Mi Pecado

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ZOE.

 
La actividad de la tarde de hoy fue cabalgata por las montañas y posar para las mil fotos familiares y amistosas que planteaba mamá.

Va a llegar un momento donde en nuestra casa van a haber tantos álbumes de fotos que no va a quedar lugar ni para almacenar la comida.

Para nuestra sorpresa, el que estaba contento con las mil fotos de mamá era Matías y en unos minutos descubrimos el por qué: quería subir una foto a sus redes sociales para hacerse el lindo.

Y una tal chica llamada Sol le comente dicha foto.
  
—Hola, sí —Me bajo de la yegua cuando veo a Matías pasar por al lado mío—. ¿Quién es Sol?

—Ya sabía —Él niega con la cabeza sonriendo—. Vos te quejabas de la celosía de Ciro pero...

—Pero nada, ahora entiendo por qué me celaba.

—Todo lo que te estás imaginando —Gesticula con las manos alrededor de mi cabeza—, no tiene nada que ver a lo que es, ¿Sí?

—Que no me entere, Matías. —Lo señalo mientras él me hacía caras, boludeandome hasta que ve que llega Exequiel.

—¿Le podes bajar un poco el nivel de toxicidad?

—Todavía no encuentro la cura —Él se encoge de hombros, abrazándome—. Por lo menos conmigo no es así.

—Ah, claro, te lavas las manos vos. —Matias le hace fuck you.

—¡Caminen! —Escuchamos el grito de papá con los demás, que ya estaban lejos en el bosque.

El resto estaba descendiendo de las montañas y nosotros peleando por un comentario de una adolescente. Súper estúpido.

Pero tenía que darle un poco de diversión y humor a esta cabalgata.

—Mirá, amor —Acaricio a la yegua que monté para después empezar a caminar con ellos y señalarla—. Le podemos poner "Sol" de nombre.

—¡Zoe basta, boluda! —Se queja Mati, dándose vuelta con el celular en la mano— Por ser celosa pasas a ser cancelada con ese comentario.

Exequiel, aguantandose la risa, niega con la cabeza.— Admití que fue bueno, Chino.

—Es una tarada.

—¡Ay, como se enoja él! —Voy corriendo por la nieve para abrazarlo de atrás, con otras intenciones obviamente: leerle la pantalla del celular.

—No vas a leer nada, ridícula. —Mi hermano se me ríe y lo miro mal para empujarlo.

—Bueno, bueno —Exe me vuelve a abrazar y seguimos caminando—. Dijimos cero peleas.

Cuando llegamos a dónde estaban los demás, vemos una casa con fachada de madera y aparte, una parcela de cemento pintada de rojo con un helicóptero encima.

Con mis hermanos nos emocionamos como si fuese el primer viaje en helicóptero que íbamos a tener.

Nos dividimos en dos para hacer dos viajes hasta lo más alto de un cerro y de ahí poder esquiar.
Obviamente a los nenitos impacientes, osea mis hermanos y yo, no les importó nada y quisieron viajar primero. Nuestros padres accedieron a viajar segundos con Gino.

Exequiel, divertido con mi cara mezclada de miedo y diversión, se sube conmigo a la parte de atrás del conductor y después de unos códigos raros que dice el piloto, empezamos a levantar vuelo.

Debo admitir que con nieve y bosque, el viaje en helicóptero es mucho mejor que hacerlo en la ciudad.

Apenas bajamos y tocamos suelo, me empiezo a tirar nieve con Tiago.
Comenzó a ser divertido hasta que Leo, se hizo complice de mi rival y me tacleo.