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Según los escritos antiguos que había en la biblioteca del gran castillo, el mito de las almas gemelas llevaba demasiados años como para ser solo "un mito", su madre a veces le contaba historias sobre sus hermanas y cómo ellas habían podido encontrar a sus almas gemelas, cuando el pequeño Felix preguntaba si ella también lo había logrado, su madre solo lo miraba con amor, acariciando su cabello y diciéndole que a veces no todo el mundo podía encontrarlo pues tenían otras responsabilidades.

Su madre como única omega de su familia y al ser la futura heredera del trono en aquel entonces tenía que casarse con un príncipe vecino para mantener esa alianza, por lo que ella no pudo buscar a la mitad de su alma.

Para el reino de los Lee era muy importante tener al omega de su lado, pues era el encargado de concebir al heredero, teniendo así más derecho sobre el bebé que el alfa.

Tristemente, el destino de Felix era el mismo, pues Rachael, su hermana mayor, nació alfa, y Olivia, su hermana menor, justo en su cumpleaños número 15 se rebeló como beta, por lo que Felix como único omega tenía que hacerse cargo de esa tarea.

Quien fuera él que tomara su mano no podía ser "cualquier príncipe", tenía que ser el mejor en todo, por lo que se llevaban a cabo ciertas competencias para evaluar a los candidatos, el que recibiera el mejor puntaje sería merecedor de poder casarse con el príncipe omega.

En su tiempo a Felix le parecía algo curioso y emocionante que la gente se peleara por él, ahora ya con 20 años recién cumplidos no pensaba igual...

Frente a su padre no diría nada, así que aprovecharía que estaba con su madre en su habitación, sin que nadie los interrumpiera; cuando Felix quería un rato a solas con su mamá, ningún alfa se acercaba a la habitación, pues el aroma dulce del chico y el aún más dulce de su madre juntos podría marear a cualquiera, el cuarto por eso mismo era custodiado por betas, solo por si acaso.

—Mamá...—habló suave para llamar la atención de su madre, quien estaba sentada con él en su gran cama, peinando su rubio cabello, ya estaba un poco largo, pero se le veía hermoso y si él no quería cortarlo su familia no tenía por qué obligarlo.

—¿Dime hijo? —se detuvo para mirarlo.

—¿De verdad es necesario...? Digo ¿no podemos esperar un poco más?

Su madre lo miró compasiva, entendiendo a lo que se refería, ella también pensó lo mismo muchas veces lo que su hijo estaba pensando justo ahora.

—¿Crees que lo encontraras si esperas un poco más? —el rubio se sonrojó, pero asintió suave—Bebé, sé que sería hermoso encontrarlo, poder estar con tu alma gemela sería increíble, pero hay responsabilidades que tenemos que cumplir, los príncipes de los reinos vecinos son buenos chicos.

Felix los conocía solo de vista pues en la fiesta anual donde los reinos hacían convivencia, no se animaba a quedarse mucho tiempo, tantas feromonas lo mareaban a pesar de ser un omega dominante, tener tanta sobrecarga de feromonas alfas era demasiado para él, por lo que apenas los saludaba, se iba.

—No los conozco lo suficiente como para casarme con ellos...

—Se conocerán durante el matrimonio bebé, me pasó lo mismo con tu padre.

—¿Lo amas?

—Sabes que si—abrazó a su hijo contra su pecho y se recostaron en la cama—si no lo amara tu no estarías aquí, mucho menos Olivia...

En el reino de los Lee, se permitía un poco de libertad, solo un poco, si no había suficiente amor en la pareja solo se les pedía tener un hijo, si este hijo no resultaba omega, hasta ahí paraban, por lo que tenían que seguir gobernando hasta que el hijo creciera para buscar una pareja y dar un heredero que resultara omega y así continuar hasta que dieran con uno y poder seguir con la línea de omegas como reyes.

—Tengo miedo mamá...

—Lo se bebé—continúo acariciando su cabello comenzando a soltar sus feromonas materas para calmar a su hijo—yo también tuve miedo, pero estarás bien, estudie cuidadosamente a esos chicos, no son malos y se ve que están atraídos por ti, además son muy guapos estoy segura que tendrán cachorros hermosos.

—¿Eso se supone que debe consolarme? —sonrió con burla porque definitivamente no estaba ayudando, pero las feromonas de su madre lo tenían más tranquilo.

—No, pero estoy intentado verle las cosas buenas a esta situación—también sonrió, y abrazó más a su hijo. Felix se acurrucó contra su madre, abrazándola también, si ella estaba con él, nada podía salir mal.

—¿Qué hay de bueno en tener hijos bonitos?

—Mucho, yo los tuve a ustedes y soy muy feliz—dejó un beso en su frente—Son lo más bonito que tengo, así que espero que tu veas a tus hijos igual.

Felix ya no dijo nada, solo se acurrucó más con su mamá y trató de dormir un poco, el evento era cansado, 4 días de competencia y en todas tenía que estar presente, ahí, quieto, bonito, como un trofeo, aunque bueno, se sentía como uno.

—Mamá...

—¿Dime corazón?

—¿Cuándo empezara esto?

—Tal vez la próxima semana, tu padre mando las cartas ayer, estamos esperando respuesta de los 3 reinos.

—¿Quiénes dices que son?

—Los Hwang, los Seo y los Kim.

—Mmm...

—¿Algún problema con eso cariño?

—No, pero recuerdo que papá me comento una vez que había más, no solo éramos 4 reinos.

—Si, son más—se quedó callada un momento, intentando recordar—Están los Yang, pero todos sus herederos son omegas por lo que no pueden participar, vienen de visita solamente, los Han ya tienen compromiso con nosotros por el matrimonio de tu primo Minho con su príncipe.

—Ellos eran destinados ¿Cierto? Por eso se casaron.

—Así es mi vida...

—¿Quién falta?

—Los Bang, pero ellos nunca respondieron nuestras solicitudes, siguen con el mismo rey desde casi 60 años...

—¿No han tenido heredero?

—No se sabe, son muy cerrados, aun así siempre se les manda una invitación ya que este evento es bueno para convivir con los reinos vecinos.

Felix volvió a permanecer en silencio, su madre continuó arrullándolo un buen rato hasta que logró dormirlo, después de arroparlo y dejar un suave beso en su mejilla ella se fue, despidiéndose de los guardias de la puerta y caminando hasta su propia habitación donde su marido ya lo esperaba.

—¿De que hablaron? —preguntó el señor Lee mientras se cambiaba de ropa.

—Sobre la competencia por su mano, aun no le gusta mucho la idea, pero parece que ya lo aceptó—se cambió de ropa para recostarse ya era tarde.

—Ya era hora—suspiró cansado—No debí dejar que leyera esos libros, si él no tuviera la idea de las almas gemelas no se habría puesto tan sentimental con lo de la competencia por su mano, aquí ya es una tradición.

—Lo sé, pero lo dejaste leerlo porque querías que tu hijo fuera más culto, así que te aguantas—dijo burlona y se acurrucó contra el cuerpo de su marido, este la abrazó de inmediato.

El señor Lee suspiró de nuevo, todo se estaba complicando más de lo que pensaba, que su hijo fuera un omega dominante lo hacía inmune a la voz alfa por lo que el chico se le salía de las manos siempre que podía siendo su madre la única que controlarlo.

Esperaba que con el matrimonio Felix se calmaba un poco, al menos tenía esa pequeña esperanza.

CycleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora