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Felix estaba en el enorme jardín delantero, uno de los 4 que tenían, respirando aire fresco e intentando no vomitar de los nervios.

Luego de esa conversación con su madre pasaron 5 días y las cartas de los otros reinos llegaron, todos habían aceptado la invitación para participar en la competencia, los demás reinos aun no confirmaban su asistencia así que esperarían un par de días más, lo cual tenía terriblemente ansioso a Felix, al punto de querer vomitar porque las feromonas de su padre, de su hermana y de su madre juntas lo marearon tanto que solo salió corriendo del comedor.

Rachael se acercó apenas lo vio más tranquilo.

—¿Estas bien bebé?

—No te acerques por favor...—pidió aun con el estómago revuelto por los nervios—vomitare si lo haces...

—Está bien—dijo manteniéndose a distancia—¿pero estas bien?

—No...estoy aterrado, pero no tengo opción.

Rachael no pudo decir nada, sabía que la responsabilidad caía en Felix por ser omega, así que no tenía modo de consolarlo o algo.

Rachael se quedó ahí, a 6 metros de él para cuidarlo mientras el menor respirando pesado, aun acurrucado en el bonito césped del jardín sintiéndose pequeño porque toda esta situación ya se estaba sintiendo real y estaba cayendo de peso sobre sus hombros, formándole un nudo en el estómago que le estaba generando esas horribles nauseas que probablemente padecería en el embarazo.

Todo estaba pasando demasiado rápido y no sabía cómo manejarlo.

El mundo se le movió de forma tan lenta, se volvió borroso y al final todo fue negro, se había desmayado y por un ataque de nervios, Rachael gritó asustada, se acercó a su hermano para levantarlo al mismo tiempo que llegaban guardias para socorrerlo.

Para cuando Felix despertó, estaba en su cama, con un pijama calientito y un paño frio en la frente, a su lado había un montón de cosas que se usaron para fabricar el remedio con el que seguramente le quitaron las náuseas y ansiedad.

Su madre estaba en la habitación, podía escuchar su voz hablando con el médico, al parecer había sufrido un ataque de pánico, y teniendo en cuenta de que en las últimas semanas no había estado comiendo bien, todo se le junto provocando un desmayo.

—¿Mamá...? —habló con voz débil, de inmediato su madre apareció a su lado, probablemente porque había corrido para llegar.

—Ay mi bebé ¿estás bien cariño? Me tenías tan preocupada—dijo abrazándolo, Felix podía olerlo, sus feromonas dulces se podían sentir nerviosas, así que se acurrucó entre sus brazos, aferrándose a su bonito y elegante vestido, ignorando la presencia del doctor en la habitación quien seguía diciéndole cosas a su madre que él no escuchó.

Cuando el doctor se fue, su madre se quedó recostada junto con él en la cama, acariciando su cabello y dejando besitos en su coronilla, Felix se mantenía aferrado a su madre, ahora que ella estaba más tranquila, sus feromonas estaban de nuevo dulces y relajantes, así que inhaló con fuerza, el aroma lo relajó demasiado.

Después de una comida ligera los dos solos en el cuarto, Felix volvió a dormirse, su madre se quedó pendiente de él hasta que se sintió segura de que el menor no despertaría vomitando, dejó un beso en su frente y regresó a su habitación donde sus hijas y esposo estaban, habían decidido mantenerse todos lo más lejos posible del cuarto de Felix pues no querían que su aroma o presencia molestara al omega.

—¿Cómo esta? —preguntó Rachael sumamente nerviosa, no solo por el instinto alfa, sino porque era su pequeño hermanito menor.

—Esta mejor ahora, lo dejé dormido.

—¿Qué te dijo el doctor? —preguntó el señor Lee.

—Tiene que descansar y beber el té especial que se le preparó para los nervios—se sentó en su cama y abrazó a Olivia.

—¿Fefi va a estar bien mamá? —preguntó la adolescente asustada, Felix era su mayor contacto, por ser beta los niños de su edad no convivían mucho con ella, siendo él de las pocas personas que se le acercaban, pues incluso Rachael sentía cierto rechazo hacia su hermana, no lo hacía a propósito, pero a veces era inevitable para la mayor.

—Lo estará princesa—acarició su bonito cabello ondulado y dejó un besito en su frente.

—¿Hablaste con él? —intervino de nuevo el señor Lee

—No, estaba preocupada por mi hijo, no por su futuro matrimonio, déjalo respirar, esto lo puso así en primer lugar—dijo con voz calma, pero con la mirada molesta, lo que dejó al señor Lee de nuevo en silencio—Vayan a dormir mis amores, mañana podrán ver a Felix.

—Buenas noches...

—Descansen.

Y ambas chicas se fueron.

Pero no se fueron a acostar como su madre les había pedido, ambas fueron a ver a su hermano, aunque estuviera dormido, querían asegurarse de que estuviera bien.

Fue Rachael quien abrió con cuidado la puerta, pero se quedó ahí, Olivia al ser beta y no tener olor fue la que entró a la habitación para revisarlo, el rubio estaba hecho bolita en la cama, abrazando sus cobijas como si estuviera en un capullo de cobertores, se le veía con semblante tranquilo así que en teoría tenía que estar bien, Olivia suspiró y regresó por donde vino o eso pretendía hacer.

—¿Qué hacen aquí? —preguntó el omega adormilado y abriendo los ojos, tanto Olivia como Rachael dieron un brinquito asustadas, la voz tan ronca y profunda de su hermano a veces las asustaba pues era muy contraria a esa imagen de chico tierno que él siempre tenía.

—Queríamos saber si estabas bien Lix... —dijo Rachael desde la entrada, no quería pasar y perturbar el entorno de su hermano con su aroma.

Felix se sentó en la cama, aun un tanto mareado por lo que había pasado, pero sin duda ya estaba mejor que antes.

—Estoy bien... vayan a dormir, ya es tarde para que estén levantadas, en especial tu Olivia, tienes lecciones mañana...

—Soy tu mayor, no puedes darme ordenes mocoso—dijo Rachael haciendo un puchero.

—Rachael, tu aroma me está perforando la nariz, por favor, vete...

La mayor bajó la cabeza y asintió, deseándole las buenas noches y retirándose, Rachael tenía un agradable olor a lavanda, pero en esos momentos era un aroma demasiado fuerte para él, lo mareaba y le daba nauseas...

—Descansa Lix—dijo Olivia acercándose para dejar un pequeño beso en su mejilla, Felix sonrió suave y acarició su cabeza con cariño, en estos momentos agradecía mucho que su hermanita fuera beta y no tuviera un aroma que le estuviera provocando nauseas.

—Descansa pequeña...

La menor se retiró cerrando la puerta de la habitación.

El rubio se volvió a recostar, cubriéndose hasta la cabeza con las cobijas y abrazándose a sí mismo, mañana las cosas volvían a la normalidad, y honestamente no quería que eso pasara, pero no tenía de otra, era su deber.

Y de una u otra manera tenía que cumplirlo.

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