoy ebria, no me he percatado de todo lo que me había tomado de la botella.

Suelto una gran carcajada de mis labios y niego con la cabeza.

—Ellos nos engañaron, ¿y yo tengo que moderarme? —No reconozco mi propio tono de voz. Estoy cubierta de alcohol.

No puedo creer que haya pensado que solo se había enojado conmigo por haberme ido de la fiesta. Todo este tiempo estuvo con Laby, no puedo creer. Yo estudiando para dar mis exámenes bien y él... Él metiéndome los cuernos con su mejor amiga.

—No escuches, Katy. Hay cosas que no vas a entender, eres joven y no tienes que hacer un escándalo —me responde.

Niego con una gran sonrisa torcida y me abalanzo para lograr tomar la botella, quiero terminarla y quizás, de ese modo, ahogar mis penas. En las películas y libros, los hombres hacen eso y las mujeres se hinchan con helado, en este momento, no tengo helado, así que tomo lo que encuentro.

Javier antes de que yo pueda tomar la botella la hace a un lado y niega.

—No, ya es demasiado.

—¡Yo digo cuando es demasiado! —Le grito en la cara—. ¡Dámelo!

—No te daré nada, ya es hora de salir de aquí.

Alzo ambas cejas y niego tomándolo de los hombros. Yo no me iré, hasta terminar esa y las botellas que yo quiera terminar. Niego con la cabeza mirando sus ojos amielados.

—Vete tú, yo estaré aquí hasta que yo quiera estar... —Susurro sintiendo como la habitación me da vueltas—. ¿Qué me pasa?

El ceño de Javier se frunce sin comprender.

—No lo sé, ¿qué tienes?

—Todo gira... Exceptuando, tus ojos de perrito triste. —Sonrío de una manera extraña.

—Estás ebria, eso te está pasando —dice él en voz baja—. ¿Nunca tomaste de más?

—¡No me grites! Y no... Nunca bebí nada.

—No te estoy gritando.

—¡Sí! —Exclamo apoyando mi cabeza sobre su pecho—. Abrázame...

Siento como sus fuertes brazos me abrazan con cuidado. Cierro mis ojos para que la habitación deje de girar y funciona.

—No puedo creer que no hayas bebido nunca en estos... —Hace una mueca con sus labios.

—Veintiún años —respondo con seriedad sobre su hombro.

—¿Ni un poquito? —Acaricia mi espalda.

Niego, pero cierro los ojos cuando todo me da vueltas.

1. Jamás: El comienzo (Completo) ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora