CAPÍTULO 57

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Me quedo así, de este modo tan bonito y peculiar: abrazada a mis padres que tanto extrañaba. Estoy feliz de estar a su lado, me siento cómoda y me gusta mucho. Sin embargo, sé que ese momento de paz va a terminar en cualquier momento.

Visualizo a Alex platicando con James y no puedo evitar sonreír, debo confesar que me gustaría que esta relación funcionara en un futuro.

Alex es mi mejor amigo de la infancia y James se está volviendo bastante recurrente en mi vida, creo que ya puedo decir que es mi amigo. Me agrada la situación y espero que algo interesante suceda allí. James es el único que me trata bien en la universidad.

Con cuidado me voy separando de mis padres y retrocedo un poco, chocando con el cuerpo de alguien, enseguida me doy cuenta de que el cuerpo de aquella persona es el de Javier, noto su tatuaje en el dorso de su mano. Giro con lentitud para visualizarlo y le dedico una pequeña sonrisa ladina.

Él niega con la cabeza y toma mi mano, adentrándose entre la multitud, caminando en una sola dirección. Lo sigo sin importarme un comino lo que suceda.

Observo la mirada de desaprobación de mis padres ante la situación, pero lo dejo guiarme a donde él quiere. No sé lo que desea, pero dejo que me guíe. Me siento bien a su lado y no quiero que eso termine, me gusta y me gusta mucho.

Con lentitud subimos las escaleras hacia las habitaciones, me detengo en medio del pasillo, sin comprender lo que está sucediendo. No me agrada la situación, él no tiene idea de a dónde iremos, pero yo sí. Yo conozco mi casa a la perfección y sé que estamos llegando a las habitaciones.

Estoy más nerviosa de lo que me acostumbro a estar con él. Desde que lo conozco siempre estoy un poco nerviosa, ¿un poco? Mucho más de lo normal y siento que Javier sabe lo que me provoca, pero no dice nada ni hace nada al respecto. Eso me incómoda, me incómoda que no haga nada al respecto.

Javier quiere continuar hacia mi habitación, pero no lo dejo seguir. Yo quiero hablar ahí, sé que si Javier se vuelve loco, no podría romper nada más que mi rostro, porque es lo único que verá en este momento.

—Ven. —Toma mi mano con fuerza para acercarme todavía más a él.

Ladeo un poco la cabeza, al sentir sus labios sobre la piel de mi cuello. Sus labios son perfectos y me hacen sentir que vuelo como un pájaro lleno de libertad, a su lado, puedo ser yo y no ser esa chica que todos quieren que sea.

Estoy feliz por saber quién soy realmente. Nunca me conocí hasta que lo conocí a él. Es algo extraño y no tengo palabras para explicar lo que me hace sentir.

Al lado de Javier, no importa si soy una niña o una mujer en el cuerpo de una pequeña, a su lado puedo ser lo que quiero ser.

Esos labios que él posee me llevan al cielo, el roce de uno de ellos contra mi piel me enloquece y no me deja pensar en otra cosa que no sea él.

Pero no puedo perder la poca cordura que hay dentro de mí, no soy una cualquiera y todavía sigo esperando por mi primer amor.

Llevo mis manos hacia el pecho de Javier y lo empujo con cuidado, para ver fijamente sus ojos; las pestañas que posee son perfectas y cuando me mira no puedo evitar sonreír como toda una boba.

Con tan solo una mirada siento que me sonrojo, mi corazón late a mil por hora y un calor tremendo recorre cada fibra de mi cuerpo.

—¿Qué sucede? —Pregunta como si nada hubiera pasado hace unos segundos en la calle.

—Javier, no te entiendo... —Niego con la cabeza. Sé que él es así... Misterioso, pero esto ya es demasiado. Ya no entiendo nada.

—Resulta que me di cuenta de cosas y no quiero perder de nuevo.

Mi ceño se frunce inmediatamente al oír sus palabras, puedo sentir como su aliento cálido y aquella fragancia a alcohol invade su organismo entero. Aquello es delicioso, pero no quiero nada en este momento.

Niego nuevamente con la cabeza y lo empujo con cuidado para separarme de él con rapidez, me molesta que siempre que tenga un problema trate de solucionarlo con bebidas, las bebidas no harán nada por él, solo enfermarlo.

—Estás ebrio, ¿cómo puedes tomar en una fiesta de Navidad?, ¿qué te pasa por la cabeza, Javier? Yo ya no entiendo nada —Pregunto subiendo el tono de mi voz.

—Todo es tu culpa, Katy...

Alzo ambas cejas mirándolo fijamente a los ojos y niego nuevamente con la cabeza. Sé que lo que le sucede no es mi culpa, no hice nada mal. No entiendo la razón por la cuál me dice estas cosas tan destructivas.

Sé que él no está bien, pero no por eso, yo debo estar mal como él. No quiero estar mal, no quiero que él esté mal. Ya es mucho para soportar.

—No es mi culpa, tú bebiste. Yo no —susurro comenzando a caminar dejándolo solo.

Siento como se acerca por detrás abrazándome por la cadera y niego con la cabeza sintiendo su cuerpo pegado al mío.

—Suéltame, por favor... —Suplico, aunque no deseo que me suelte.

Siento como niega y me gira para verme a los ojos, todavía puedo sentirlo.

—No puedo... —Susurra con sus ojos amielados completamente cristalizados—, no puedo, Katy, yo no puedo. —Hace una pequeña pausa y luego continúa con sus palabras—: Aunque yo quiera dejarte en paz... yo no puedo, tengo que estar a tu lado...

¿Qué está pasando? ¿Por qué parece que muy pronto lloraría? ¿Qué le sucede?

Tengo que estar a tu lado. Tengo que estar a tu lado. Tengo que estar a tu lado.

Tengo que estar a tu lado. Tengo que estar a tu lado. Tengo que estar a tu lado.

1. Jamás: El comienzo (Completo) ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora