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Para Felix el tiempo avanzó demasiado rápido, pues apenas se había logrado dormir cuando los fuertes golpes en la puerta de su casa lo despertaron. Chan fue el que se levantó a abrir, pues los golpes eran bastante desesperados, a pesar de que le pidió que se quedara en la cama, Felix lo siguió hasta bajar a la entrada.

El chamán de la aldea y una de las parteras solicitaron ayuda del menor, un omega había entrado en labor de parto y era hombre, además de otra beta.

—Hannie...—dijo casi en un susurro, con el miedo bailando en su garganta.

Chan solo el colocó un abrigo al menor y dejó un beso en su mejilla.

—Ve ayudarlo, iré con la chica.

Felix solo asintió y ambos salieron de la casa rumbo a las diferentes viviendas, había llegado el momento, oficialmente la temporada de bebés había llegado.

Corrió junto con el chamán hasta la casa de Han y Minho, donde el mayor de la pareja se mantenía en la sala junto con su padre quien le había dejado en claro que no podría subir hasta que todo terminara.

Felix dejó el abrigo en la sala y corrió escaleras arriba junto con el chamán, ni siquiera le dio tiempo para saludar a Minho porque los gritos de Jisung lo hicieron prioridad.

Entró al cuarto quitándose el abrigo y arremangándose, una beta que a estaba ahí le lavó las manos y después procedió a acercarse a Jisung, si bien él no lo iba a abrir no podían permitirse tocar al chico con manos sucias.

—¿Estas listo Hannie?

El mayor por un día lo miró con los ojos llenos de lágrimas y el semblante de dolor más tierno y desesperado que había visto, alzó su mano y Felix la tomó sin dudar, comenzando a liberar esas feromonas dulces que tanto lo calmaban, sus amigos siempre dijeron que eran casi exactamente igual de dulces que las maternas, pero era algo imposible porque Felix siempre las tuvo así y no estaba embarazado.

O bueno, no que el supiera...

El proceso comenzó al tener al chico un poco más calmado, el chamán empezó a rezar sin quitarle la mirada de encima al pecoso, había algo extraño en el también, mientras, una mujer adulta abría el vientre del chico; el grito de Jisung se escuchó hasta la sala, por lo que Minho se alteró aún más, pero su padre lo detuvo, no podía subir.

Felix se quedó a su lado mientras que otra chica molía unas hiervas para volverlas una pasta y metérselas en la boca a Jisung, diciéndole que eso lo relajaría.

Y si bien si sirvió un poco, el dolor era mucho, tanto que se tuvo que esconder en el estómago de Felix que era lo único que alcanzaba, el albino acarició su cabello con su mano libre mientras la otra apretaba la de Han casi con la misma fuerza que el mayor la suya.

Hubo mucha sangre, sudor y lágrimas, pero el primer llanto se escuchó, nublándole el cerebro a Han porque ahora que había escuchado a su primer cachorro algo nuevo se despertó en su cerebro y corazón.

El segundo llanto se hizo presente minutos después, así que mientras dos chicas limpiaban a los bebés luego de cortarles el cordón, el chamán y la mujer mayor se encargaban de cerrar la herida.

Apenas los bebés estuvieron limpios fueron envueltos en pequeñas cobijas y depositados sobre el pecho de Jisung.

Las feromonas maternas del mayor salieron por sí solas al poder abrazar a sus dos pequeños cachorros, Felix sonrió y acarició la cabeza de su amigo con todo el cariño del mundo, mirando a los pequeños con ojos brillantes y cariñosos.

—Iré por Minho ¿bien? Tiene que conocer a sus hijos

—Gracias Lix...—dijo débil pero aun así mirando a sus bebés, el apego fue inmediato.

El rubio bajó las escaleras hasta la sala, Minho se levantó rápido, soltándose de su padre y mirando a su amigo con una angustia infinita, pero la sonrisa de Felix lo tranquilizó, mucho más el abrazo que le dio.

—Felicidades nuevo papá—se separó de él y apretó sus manos con cariño—ya puedes subir.

Minho no esperó más, corrió a la habitación para poder encontrarse con su familia, Jisung ya estaba acomodado en su cama, con los cachorros dormidos en su pecho, esperando por su pareja.

Felix por otro lado tomó su abrigo y salió de la casa luego de despedirse del señor Lee.

Caminó tranquilo, escuchando también cerca el llanto de otro bebé que acababa de nacer, regresó a casa sintiéndose algo cansado, pero no entró, se quedó sentado en el jardín, mirando el cielo estrellado ir poco a poco desapareciendo gracias al sol que se asomaba.

No supo exactamente cuando tiempo paso ahí, mirando como el cielo se aclaraba, pero supo que fue bastante si Chan ya se acercaba a el con una sonrisa cansada; el pelinegro se sentó a su lado y lo abrazó, dejando un beso en su mejilla, el albino se acurrucó contra su cuello y suspiró.

—En la semana nacerán los demás, estoy seguro—dijo el pelinegro para después dejar unos cuantos besos en la cabeza de su pareja.

—Tendremos muchos bebés corriendo por la aldea...—la imagen era linda, pero inevitablemente sus orejas se bajaron, si, habría muchos bebés, pero ninguno suyo.

Chan pudo sentir la tristeza en sus feromonas, a pesar de todo aún no habían podido tener un cachorro, no se había sentido mal, ni mareado, ni con nauseas o más sensible, seguía igual que siempre, lo que dejaba en claro que no estaba esperando nada...

—Tal vez aun no es tiempo para nosotros...—dijo el pelinegro en un intento de consolarlo—y eso está bien, te amo y en el momento adecuado podremos tener cachorros.

Felix solo asintió y se acurrucó contra su cuello, no quería llorar.

—Vamos a dormir, tengo frio...

Chan entonces cargó al menor y entraron a la casa.

Lo arropó bien y se recostó a su lado, acarició su cabello y orejas con suavidad para poder arrullarlo, Felix se rindió con ello, el toque siempre delicado y amoroso de Chan lo dejaba noqueado.

—Duerme mi pequeño príncipe...todo será mejor mañana.

Felix solo se acercó un poco más a él para poder abrazarlo, quería sentirse protegió, así que Chan lo envolvió con brazos y piernas, soltando sus feromonas para calmarlo.

Ambos se durmieron con un ligero pesar en el corazón, sin ser conscientes de que, en realidad, una pequeña parte de ambos ya comenzaba a desarrollarse dentro del lobo albino.

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