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ZOE.


Habíamos aterrizado en tierras españolas para festejar las fiestas con nuestro amigo y en mi caso, mi segunda familia.
Lo ideal hubiese sido que, al llegar, podamos descansar debido al largo viaje que tuvimos pero no hicimos más que charlar y actualizarnos hasta que amaneció.

Esta navidad iba a ser distinta, todos lo sabíamos.

—Terminá la chocolatada asi lavo la taza —Me pide Leandro y yo le hago caso.

—Nosotros ya nos vamos yendo —Habla Exequiel poniéndose la campera debido al gran viento y yo giro en mi asiento para mirarlo, confundida—. Tenemos muchas cosas que comprar.

—¡No te pases! —Le grito cuando veo que cierra la puerta con mi hermano Matías.

—Me da risa porque le pone límites con los regalos a él pero ella es capaz de regalarle un auto. —Comenta Leandro haciendo reír a Tiago.

—Yo la verdad tendría que haber ido con ese grupo a hacer mis compras, con ustedes me van a salir canas —Nuestro mejor amigo se queja y ambos giramos para mirarlo mal—. Ven, ya empiezan con las caritas.

—Abrigate, Leo.

—¿Desde cuándo se dan tantas ordenes ustedes? —Pregunta Tiago mientras saliamos de su casa y subiamos al auto.

—Incontables son las peleas que tuvimos desde que te fuiste —Le explica Leandro mientras se abrochaba el cinturón del copiloto—. Digamos que...

—Estamos tratando de tener una tregua eterna —Termino su frase y veo como Tiago asiente con la cabeza, tratando de entender toda esta locura—. No puedo creer que estamos denuevo los tres juntos ¡GRACIAS PAPÁ NOEL! —Grito para agarrar del cuello a los dos y darles un beso a cada uno en la sien.

—A papá noel le agradece. Nos cagamos de hambre para poder hacer este viaje, Zoe.

—No me empieces a pelear, Leandro.

—¡Estamos llegando no se alteren! —Gritó Tiago mientras estacionaba lo más rápido que su poca experiencia en autos le permitía.

—Que raro que tu mamá no quiso venir, Iaio. —Digo al bajarnos del auto y empezar a caminar hasta el shopping.

—Chini —Me llama y yo lo miro—. Son las ocho de la mañana, un día feriado y hace un frío de re cagarse. Nosotros somos los únicos locos que salimos a comprar a última hora, ella ya tiene todo comprado.

—Si, la verdad que se me congela hasta la uña del dedo chiquito. —Se queja Leandro mientras se apega más a mi abrazo.

Iba abrazada a Leandro y de la mano con Tiago mientras entrabamos a un shopping desértico.
Era una postal genialmente loca para cualquiera que nos estuviera viendo.

—¿Nos separamos acá para comprar lo nuestro y nos unimos para decidir los regalos de Exequiel y Matías? —Pregunta Tiago y ambos asentimos.

Comienzo a caminar para el lado derecho pero cuando me giro para ver hacia donde se iban ellos, veo que estaban caminando juntos para un mismo lugar.

—¡DIJIMOS QUE NOS IBAMOS A SEPARAR!

—¡NECESITAMOS TIEMPO SIN VOS, ZOE! —Me grita Leandro desde la otra punta y yo simulo pegarle al aire como si fuera él. Tiago se ríe y Leandro me guiña un ojo para abrazarlo por los hombros y ambos seguir caminando.

A pesar de que me daba un poco de celos porque también quería mi momento a solas con Tiago, me quedo un rato mirándolos hasta que desaparecen por el pasillo de vidrieras.
Leandro estaba tan feliz de poder estar todos juntos y a mi me encantaba verlos siendo cómplices nuevamente.

Mi PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora