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Esa mañana Felix estaba terminando de vestirse, en un rato su madre pasaría por el para llevarlo a casa. Se quedó sentado en la camilla un momento, acariciando su vientre por debajo de la ropa, su mirada perdida en el piso sin saber realmente como sentirse, dentro de él estaban creciendo dos pequeñas criaturitas...

Jisung había sufrido bastante el embarazo por estar solo, incluso si él lo había ayudado en ese tiempo ahora no podía esperar esa ayuda pues tenía dos pequeños diablillos que cuidar, Olivia estaría ya en la escuela y su madre muy rara vez trabajaba en casa pues a veces iba a la oficina o con clientes muy insistentes.

Estaría solo principalmente porque Chan no se podía quedar...

Las náuseas regresaron a su cuerpo por lo que rápidamente fue al baño de la habitación para poder vomitar el desayuno que más temprano le habían dado.

Y así lo encontró su madre...

—Ay mi Lixie...—se acercó rápidamente para ayudarle a levantarse.

Apenas se pudo enjuagar y lavarse la boca salieron del baño, el menor siempre se sentía débil después de vomitar, salieron del baño con Felix apoyado a su madre, en el cuarto ya estaba Chan pues Olivia no había podido ir pues tenía escuela.

—Hola cielo...—dijo con voz tranquila, aunque por dentro se estaba muriendo de la preocupación al ver a su pequeño novio tan débil y frágil.

—Channie...—literalmente se dejó caer contra su cuerpo, el castaño lo abrazó contra su pecho, besando su sien varias veces soltando un suspiro de alivio por tenerlo al fin en sus brazos—Vamos a casa mis amores—la mano de Chan bajo hasta acariciar su vientre con cuidado, sabiendo que sus hijos estaban ahí.

Cargó a Felix y se retiraron de ahí, la madre del menor fue la que firmó los papeles de salida y pronto pudieron irse.

En todo el camino Felix se la pasó tranquilo, no sintió nauseas e incluso estaba relajado, pues las feromonas de su alfa lo estaban rodeando, calmándolo y manteniéndolo en una burbuja de tranquilidad y paz, sumando además las tiernas caricias en vientre durante todo el camino en taxi de regreso a la casa de su madre.

Chan se quedó todo el día con ellos, hasta la hora en que Olivia regresó de la escuela, Felix comió sin ningún problema, las nauseas no fueron una molestia, se lo atribuían al hecho de que en esta ocasión tenía demasiada hambre como para expulsarlo todo pues la comida de hospital se había quedado ahí precisamente después de que Felix la vomitara.

La mayor parte del día fue bastante tranquilo, el platinado se veía un poco más recuperado, aunque aún estaba cansado, en todo momento estuvo pegado a Chan y a este no le molesto en absoluto, manteniéndose cerca era más fácil mimarlo y besarlo.

Para cuando la noche cayó, Chan se tuvo que ir, él fue quien llevó a Felix a dormir, lo arropó en la cama, dejó un beso en su frente y se quedó a su lado hasta que el menor se quedó dormido.

—Buenas noches mis bebés...

Se levantó y salió de ahí, se despidió de su suegra y de Olivia pidiéndoles que le llamaran en caso de que necesitaran algo o si Felix sufría de alguna recaía o lo que fuera, cualquier problema les pidió que le llamaran.

—Estará bien Chan—aseguró la mujer al verlo tan nervioso, y bueno ¿Cómo culparlo? Se acababa de enterar que era padre y aun no lo asimilaba, le asustaba que ahora que él no iba a poder estar pegado a Felix algo pasara en su ausencia—Vete tranquilo, buenas noches.

—Buenas noches...—se retiró de ahí algo avergonzado, tomó un taxi hacía el nexo y se fue a su hogar luego de que le quitaran ese fastidioso collar.

Estando en su casa no logró dormir inmediatamente, se sentía mal, algo en el lazo se sentía incomodo, Felix en ese momento estaba durmiendo así que había calma en la conexión, a pesar de eso, su alfa se sentía inquieto, angustiado y desesperado por regresar al lado de su omega y sus cachorros.

A pesar de todas las emociones malas en su cuerpo se obligó a dormirse, mañana tenía una junta por videollamada con algunos directivos de otras empresas y necesitaba estar bien.

Claro que 3 horas después quien se despertó de su sueño fue Felix por culpa de las nauseas que lo obligaron a correr al baño y regresar todo lo que esa tarde había comido, despertando a su madre del susto por el golpe de la puerta y el de sus rodillas contra el piso.

—Oh dios mío hijo ¿no te lastimaste?

Pero Felix ni siquiera pudo responder, seguía vomitando sin control, tosiendo incluso porque estaba seguro de que también se le estaba saliendo por la nariz.

Cuando por fin terminó de vomitar -luego de unos dolorosos 10 minutos- se sentó el suelo solo para agarrar papel y sonarse la nariz porque se sentía horrible que por ahí también saliera vomito, apenas sus fosas nasales estuvieron libres de cualquier rastro de vomito se apoyó en su madre que también estaba sentada en el piso con él, y claro que lo abrazó porque se sentía demasiado preocupada por eso.

—¿Siempre va a ser asi? —preguntó con la voz ronca por el esfuerzo de haber vaciado su estómago.

—Los vómitos dependen de cada persona bebé—dijo acariciando cabello—yo solo los sufrí por 2 meses y después se fueron, pero eso sí, no eran tan fuertes como los tuyos.

—¿Puedes hacerme un té? Por favor...

—Claro que si mi vida, ve a tu cuarto en lo que yo te lo preparo.

Y así lo hizo, luego de enjuagarse la boca regresó a su habitación, su madre llegó poco después con un té y galletas para intentar compensar un poco el hecho de que su estomago otra vez estaba vacío.

—En la tarde estuviste bien ¿Qué paso?

—No lo sé...—dijo dando un pequeño sorbo a su té—solo regresaron de pronto.

—Ay mi pobre bebé...—acarició su rostro y se quedó con el hasta que se terminó todo y se volvió a dormir.

Las nauseas eran algo normal en el embarazo, y como bien dijo todo dependía de cada tipo de persona como le afectaba y lo sobrellevaba, no quería llamar a Chan y asustarlo por algo que era normal en el embarazo, además eran las 3 de la mañana.

Arropó bien a su hijo y salió de ahí para descansar ella también, mañana prepararía una comida completa y balanceada para mantenerlo a él y a los bebés saludables, tal vez eso tenía que ver con los vómitos también. Cerró los ojos y se durmió rápidamente con la esperanza de que mañana todo mejorara para su hijo.

No quería que el embarazo fuera algo traumático para él, no para su pequeño rayito de sol.

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