Veo que James comienza a caminar rumbo a mi habitación y empuja a Paul con cuidado. Estos se ponen a discutir en el camino, pero James sigue su camino hacia mí. Yo digo que están discutiendo, pero no lo sé.
—¿Qué fue lo que ocurrió, Kath? —pregunta James preocupado por mí.
Me encojo de hombros. No tengo muchas ganas de hablar sobre esas cosas, pero él tiene que saber lo que estoy pensando al respecto.
—Me fui de la fiesta porque me sentía mal y pensé que... —me quedo callada sin poder creer todo lo que había sucedido esa noche—. Fue horrible.
Él no piensa en nada y solo me estrecha entre sus brazos. No dudo en responder, me siento bien a su lado, pero no entiendo la razón por la que me ocultó que conocía a Paul y a Javier. También me mintió con su faceta fiestera. Me separo con el ceño levemente fruncido y lo miro a los ojos sin entender, pero trato de que él me dé una explicación.
—¿Por qué no me dijiste nada acerca de Paul, Javier y tus amigos? —Espero que él me responda, pero le hago una nueva pregunta—. ¿Por qué nunca me invitaste a una de esas fiestas?
James me mira a los ojos y se da cuenta de que me duele lo que me hizo. No haberme contado la verdad me destroza, detesto que nadie me haya dicho lo que está pasando. Necesito que alguien me abra los ojos y nadie se atreve a hacerlo sin dañar mis sentimientos.
—Pensé que esas cosas no te gustaban, Kath —se excusa él—. No te dije nada porque ninguno quería que te lo dijera.
Abro los ojos como nunca antes al escuchar eso. Me doy cuenta de que las cosas son muy raras entre este grupo de amigos, pero yo no soy nadie para interferir. Ya no importa lo que piense.
—¡Me mentiste! —le grito en la cara.
Él alza ambas manos para mostrar tregua.
—No te mentí. Es que no pude decirte cosas que ellos no deseaban. ¿Lo entiendes? —alza ambas cejas—. Eres mi mejor amiga, pero ellos saben cosas muy importantes sobre mí que no deseo que nadie se entere.
Mi ceño se frunce inmediatamente al escuchar lo que sale de los labios de mi amigo. No sé lo que él me estará ocultando, aunque no debe ser nada bueno.
—¿Por qué no me puedes decir lo que ellos saben? —Me encojo de hombros.
—Porque son cosas privadas.
—James, pensé que eras mi amigo y ahora... Ahora ya no sé nada —digo con los ojos cristalizados—. ¡Me siento sola y utilizada! —Grito corriendo por el pasillo.
—¡Katherine! —Exclama James corriendo detrás de mí.
Siento como mi cuerpo choca contra alguien, alzo la mirada y me encuentro con los ojos dorados del profesor Reid. Me separo lentamente y le dedico una pequeña sonrisa ladina, trato de limpiar mis ojos, pero es inútil.
—¿Está bien, señorita London? —Cuestiona él estirando su brazo para que su mano llegue a mi mejilla y limpie un poco las lágrimas—. ¿Qué le ocurre?
Me aparto rápidamente y niego con la cabeza tan solo una vez.
—No ocurre nada. Solo... Solo estaba corriendo y me choque con usted —trato de arreglar la situación.
Su ceño se frunce más de lo que ya estaba.
—¿Por qué me miente?
Analizo la situación y bajo la mirada. No puedo creer que un profesor me esté viendo llorar como una condenada.
—No es de su incumbencia.
Él levanta mi rostro y niega.
—Usted es mi estudiante y es importante para mí —comenta con una pequeña sonrisa ladina sobre sus labios.
Me aparto de él y asiento.
—Mmm... Solo es estrés por el primer cuatrimestre que muy pronto va a terminar —murmuro alejándome de él.
Con cada paso que doy hacia atrás, él se acerca a mí. Me lo quedo viendo a los ojos sin saber lo que desea o por qué está haciendo lo que hace. Llevo ambas manos hacia su pecho y trato de alejarlo de mí, pero él toma mis muñecas y sonríe de un modo malicioso.
—Señorita London —dice cerca de mi oído.
Trato de alejarlo, pero es inútil, no lo logro.
No sé lo que está sucediendo.
—¿Qué hace? —Cuestiono tratando de alejarme de él.
Siento sus labios fríos sobre mi piel y me suelto con rapidez de su agarre. Me alejo mirándolo a los ojos y sin poder creer lo que está ocurriendo. Niego con la cabeza tan solo una vez al ver que se intenta acercar nuevamente.
—Señorita London... —Susurra y niega mirando sus manos—. Yo... Dios santo, no... Lo... Lo siento mucho.
Observo que se va enojado consigo mismo y me quedo parada contra la pared sin entender lo que acaba de suceder. Mi corazón late cada vez más rápido y siento que me odio a mí misma por ser lo que soy.
Respiro hondo sin poder creer todo lo que me está sucediendo. Todo esto es demasiado para mí, quiero irme lejos y no pensar en nada.
—Katy —oigo su voz.
Alzo la mirada y veo a Javier parado frente a mí. Limpia mis lágrimas y me ofrece un abrazo, que no dudo en tomar.
—Javier... —sollozo contra su chaqueta de cuero negra—. Quiero que todo esto termine. Quiero irme a mi casa a descansar y olvidarme de toda esta porquería hasta que empiece el nuevo cuatrimestre.
Él se aleja un poco y toma mi rostro entre sus manos. Me mira a los ojos y asiente con la cabeza tan solo una vez, se acerca un poco y deja un beso sobre mi frente. Aquella muestra de afecto se siente bien y me siento más que bien a su lado.
—¿Qué fue lo que pasó? Vi que ese hombre se iba casi llorando —gira para ver al profesor Reid, pero ya no está.
—No pasó nada —miento con una pequeña sonrisa—. No es por eso que estoy así. Es que... Hoy vi a Paul y él, él se fue de la habitación.
—¿Estás sola? —Me pregunta.
Asiento.
—Pienso que voy a regresar a casa, ya no deseo estar en el campus. Quizás cambie de universidad, total hay otras —digo con seguridad en mis palabras.
Él suelta una carcajada sonora y niega.
—Claro que no. Tú seguirás aquí, y lo que necesitas ahora tiene nombre. Ven conmigo y te haré un momento de felicidad solo para ti.
Me quedo pensando en sus palabras, pero luego me armo de valor y asiento.
—¿Me sentiré mejor? —Limpio mis ojos con una pequeña sonrisa ladina.
—Te haré sentir genial —responde tomando mi mano.
Muerdo mi labio inferior pensando si es o no buena idea, pero asiento y camino a su lado.
¿A dónde iremos?
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1. Jamás: El comienzo (Completo) ✅
RomantizmKatherine London, una joven estudiante de la UBA (Universidad de Buenos Aires), donde se encuentra cursando su último año de psicología. Con apenas 21 años de edad, excelentes notas y una vida completa junto a su prometido, al menos eso es lo que el...