—¿Por qué quieres que me calle? Sabes que lo que digo es cierto y por eso no quieres oír la verdad, ¡abre tus ojos, Katy! Mira el mundo no es lo que tú crees, este mundo está lleno de mierda —dice Javier poniéndose de pie. Se nota que está nervioso y lo comprendo, entiendo perfectamente por lo que está pasando—. Yo sé que tú quieres y vives en un mundo que dice ser mejor, pero sé que puedes entender de lo que hablo ¡No eres una maldita estúpida! —Exclama él tomando mis manos con tal fuerza que tengo que ponerme de pie—. ¡Tienes que ver la verdad!
Trago saliva sonoramente al escuchar todo lo que sale de sus labios. Me duele lo que dice y no lo entiendo. No sé a qué viene todo eso. Solo trato de ser buena persona y todos me terminan lastimando. ¿Por qué me hieren así?
—No te entiendo...
—¿No entiendes? Eres una niña en el cuerpo de una mujer —responde sin dar vuelta al asunto—. Eres dulce y adorable, pero en este mundo se comen a las personas como tú.
Bajo la mirada al suelo y niego. Llevo mis manos a su pecho y lo empujo con ambas manos.
—¡Eres como todos! —Le grito en la cara.
Él me aferra a sí. Niega con la cabeza y me abraza con fuerza.
—No soy como los demás. Nunca seré como ellos —susurra sobre mi oído.
—Pero...
—Pero nada, Katy, tienes que abrir los ojos.
Mi ceño se frunce inmediatamente por las palabras que salieron de sus labios. No comprendo nada de lo que me está diciendo.
Suelto con brusquedad las manos de Javier y niego sin saber lo que él quiere, me resulta muy difícil de entender lo que él desea.
No puedo soportar más todos estos problemas, ni siquiera comprendo por qué sigo aquí junto a una persona que me trata horrendo.
—¡Déjame en paz! ¡Vete, muerte haz lo que quieras! —Exclamo comenzando a correr con rapidez sin mirar atrás.
Me percato de un gran y viejo bosque en la misma mansión, solo debo dar unos cuantos pasos hacia adelante para adentrarme en ese lugar, la persona que vive allí debe ser rica y me gustaría conocer al propietario.
No puedo creer que tantos problemas surgieron en esta noche. Si no hubiera venido a la fiesta, seguramente estaría en cuatro cómodamente durmiendo en mi cama y ahora ya no sé si voy a poder ir al campus. Tengo miedo de que ahora ya no tenga nada, porque eso es justamente lo que siento, siento que ya no tengo nada porque luchar.
Continúo caminando adentrándome en el bosque, parece que no estoy sola y eso lo logro sentir. Siento la presencia de otras personas, mejor dicho, la mirada sobre mí. No me agrada demasiado, aunque no puedo ver a nadie más que pequeños animalitos como ardillas y mosquitos que andan por la zona.
Me siento mal por todo lo que está pasando en mi vida, pero desde hoy todo va a cambiar. Tiene que ser así.
El lunes voy a comenzar con las pasantías del profesor Reid. Él dijo que tiene que ir eliminando personas, solo espero que no me toque a mí. Después de todo lo que pasó con él, creo que es muy posible.
Sigo caminando adentrándome aún más a la oscuridad de la noche, oigo el sonido de una rama partiéndose y giro con el ceño fruncido visualizando lo que parece ser una persona alta. ¿Es Reid?
Niego con la cabeza tan solo una vez y no dudo en salir corriendo una vez más, cuando siento unas manos sobre mis hombros me doy cuenta de que no vería a la persona o lo que fuera, ya que el miedo me está consumiendo internamente.
No quiero saber, no quiero ver esos ojos una vez más y saber que eso acabara con mi propia vida y yo no hago nada por sobrevivir, por eso, no quiero abrir mis ojos y no lo haré.
Tengo miedo de que él me haga algo. Siento que me va a hacer algo y no espero nada.
—Katherine, tranquila —murmura.
Abro los ojos y niego tratando de alejarme de él.
—¡Aléjate! —le grito con todas mis fuerzas.
—Katherine, solo quiero decirte que lamento lo que hice.
Asiento con la cabeza tan solo una vez.
—Okay, ya déjame —comento con lágrimas en mis ojos—. Yo... Solo, por favor.
Él se queda callado pensando qué decirme. Su mirada dorada se posa sobre mis ojos y no dice nada, solo se me queda viendo fijo.
—Lo lamento —repite.
Muerdo mi labio inferior y asiento con la cabeza tan solo una vez. Me siento mal por todo lo que está sucediendo y más ahora por esto.
—¿Por qué yo? —Me atrevo a preguntar alzando ambas cejas—. No sé qué fue lo que le di a entender, señor.
Él niega con la cabeza.
—No me diste a entender nada, Katherine. Estaba ebrio, me estaba yendo a comprar un café y justo te vi —me explica—. Si no eras tú, iba a ser cualquiera que hubiera pasado por ahí.
Me quedo pensando seriamente en sus palabras. No es lo que esperaba escuchar, pero no sé lo que deseaba oír realmente. ¿Qué es lo que esperaba?
Asiento con la cabeza. Me rasco la ceja y luego observo a los lados.
—Bien. Déjeme —respondo sin darle vuelta al asunto—. Quiero ir a la universidad, ¿cómo llego?
Él me da las indicaciones y luego me observa a los ojos.
—Puedo llevarte, Katherine.
Asiento.
—Okay...
Comienzo a caminar junto a él con el ceño levemente fruncido. Al llegar a su vehículo, me quedo quieta esperando que me abra la puerta. No tarda mucho en hacerlo y me siento en el asiento trasero. Observo el camino con seriedad y nuevo mi pie con nervios. Nunca se me hizo tan largo el camino.
—Señor Reid, ¿las pasantías empiezan este lunes? —Trato de romper el hielo.
—Así es —responde.
Me doy cuenta de que llegamos, así que nos bajamos y despedimos con cordialidad.
—Nos vemos —susurro.
Él asiente.
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1. Jamás: El comienzo (Completo) ✅
RomanceKatherine London, una joven estudiante de la UBA (Universidad de Buenos Aires), donde se encuentra cursando su último año de psicología. Con apenas 21 años de edad, excelentes notas y una vida completa junto a su prometido, al menos eso es lo que el...