—¿Dónde carajo se metió?
—¿Podés dejar de putear? —Se queja Leo, apoyándose con el hombro en un árbol de la vereda.
—Matías, no sé para qué te haces mala sangre. Sabes como es Zoe —Tiago cierra los ojos y eleva su cara para que el sol le dé de frente—. Cuando la llamaste seguro ni habría salido de casa.
—¡Casa! —Grita Matias, nuevamente en modo de queja— Ustedes dos ya se están tomando muy enserio lo de vivir en casa, ya hasta la nombran como suya —Los señala, Tiago empieza a reírse y Leandro se tapa la cara con una mano, negando con la cabeza—. ¡Zoeeeeeee! —Vuelve a gritar por la calle, viendo si venía el auto.
—¡Pará, loco, pará! —Leo lo agarra del brazo y lo sube a la vereda— Nos está mirando la gente.
—¡No puede ser que siempre haga lo mismo, Leo!
—Llega dos minutos tarde, relajá. —Tiago trata de apaciguar las aguas.
Se escucha el chirrido de las llantas cerca del estadio y los tres se miran entre sí.
—Vos en modo quejoso, Zoe apurada, ya veo que se baja del auto y se cagan a trompadas acá.
—No va a pasar nada, Leo.
—¡Capaz que no, boludo! Ya me la veo venir.
—¡Dale, forra! —Grita Matías cuando ve el BMW llegar.
Zoe se baja del auto y a Tiago, más o menos, le baja la presión. Ella abre la puerta trasera, saca las mochilas de los tres y se las va pasando.
—Lo tuyo. —Tiago le pasa una bolsa y Zoe le da un beso en la frente, agradeciéndole.
—Chau, voy a pasar a buscar al amor de mi vida —Se pone los anteojos de sol y se sube al auto—. Ah, Matías.
—¿Qué? —Él se acerca a la ventanilla mientras se colgaba la mochila en el hombro.
—Denada, hijo de puta. —Le contesta antes de cerrar la ventanilla, agarrarle el dedo y arrancar.
—Ay, la con...
—Viste que no fue tan malo. —Tiago le sonríe a Leo.
—¿Qué te pasa?
—¿Qué me pasa? ¡Me cortó el dedo! —Se queja Matías mientras hacía presión y se llevaba el índice a la boca para frenar la sangre del dedo.
—Cagón, las ventanillas no cortan.
—No, no fue tan malo —Leandro le sonríe a su amigo mientras empezaban a caminar hasta el interior del estadio—. Pero como te asustaste cuando la viste bajar, eh.
—¿Yo? Estás equivocado, viste mal. —Tiago niega con la cabeza.
—Te conozco, salame.
—Viste mal, anaconda.
—¡Hola, me sangra el dedo!
Zoe sube la música y acelera por la autopista unos minutos más hasta llegar al predio del club Boca.
Se baja del auto, saca lo que compro de las bolsas y las pone en la que le dió su mejor amigo.
Con una sonrisa cómplice, agarra el celular para llamarlo y avisarle que estaba afuera.—Uy dios, lo que te extrañé —Exequiel sale peinandose con las manos, la agarra de la cintura, la apoya contra el auto y la besa—. No me importa que seas tan caprichosa con tal de que vengas a buscarme siempre.
—Epa, epa, qué meloso —Zoe le sonríe—. Seguro te hicieron entrenar doble.
—No sabes cómo estoy.
—Por eso, te traje algo. —Ella lo señala y se separa un poco para darle la espalda y buscar en el asiento del acompañante.
—No te me pongas así acá, que no respondo.
—¡Estás tremendo! —Se ríe para darse vuelta y darle un pico— ¿Estás preparado? —Le pregunta mientras pasaba una mano por sus ojos, cerrandolos.
—Muña, te amo pero no podemos hacer esto enfrente del club. —Susurra Exequiel, mal pensando el acto.
—Abrilos. —Le dice para ponerle, enfrente, la bolsa de regalo de la tienda del club River.
—Mi pantalón se estaba prendiendo fuego hasta que ví los colores de esa bolsa—La cara de Exequiel cambia totalmente y Zoe se empieza a reír a carcajadas—. No te estoy jodiendo, culiada.
—Primero fíjate que hay.
—Gorda, yo entiendo que te dije que voy por tu papá al partido de hoy —Él se separa para explicarle, todavía con la bolsa en la mano—. Pero no me pienso poner una camiseta de River.
—¿Podés abrir la bolsa? —Ella se vuelve a poner los lentes de sol— Al final, terminaste siendo el más cabeza dura de los dos.
—Cómo me la bajaste, Muña —Exequiel niega con la cabeza mientras abría la bolsa, hasta que vió lo que había adentro—. Ah mira, los auriculares que se me rompieron.
—¿Viste qué lindo?
—Gracias, mi amor —Él se vuelve a acercar para besarla—. Igual, podría venir sin la bolsa congelada.
—Todavía no terminaste con el regalo.
Exequiel la mira confundido, devuelve su mirada a la bolsa y saca el papel decorativo para ver un conjunto de ropa interior.
—No juzgues a un libro caliente por tener una fría portada. —Zoe se baja un poco los lentes de sol para mirarlo y guiñarle el ojo.
—Ah, encima con frase y todo —Él se muerde el labio—. Escúchame, ¿Para qué servirá la parte de abajo no? —Pregunta, haciéndose el inocente, mientras miraba dentro de la bolsa, la tanga abierta de encaje.
—En breve lo descubrimos —Ella le sonríe para subirse al auto—. ¿Te llevo, bombón?
—Va a ser el partido más largo de mi vida —Dice Exequiel para subirse—. Aguante corazón, aguante.
El partido de River terminó positivo, dándole la victoria al equipo del papá de Zoe por lo que "todos" felices.
Había salido todo como lo planeado.La parejita se quedó charlando un rato más en el palco del estadio hasta ver qué Tiago, Matías y Leo les hacían señas desde el campo de juego, indicándoles que ya estaban para irse.
Bajan de la mano junto a los demás espectadores pero doblan para salir por dónde evacuan los futbolistas, encontrándose con las cámaras de la prensa por lo que Exequiel le suelta la mano.
—¡Zoe querida!
Zoe, desconcertada ante el acto de su acompañante igualmente sonríe y saluda pero Exequiel vuelve a hacer de las suyas y pasa por al lado, sacándole las llaves del auto.
—Epa, hubo un robo manotazo ahí. —El conductor de 4Sports le sonríe.
—No me mandes al frente. —Ella se muerde el labio mientras se reía.
—Si hay algo que los delata a los hijos del DT es el color que toma la piel cuando los ponemos nerviosos —Habla por el micrófono—. No te robó mucho tiempo y reformuló la pregunta de siempre: ¿Amor en tiempos de decisión y cábalas para tu papá?
—Cábalas te confirmo que hoy se formó una —Zoe le sonríe mientras miraba a un costado, buscando a Exequiel—, pero de decisión... Ni yo sé.
—Anda complicada la cosa.
—Peor que en un superclásico, con eso te cierro la nota. —Se ríe para saludar e irse a los trotes.
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Mi Pecado
RomanceViajes, partidos, entrenamientos y el chico perfecto del club de fútbol "River" que la familia acepta. Esa era la vida de Zoe. ¿Qué pasa cuando te das cuenta que la vida que tenés, la cambiarías por solamente estar con otra persona de un equipo riv...