ZOE.
—¡Espera pero vení, hablamos y después te vas con ellos! —Escuchamos como grita Matias por el pasillo.—Ahí voy, intenso. Busco el buzo y voy —Leandro le responde también a los gritos y cuando escuchamos los pasos hasta nuestra habitación, con Exequiel empezamos a correr por alrededor hasta que toca la puerta—. Chini, soy yo.
Exequiel se tira de espaldas a la cama, se acomoda poniendo sus brazos atrás de su cabeza para disfrutar de lo que seguía.
Me siento en una silla enfrente a la puerta y me cruzo de piernas.— Pasá.
—No sabes cómo están esos tres, insoportables a nivel extremo —Me explica, sin mirarme, para cerrar la puerta pero cuando se da vuelta, se confude—. ¿Qué haces sentada ahí? Con mi buzo puesto —Me señala y acto seguido, descruzo mis piernas para abrirlas y dejar a la vista mi zona íntima. Leandro eleva sus cejas y abre la boca, sin saber cómo actuar pero, da dos pasos para adelante, buscando a Exequiel en la habitación. Cuando lo hace, yo me levanto, viendo como nuestro amigo buscaba respuestas.
—Sacaselo. —Lo invita él, con un tono de diversión.
Leandro lleva su mano hecha un puño a su frente y se golpea suavemente, obviamente lamentándose de venir.— Ya hablamos de esto, Exequiel. —Dice y mi cara gira rápidamente para ver al que estaba acostado, este me sonríe pícaramente.
Okey, la estafadora resultó estafada.
—¿Si? —Pregunta Exequiel haciéndose el inocente, recostando su espalda en el respaldo de la cama— No me acuerdo.
Dispuesta a hacerle la contra, me pongo enfrente de Leo y levanto mis brazos, mirándolo e indicándole que me lo saque.
—Llevate el buzo, dale. —Le sonrío, no sin antes relamerme los labios.
—Decime que tenés puesta una remera, por lo menos —Me dice, mirándome a los ojos, mientras sus manos bajaban a los bordes del buzo para levantarlo de a poco. Asiento con la cabeza y él me lo saca rápido—. Esto no te tapa nada, Chini —Se queja al ver mi parte de arriba de la malla—. Ustedes saben perfectamente que esto sería distinto si no fuera por Bárbara.
—Nadie se va a enterar. —Digo para poner una mano en su torso y dirigirlo a la cama. Él tira el buzo a la silla donde estaba sentada antes y cae acostado en la cama.
—¿No pensas decir nada? —Leandro inclina su cabeza para atrás, para ver a Exequiel, quién niega con la cabeza.
Me acerco a la cama, mirando a Exequiel y con mi rodilla, hago que las piernas de Leandro se separen. Al hacer eso, veo como mi estafador suspira, mirando a otro lado.
Cómo me encantaría saber que está pasando por esa cabeza justo ahora.
Escuchamos golpes en la puerta y nuestro amigo trata de levantarse rápido pero yo me siento encima de él para que se calle.
—¡Leo! ¡Dale, hermano! —Escuchamos a Matías del otro lado.
—No creo que quieras que nos vea en esta situación. —Le susurro, inclinando mi cabeza en forma de amenaza.
Él me muerde la mano, haciendo que la saqué y vuelve a levantar su torso denuevo, conmigo encima.—En cinco minutos voy, andá.
—Bueno, dice la chica que se chamuyó Tiago que nos hace pasar igual. —Grita para después irse.
Mi mirada se conecta con la de Exequiel, ambos sorprendidos de la rapidez de nuestro mejor amigo.
—Lugar equivocado para sentarse —Leo me levanta y me deja parada, denuevo, enfrente de él. Riéndome, vuelvo a separarle las piernas y con mis dedos hago un caminito hasta el botón de su jean—. No, dale —Se vuelve a quejar, mordiendose los labios y yo desabrocho el pantalón—. ¡Tiempo, tiempo! Vamos a negociar.
Pongo ambas manos a los costados de sus caderas y lo miro fijo.—Te escuchamos.
—No niego que también me prende el trío superclásico pero.. —Despeino mi pelo, haciendo que mis pechos se muevan y el suspira, cansado—. ¡Pará un poco! —Grita, haciéndonos reir— Pero déjenme ver qué onda con Bárbara.
Exequiel mira para arriba y agita sus manos, seguramente preguntadose por qué se niega tanto.
—Si veo que no hay nada a futuro, yo les juro que vuelvo corriendo.
El otro baja su mirada, algo sorprendido y yo sonrío.
—¿Si? —Leo se abrocha el pantalón, me agarra de ambos brazos para girar y ponerme en la cama— Si, les encantó —Se mira al espejo, se acomoda la ropa, agarra el buzo y nos mira—. Los dejo, pervertidos —Se ríe y nos guiña un ojo—. Toro 1 - Ustedes 0.
—¡No te la puedo creer! —Me quejo y le tiró un almohadón mientras se va por la puerta.
—Eso claramente no me lo esperaba. —Exequiel salta de la cama a la alfombra y señala la puerta.
—¿Cómo es eso de que ya lo hablaron? —Pregunto y él me mira con cara de "No te hagas"— ¿Qué? Por algo no me dijiste.
—No te puedo contar todo, Muña —Él niega con la cabeza, sonriendo—. En la interna se habla... Más de lo que pensas.
—Okey, dos personas que creía que conocía de pies a cabeza, resultan ser dos swingers.
—Me parece que no tenes poder de queja, estando así —Señala mi cuerpo casi desnudo, mientras se acercaba—. La verdad, no sé cómo tuvo tanto auto-control. —Me dice para agarrarme la cara y darme un profundo beso mientras pasaba una mano desde mi muslo hasta mi cintura.
—¿¡Quién es esa Bárbara y por qué no nos deja tener nuestro trío superclásico!? —Grito, actuando enojada y Exequiel empieza a reírse hasta que escuchamos golpes en la pared, seguramente de los chicos para que nos callemos— Ups.
—Sos una pervertida, Muña.
—Callate, Swinger.—Digo para volver a besarlo.
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Mi Pecado
RomanceViajes, partidos, entrenamientos y el chico perfecto del club de fútbol "River" que la familia acepta. Esa era la vida de Zoe. ¿Qué pasa cuando te das cuenta que la vida que tenés, la cambiarías por solamente estar con otra persona de un equipo riv...