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ZOE.
 
 
Nuestras miradas no paraban de cruzarse de vez en cuando.
No podía acercarme porque era un jardín abierto y se veía todo, ¿Por qué de la nada le iba a ir a hablar si supuestamente hablamos solo una vez en el predio de Boca?
Iba a ser raro, por lo que no me acerqué y tampoco lo planeaba hacer porque desde que me dejó en el colegio, vivió entrenando, se fue de viaje y recién ahora me viene a prestar atención.

No, chiquito, no es como vos querés.

Continué de joda, tranquila, bailando con mis amigas y mi prima hasta que se unieron los amigos de Mati y ahí se armó el doble.
Me puse a bailar con Leo hasta que mi hermano me preguntó por Teo y empecé a buscarlo con la mirada mientras le daba besos a Leandro.

El nene no estaba por ningún lado.

Me quedo bailando un rato más, para ver si aparecía en unos minutos pero no fue así y en vez de encontrar a Teo, encontré a otro grupito de amigos futbolistas.
Exequiel estaba hablando con un chico del club Vélez y Luciano, mi amigo de River. Exequiel se da vuelta riéndose para mirar el jardín en general pero después se encontró con mi mirada, nuevamente.
Ahí es donde le cambia la cara y vuelve a mirar a sus amigos.

—Voy a buscar más para tomar, ¿Querés?

—¡Si! —Me responde Matías.

—Vos andá parando de tomar, nene —Lo reto y miro a Leo que me dice que si con la cabeza, le doy un pico y me voy para la cocina.

Entro, abro la heladera y me doy cuenta que no había nada, hasta que me acordé que Valentin me había dicho que iba a guardar lo nuestro en el frigobar del comedor así que voy hasta allá pero se me complica porque no encontraba la tecla de la luz.

—No creo que haga falta prenderlas. —Siento como me agarran del brazo y me pegan contra un cuerpo.

El perfume y la voz lo delataban. Exequiel.

—¿Qué haces acá?

—Y mira, vine para estar con vos pero me parece que me cagaste el plan —Me dice cerca de mi boca—. No me estaría gustando que me mires y estés con el otro.

—¿Ah, te pones celoso?

—Puede ser —Contesta, abrazándome por la cintura—. Igual ya sé que lo haces a propósito.

—No lo hago a propósito —Me río para soltarme de él, pasar mi mano por la pared y prender la luz—. Lo que pasa es que no te gusta que las cosas no sean como vos querés. —Lo señalo para después abrir el frigobar.

—Qué equivocada que estás. —Exequiel niega con la cabeza, acercándose a mi, cierra con el pie el frigobar y me acorrala contra la pared.

Nos quedamos mirándonos fijo por unos segundos, hasta que él se acerca para comerme la boca y yo apago la luz.
Era más que obvio que no era un beso inocente, por lo que mis manos se van directo al comienzo de su remera para levantarsela pero él se aleja y lo miro confundida.

—Vamonos. —Me dice agarrándome de la mano.

—¿Qué? ¿Estás loco?

—Dale, quédate conmigo por unas horas, después volves a tu casa.

—Traje a mis hermanos, a Leandro, a Tiago. —Digo nombrándolos mientras me corría el pelo de costado, obviamente nerviosa porque quería ir pero sabía que no debía.

—Tiago sabe manejar y seguro el otro tonto también, dale.

—Dale Exequiel, y le digo a Matías: "Che Matu, termina lindo tu cumple, tu hermana con alguien que no conoces".

Mi PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora