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3 días después de ese incidente fue cuando el celo de Felix finalmente se presentó, dejándolo postrado en una cama, con demasiado calor, sudor y hormonas alborotadas.

Debido a esto no fue a la escuela y así sería durante 3 días -si bien le iba- por lo que Jeongin amablemente fue a su casa luego de las clases para pasarle los apuntes y además un regalito, aunque no fuera su cumpleaños.

Se sintió mareado cuando la madre omega de Felix abrió la puerta de la casa, el aroma del pelirosa era tan fuerte que llegaba hasta la planta baja aun si su cuarto estaba cerrado.

—Buenas tardes señora Lee—sonrió encantadoramente para ella—Le traje las notas de hoy a Lix.

—Claro Innie, pasa—lo dejó entrar y rápidamente cerró la puerta, pues el aroma de su hijo podría atraer a bastantes alfas que quisieran marcarlo—Esta en su habitación, avísame si necesitan algo ¿sí?

—Seguro señora Lee, gracias.

Subió rápido hasta la habitación cerrando la puerta apenas entró.

—Hola Felix~—saludó cantarinamente dejando la mochila en el suelo y sacando una bonita caja de unos 20 cm de largo—Te traje un regalo.

El pelirosa abrió los ojos al escuchar la voz de su amigo, estaba envuelto en tantas cobijas que era difícil distinguir su figura.

—Innie...

—Oh, te vez tan mal pequeño Lix—se sentó a su lado y acarició lo poco que se podía ver de su rostro, limpiando así un poco de sudor también—¿estas muy caliente?

—Siento que tengo una chimenea en el vientre... es... Uhg—se encogió un poco debido al calambrazo de dolor que sintió—doloroso...

—No te preocupes Lix, traje la solución a tus problemas—aseguró sonriendo y abriendo la caja, sacando un consolador con textura real de 20 centímetros con bases intercambiables a vibrador, movimiento y ventosa.

Si Felix ya estaba rojo por la temperatura, sin duda ahora estaba aun más rojo por la vergüenza.

—¿¡Cómo se te ocurre traer eso a mi casa?! —gritó bajito al ver al menor exhibiendo el consolador como si fuera un producto que tenía que vender.

—Te dije que te iba a regalar uno, no te preocupes, no me costo nada, mi prima es dueña del local y me debía unos cuantos favores, ella escogió el mejor para ti Lix.

—No juegues...

—No lo hago de verdad es para ti Lix ¿quieres probarlo ahora? Se ve que lo necesitas. Yo me siento mucho mejor cuando lo hago, alivia el dolor.

El pelirosa cubrió su rostro por la vergüenza, una parte suya estaba tentado a la idea, de hecho, su ano se lubrico ante la sola idea de tener eso dentro, si bien, no era un pene real pegado a un alfa que sin duda lograría satisfacerlo mejor, era algo, aunque otra parte de él sentía demasiada vergüenza.

—N-No puedo Jeongin—murmuró tan apenado, pero el menor lo entendió perfectamente.

—¿Por qué? ¿Es por el tamaño? No tienes que meterlo todo Lix, aunque bueno... ¿Cuánto le mide a Hyunjin?

—¡¿Y yo como voy a saber?! —se quejó avergonzado.

—Ay por favor Felix, ya han tenido sexo, seguro que Hyunjin mide esto más o menos, es bastante alto.

—Ya cállate por favor...—dijo suplicante, casi en un quejido, pensar en el pene de su novio justo a hora alteraba a su omega que sin duda preferiría al alfa rubio en vez de un juguete sexual.

—Te lo digo enserio Lix, no está bien que te estés dopado en tus celos para no sentirlos ni aguantarlo así, no es sano, atiéndete tú mismo o dile a Hyunjin—lo dejó justo a un lado de su rostro y el mayor cerró los ojos, negándose a verlo—Esta limpio, puedes usarlo ahora, si quieres me voy...

—N-No... no me dejes—pidió el pelirosa con vergüenza, resignado ante la idea de poder aliviar un poco los malditos calambres y el calor de su cuerpo—Quédate afuera... pero no te vayas, por favor.

—Está bien Lix—sonrió y dejó un suave beso en su frente—si necesitas algo habla fuerte, estaré afuera de tu habitación, procurare que tu madre no venga ¿bien?

—Por favor...—pidió ya tomando el juguete y llevándolo bajo las cobijas.

El peliazul salió de la habitación, sentándose justo afuera de la puerta, por si las dudas bajó para verificar donde estaba la señora Lee, la encontró en la mesa de la cocina trabajando en su computadora, se veía que había decidió quedarse en casa trabajando para cuidar a Felix y no dejarlo solo, si bien había un montón de leyes que los protegían y muchísima nueva seguridad en las casas, era preferible que siguieran acompañados solo por precaución.

En algún tiempo atrás, ambas castas fueron separadas para evitar ese tipo de accidentes, pero hace aproximadamente casi 90 años que el llamado Nexo había terminado permitiendo que alfas betas y omegas pudieran volver a convivir, sin dejar de procurar a los omegas, manteniéndolos seguros ante cualquier ataque.

Pero ahora ya no pasaba eso y era muy bueno.

Decidió quedarse abajo con la señora Lee para platicar, de este modo la mantendría entretenía y evitaría que subiera diciéndole que Felix había logrado dormir, pero que cuando despertara lo ayudaría con las tareas, la señora Lee estaba encantada con que Jeongin fuera tan buen amigo así que se quedaron hablando un buen rato.

Arriba por otro lado, Felix aun no sabía cómo hacerlo, tenía demasiada vergüenza aun si ya nadie lo estaba viendo.

Respiró profundo y se metió de nuevo bajo sus cobijas, se quitó con mucho cuidado el pantalón de su pijama y su ropa interior un poco húmeda por el lubricante natural de su cuerpo.

Se acomodó en la cama boca arriba, abrió sus piernas y alzó una, abrazándola para tener mejor acceso, con su diestra tomó el consolador y poco a poco lo fue adentrando a su ano, se mordió los labios y respiró entrecortadamente, su ano abrazó bien el juguete, la textura era buena y la longitud también solo era un par de centímetros más grande de lo que el acostumbraba, le había mentido a Jeongin, si sabía cuanto media el de Hyunjin, pero no lo iba a decir, comenzó a moverlo entonces, conteniendo sus gemidos y procurando solo jadear.

Jeongin tenía razón, el hecho de estarse estimulado sin duda había bajado un poco el calor y dolor en su vientre, así que siguió, cada vez más rápido y fuerte procurando mantenerse lo más callado posible hasta poder liberarse al menos por ese día.

Se lo agradecería después a Jeongin.

No volvería a dudar de él, lo había salvado.

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