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Le tomó 3 semanas juntar todo lo necesario para su escape, el mapa con el que llegaría con una ruta alternativa a las tierras de los Lee, una cuerda, un gancho de hierro, su equipo de espada y dagas, al final una bolsa donde guardo fruta y comida además de unos cubos de azúcar para su caballo.

Esperó paciente en su habitación hasta que diera la madrugada cuando el cambio de turno se efectuaba; abrió su ventana.

Con la cuerda y el gancho unidos lo lanzó hacia su techo hasta atrancarlo, no podía fallar, si acaso tenía 2 intentos, afortunadamente lo logró a la segunda, así que apenas se aseguró de que podría sostenerlo bien, trepó hasta llegar a su techo.

Una vez ahí, caminó de la forma más cuidadosa y sigilosa hasta el otro lado del castillo, sujetándose bien y teniendo cuidado de donde ponía los pies, tenía que llegar hasta donde se encontraban las caballerizas rápido antes de que se dieran cuenta de que no estaba, probablemente eso sería hasta la mañana, pero lo mejor era apurarse e irse rápido de ahí.

Tardó un poco ya que estuvo a punto de caer más de 4 veces, pero llegó, cuando estuvo cerca de la caballeriza del caballo de su padre-que era la más alta- saltó sobre esa y bajó gracias a los bloques de heno, caminó rápido y de la manera más discreta posible hacia su caballo, entró a su caballeriza y lo preparó para montarlo, una vez estuvo sobre este, tomó la lampara de aceite que cada caballo tenía para alumbrarlos un poco y no dejarlos 100% a obscuras.

El caballo caminó lento con la guía del rubio hasta salir a la plaza principal del reino, ahí galopó rápido a la salida que su mapa indicaba, una vez fuera se adentró al bosque, no iba muy rápido porque era de noche y la luz de la linterna de aceite no alumbraba tantísimo como para arriesgarse a un accidente.

Cuando estuvo lo suficientemente lejos de su reino tuvo varias paradas a lo largo de la noche para que su caballo descansara y el dormitara un poco; apenas la luz del día comenzó a iluminar lo suficiente para seguir, alimentó a su caballo con la fruta que había traído y él comió también un poco, tenía que seguir.

Al ritmo sigiloso que tenía podrían llegar en la noche de ese día, casi la madrugada, aunque también tenía que apurarse porque lo más seguro es que en una hora máximo se darían cuenta de que no estaba y lo saldrían a buscar.

Cuando hubo la suficiente luz decidido arriesgarse e ir lo más rápido que su caballo pudo, solo necesitaba verlo, hablar con el y tratar de convencerlo de que anulara ese matrimonio, el había ganado justamente su mano, el merecía ese puesto a su lado, y también por supuesto preguntar por su salud, el curandero nunca salió de su territorio así que no se sabía nada más que rumores.

Esos y muchos más pensamientos había en su cabeza, formulando algunos otros para intentar convencer al hermoso omega de que estuviera con él y si no podían quedarse juntos por los buenos términos de la ley y arreglos políticos intentaría que huyeran juntos, era un buen plan, al menos para él, ya había demostrado en las pruebas que podría cuidar de él, mantenerlo a salvo y criar hijos juntos, solo era cuestión de irse muy lejos y buscar asilo en otro poblado, mucho más lejano.

Aún faltaba un largo camino que recorrer, pero apenas llegara todo mejoraría para ellos.

Por otro lado, Chan y Felix estaban comiendo tranquilos en la habitación, ambos dentro del nido en un cómodo silencio, de vez en cuando Felix acariciaba su vientre, sonriendo de forma tierna, antes la idea le tener hijos no era una opción próxima, la tenía planeada para cuando el ya fuera rey junto con su esposo y fuera momento de poder dar herederos para cuando él se tuviera que retirar de esa responsabilidad.

Pero ahora, con Chan a su lado, se le hacía una experiencia demasiado bonita y por su puesto que quería muchos, muchos hijos más, no importaba si el heredero salía o no salía a la primera, el definitivamente deseaba muchos bebés con el pelinegro.

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