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Si le preguntaran a Felix cómo se sentía el día de hoy probablemente les respondería que se sentía en el paraíso.

Llevaba apenas 5 días-de las 2 semanas permitidas- en casa de Chan, pero con eso bastó para que quisiera despertar todos los días de su vida entre los brazos de ese hombre, oler su fresco y delicioso aroma y sentir un beso en la frente murmurando un "buenos días ángel" con esa voz ronca por el sueño que lo dejaba temblando.

Porque hasta eso, ni siquiera se levantaban temprano, Chan podía darse el lujo de trabajar desde casa y solo salía un par de veces cuando se requería su presencia o había reuniones importantes.

Justo ahora, dormía tranquilamente acurrucado en el cuello de su novio, escondido cómo un pequeño conejito en su madriguera, Chan lo abrazaba de forma protectora, manteniéndolo apegado a su cuerpo, casi oculto, como si no quisiera que lo vieran o tocaran.

Pero el teléfono de Chan sonó -en un tono demasiado fuerte- que obviamente los despertó a ambos.

—Mmm... Nooo—gruñó el menor abrazándose más a Chan cuando este se movió para contestar el teléfono.

—¿Hola? —contestó manteniendo al menor apegado a su pecho, aunque estuviera refunfuñando y haciendo pucheros.

Si el teléfono sonaba, Chan tenía que irse, y Felix nunca quería que Chan se fuera.

Escuchó una conversación de cosas que no entendió, pero por lo que Chan dijo al final, supo que no se iría, lo que provocó que sonriera y empezará a dejar besitos en su cuello, cuando colgó, el pelirosa se acomodó encima de su novio y sonrió.

—Channie tengo hambre.

—¿Qué quieres almorzar? —porque ya pasaban de las 11, el desayuno se lo habían saltado.

—Kiwi—sonrió de forma coqueta, pero Chan estaba aún un poco dormido.

—¿Te compro fruta o es una invitación? —lo miró aun con sueño, pero sonriendo de medio lado, algo que siempre mataba a Felix porque se veía demasiado guapo.

—¿Tú que crees? —ronroneó cerca de sus labios a lo que el mayor sonrió.

—Creo que aun tengo la amenaza de tu madre en la cabeza cómo para hacerlo.

—Pero nos vamos a cuidar—se acomodó de nuevo sobre él para esconderse en su cuello—Somos responsables, además ¿Cómo va a saber ella que lo estamos haciendo?

—Obvio que no va a saber a menos de que lo digamos o dejemos muchas marcas visibles...

—¿Entonces cuál es el problema?

—Que después te dará sueño y yo quería invitarte a salir—sonrió y acarició su mejilla con suavidad.

—Ah bueno, por ahí hubieras empezado—sonrió contento, dejándose tocar, las manos de Chan eran grandes y cálidas, siempre lo tocaban con cuidado y cariño.

Ambos se levantaron de la cama entonces para irse a bañar -obviamente juntos- en donde el alfa dejó muchos dulces besos y traviesas caricias que pusieron tímido al menor.

—¿Qué ocurre? —preguntó confundido con las manos en su vientre.

—Estoy gordo—hizo un puchero, soltando un suspiro derrotado.

—No es cierto Felix, sigues igual de delgado.

—Pero tengo panza—y de nuevo se quejó en un tono ligeramente infantil.

—Eso puede que sea mi culpa, te alejé del camino de la buena alimentación, puede que acumularas grasa de la comida chatarra, pero no estas gordo—dejó un beso en su mejilla y terminaron de bañarse.

Lo más gracioso es que sin querer, iban con ropa de pareja.

El viaje fue bastante corto, Chan estacionó en un lugar cercano a las puertas del centro comercial, caminaron tomados de la mano, buscando en lo que Felix quisiera, el alfa quería que su pareja tuviera varios cambios de ropa en su casa para que no tuviera que estar siempre haciendo maletas cuando quisiera ir.

Y Felix estaba encantado de que Chan quisiera comprarle ropa.

Aunque también claro, Chan se compró algunas cosas para el mismo; pasaron alrededor de unas 4 o 5 horas en las que terminaron dejando todas las pocas -muchísimas- compras que hicieron.

—Tengo un poco de hambre—dijo el menor acariciando su estómago.

—Hay un centro de comida aquí dentro de la plaza ¿quieres ir a ver si algo te llama la atención?

—Esa es una buena idea—de nuevo se tomó de la mano del mayor y volvieron a entrar, esta vez pasando directamente hasta el área de comida donde todos esos platillos grasosos y deliciosos que Felix quería estaban esperándolo.

Sorpresivamente para ambos, apenas el aroma entró en contacto con la nariz del menor, este tuvo que correr lo más rápido que pudo al baño, seguido de Chan obviamente porque verlo huir así de la nada era bastante preocupante.

Y fue aún más preocupante cuando apenas lo alcanzó lo escuchó vomitando.

—¡¿Lixie?!

Chan tuvo que esperar fuera del baño pues Felix obviamente no el respondió, estaba demasiado ocupado vomitando su estómago como para si quiera intentar decir algo.

Pasados 5 minutos de tortura, Felix por fin salió del cubículo, pálido y casado con una ligera capa de sudor en su rostro por el esfuerzo de haber sacado hasta las entrañas por la boca.

Chan solo se le acercó y lo condujo a los lavabos para que el menor se enjuagara y que la boca no le supiera bilis para después abrazarlo cariñosa y protectoramente.

—¿Qué te pasó bebé?

Felix sintió bonito ante ese apodo cariñoso y las tiernas caricias que le estaba dando en el cabello.

—Me dio mucho asco el olor a grasa, no se que pasó—se acurrucó contra el cuerpo de su alfa, respirando profundo las feromonas que estaba soltando por la preocupación, sin duda el aroma fresco y acidito del kiwi lo relajó un montón.

—¿Te llevo al doctor?

—No, estoy bien—se aferró un poquito más al cuerpo del alfa—mejor vamos a comer a otro lado, tal vez mi cuerpo ya me esta pidiendo comida saludable después de tanta comida chatarra.

—Esta bien bebé—dejó un beso en su cabeza y salieron del baño.

Lo mantuvo abrazado hasta que salieron del centro comercial, Felix mantuvo los ojos cerrados todo el tiempo hasta que llegaron a la casa de Chan donde les pidió a sus cocineros que preparan una comida lo suficientemente saludable para el menor.

Felix no sabía porque de repente le llegaron las ganas de vomitar, pero gracias a la rica comida que Chan mandó a preparar para él se sintió mejor por el resto de la tarde.

A la hora de dormir todo fue normal, se acurrucaron juntos luego de desearles las buenas noches a las señoras Lee por medio de una llamada.

Probablemente solo fue un vomito por culpa de tanta grasa que había consumido últimamente y su cuerpo no lo soportó.

O al menos eso era lo que él pensaba.

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