La mañana del sábado transcurre con rapidez. Ya estoy bañada, almorzada y en perfectas condiciones para estudiar un poco. Después de todo, este lunes empiezan las pasantías y necesito que todo salga perfecto.
Tengo suerte de que este día ya está por terminar. Tengo a un buen amigo a mi lado y nos la pasamos hablando sobre un montón de cosas del pasado. Siendo sincera, creo que el único amigo que tengo es James. Después no hay otro, ya que Javier no me llamó más y Paul... Bueno, él nunca llama.
Me siento un poco tonta al pensar que alguna vez me imaginé ser amiga de esos dos hombres, creo que no podríamos. Somos los tres muy diferentes, pero con James es otra historia y me agrada que sea así. Él es una buena persona y me gusta pasar tiempo con él. Nunca imaginé que tendría un amigo en el último año de universidad.
Creo que llego tarde a muchas cosas, pero al menos llego. Eso es lo bueno, supongo que cada uno tiene su tiempo para todo. No soy única, solo trato de pensar todo muy bien para no cometer un error de los buenos.
Como estoy aburrida me pongo a ver Supernatural. A mitad del capítulo de la serie suena mi teléfono y James alarga el brazo para acercármelo.
Me resulta peculiar que me llame por teléfono alguien a esta hora. Es extraño, ya que muy pronto será de noche y el sábado terminaría.
—¿Paul? —pregunta. No hay recelo en su tono, solo curiosidad: mucha de hecho.
James jamás ha sido celoso como amigo; nunca ha tenido motivos para sentirse desplazado. «Hasta ahora», me recuerda mi subconsciente.
—No entiendo las razones por las que Paul me está llamando ahora —digo—. Después de todo lo que me hizo, tiene los huevos gigantes para llamarme.
¿Por qué me llamará Paul tan tarde? Jamás me ha llamado para nada que no sea para comparar pizza juntos o salir a caminar por las calles de Argentina.
—¡¿Katherine?! —grita por el auricular.
—Sí, ¿qué te ocurre? ¿Está todo bien?
Debo ser sincera, esto me está preocupado más de lo que debería. Paul nunca me llama por teléfono para estupideces y ahora creo que esta debe ser una de las primeras veces.
No quiero saber lo que está pasando, así que le cuelgo. Pero después de unos segundos, vuelve a llamar, así que James me mira con preocupación y luego al celular.
—Deberías esperar a ver lo que te dice. Él no suele hacer llamadas telefónicas y que te la haga a ti... —Me explica él.
Asiento con la cabeza tan solo una vez. Sé que tiene razón, pero me da bronca tener que aceptar que él me engañó y que ahora me esté llamando a mí en vez de a su Laby. No puedo creer que sea de esos hombres. Estoy harta de pensar en todo lo malo que me hizo.
Suelto un suspiro sonoro y atiendo nuevamente.
—¿Qué sucede, Paul? No estoy para juegos —contesto—. ¿Qué tienes? ¿No estás bien?
—Pues... No, la verdad es que no. Sé que James está ahí, pero... —vacila buscando palabras.
Ya me estoy cansando de este juego y no me está dando respuesta alguna. Necesito que me diga lo que pasa.
—¿Qué pasa, Paul? —Se me empieza a acelerar el corazón—. ¿Estás bien?
—Sí, no es por mí. Es... Es Javier.
El pánico se apodera de mí.
¿Habrá matado a alguien?
No tengo idea de lo que ocurrió con él después de la fiesta de ayer. Ahora sí que me estoy preocupando por la llamada. No esperaba que Paul me llame para hablar de Javier.
—¿Ja... Javier? —Tartamudeo—. ¿Qué es lo que tiene él?
James me mira y hace señas para que le dé información sobre lo que está ocurriendo con su amigo, pero ni siquiera yo sé lo que pasa.
—Sí, si te doy una dirección, ¿puedes venir, por favor? —Oigo el ruido de algo rompiéndose de fondo.
Salto de la cama y me pongo los zapatos sin apenas darme cuenta. James también se levanta, casi muerto por el miedo de lo que le pueda ocurrir a su amigo.
—Paul, ¿está intentando hacerte daño? —Mi mente es incapaz de pensar qué otra cosa puede estar pasando.
No sé, pero Javier suele ser un poco frío y explosivo. No me sorprende lo que está pasando con él. Sin embargo, Paul también suele ser así. No entiendo nada.
—No, no —responde.
—Mándame un mensaje con la dirección —le digo, y entonces oigo otro estrépito.
Me giro para ver los ojos de James.
—James, necesito tu camioneta.
Él ladea la cabeza un poco confundido.
—¿Qué pasa? —Se atreve a preguntar.
—No lo sé... Es Javier. Dame tus llaves —le exijo.
Se lleva la mano al bolsillo y las saca. Se ve que no le agrada la situación, no quiere que vaya con estos dos hombres, pero tengo que.
—Voy contigo —afirma rotundamente.
Pero yo le quito las llaves de la mano y niego con la cabeza.
—No, tú... Tengo que ir sola. Es más, tienes que quedarte aquí porque va a llegar mi mamá y me dará un par de zapatos nuevos —le comento con el ceño levemente fruncido—. Necesito que te quedes.
—¿Zapatos nuevos? —No me cree.
Ruedo los ojos y niego.
—Solo déjame ir sola. —Hago una mueca con mis labios—. Si mi madre viene, dile que estoy haciendo las compras y que el lunes empiezo con las pasantías. Le va a gustar hablar sobre eso.
—Kath, ¿estás segura de esto? No creo que a tu madre le guste que haya un nuevo chico en tu habitación. —Tiene un punto y muy bueno.
Rasco mi mejilla.
—¡Solo inventa cualquier estupidez!
Mis palabras le duelen. Parece herido. Y sé que no está bien dejarlo aquí, pero ahora mismo en lo único en lo que puedo pensar es en llegar hasta Javier y ayudarlo en lo que sea que le esté ocurriendo.
¿Qué será lo que le esté pasando?
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1. Jamás: El comienzo (Completo) ✅
RomanceKatherine London, una joven estudiante de la UBA (Universidad de Buenos Aires), donde se encuentra cursando su último año de psicología. Con apenas 21 años de edad, excelentes notas y una vida completa junto a su prometido, al menos eso es lo que el...