Javier entra al viñedo y cierra la puerta detrás de él. Pongo los ojos en blanco y me quedo quieta sin saber cómo responder aquel comentario, es como si mi cerebro se hubiera vaciado por un instante. Es una sensación horrible, ya que estoy muy segura de que se me hubieran ocurrido muchas respuestas, pero ahora no puedo usar ninguna y es muy injusto.
Trato de buscar en mi mente algo que me haga reaccionar, creo encontrar una respuesta bastante similar a lo que estoy buscando para decir. Solo espero que no me haga jugar a ese estúpido juego mental en el que Javier es un experto y yo solo... Una participante.
Quién diría que terminaría un día como hoy en un lugar como este. Qué tiene de divertido se preguntara mi madre. Quiero despertar y darme la oportunidad de descubrir la verdadera yo, sé que esta es una de las formas y me por ahora me gusta.
—No es verdad —respondo con seguridad en mi tono de voz—. No soy ni poquito predecible. No ser predecible es justamente lo que me llevo a saltar hoy.
Le dejo que crear que fue por eso que me lancé a la piscina. Estoy consciente de que no tengo una respuesta certera para esa ocasión. No sé las razones por las que hice lo que hice.
—Lo eres, Katy. Demasiado predecible, aunque puedo aceptar que no lo fuiste hace unos minutos atrás. Creí que te ibas a morir —dice él con su ceño fruncido.
Escucho todo lo que me dice, pero no tengo ganas de analizar sus palabras. Hoy solo quiero sentirme bien, después de todo, empieza el receso y tengo muchas cosas que hacer.
—No iba a morir... Bueno, no lo sé —murmuro jugando con los dedos de mis manos como cuando me pongo nerviosa—. Quiero creerlo.
—Pues, no deberías creer. Nadie sabe el futuro, así que no lo supongas nunca.
Mi ceño se frunce inmediatamente al oír lo que sale de sus labios, suelto un bufido de mis labios. Estoy harta de aquellas respuestas sin sentido que él me da. No quiero que siga hablándome así. Lo único que quiero es estar sola y poder saber qué es lo que deseo.
—¿Podrías irte? Quiero estar sola y ver las pocas opciones que tengo.
No puedo comprender cómo es que me encontró entre tantas personas y lo peor cómo supo que estaría en el viñedo. Quiero saber la respuesta, aunque siento que me va a doler saberla.
—No —me responde con frialdad—. ¿Por qué quieres estar sola? Ya estás sola en este mundo, ¿para qué seguir?
Me encojo de hombros y niego con la cabeza. No le doy mucha importancia a lo que Javier me dice.
—¿Te quieres quedar? ¡Bien! Pero muy lejos de mí —comento sin verlo.
Noto que él retrocede, así que le dedico una dulce sonrisa y asiento tan solo una vez. Muerdo la uña de mi dedo pulgar y me lo quedo viendo con seriedad.
—¿Acaso te da miedo que alguien se acerque a ti?
Observo como con lentitud él se va acercando a mí, observo fijamente los ojos de Javier y alzo ambas cejas en la espera de saber qué responder, mi mente está en otro lugar y no sé cómo explicar lo que siento en este momento.
—No, no me da miedo.
Él me mira con el ceño fruncido, así que imito su accionar.
—Entonces, ¿por qué quieres estar sola? —Alza una de sus cejas.
—Porque... Según tú, soy muy predecible, entonces, dímelo tú.
Quiero saber bien las razones por las que Javier piensa eso. No me gusta que se crea lo mejor del mundo y mucho menos que piense que haré todo lo que él se imagina.
Rueda los ojos con una ola de diversión, pero luego hace una mueca con sus labios, y yo asiento esperando una respuesta salir de sus labios.
—Tienes miedo, Katy, ahora sin Paul estás perdida. Por eso eres predecible.
—No soy prede... —Me quedo callada al visualizar como se acerca aún más a mí—. No soy predecible. —Siento que estoy siendo demasiado repetitiva.
Sus manos fuertes y grandes toman mi cadera aferrándome a su cuerpo. Alzo ambas cejas mirando sus ojos amielados que son realmente adictivos, llevo mis manos a las suyas para hacer que me suelte de una vez por todas. Muy en el fondo, no quiero alejarlo de mí.
Su ceño se frunce y niega con la cabeza, su cabello negro mojado me salpica y una de aquellas pequeñas gotitas entra a mi ojo. Lo miro a los ojos y luego sus labios, deseo sentirlos otra vez sobre mí. Quiero que sus manos se apoderen de mí, pero no quiero salir herida una vez más.
—Ya suelta, ¿qué es lo que quieres? —pregunto mirando fijamente sus ojos.
Yo sé que es lo que deseo, pero está mal.
Bajo la mirada al sentir como me acerca a él, siento su cuerpo, todo su cuerpo pegado al mío. Llevo mis manos hacia sus hombros empujándolo hacia atrás para hacer que se aleje de mí, pero es peor, ya que toma mis muñecas pegando mi espalda a la pared del viñedo, se oye un gran estruendo al hacer aquello.
Lleva mis propias manos detrás de mi cabeza, estoy acorralada y temo por lo que pueda suceder. Ladeo un poco mi cabeza para buscar algo con la mirada, me siento como una presa y eso no me gusta.
No quiero ver sus ojos, creo que por eso también busco algo con la mirada; simplemente es una estúpida excusa para no verlo a él. ¿Qué demonios es lo que estoy haciendo? Tengo que abrir los ojos y despertar de esta pesadilla.
Sus manos sosteniendo mis muñecas pegando su torso a mi pecho, trato de empujarlo con mi propio pecho para lograr que se aleje, pero es inútil a él le agrada la sensación, y a mí también.
Sus labios recorren mi cuello, sus labios son suaves y sus besos húmedos. Una pequeña mordida es lo que recibo de él, y mi respuesta es tardía ante su acción.
—A ti —responde sobre mi oído, su voz tiene algo diferente. No está ebrio de alcohol, pero si te deseo—. Te quiero a ti, Katy —murmura tomando el lóbulo de mi oreja entre sus dientes.
ESTÁS LEYENDO
1. Jamás: El comienzo (Completo) ✅
RomanceKatherine London, una joven estudiante de la UBA (Universidad de Buenos Aires), donde se encuentra cursando su último año de psicología. Con apenas 21 años de edad, excelentes notas y una vida completa junto a su prometido, al menos eso es lo que el...